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RINCÓN DE UNZAGA

REFRESCAR LA MEMORIA

J.A. REMENTERIA RINCÓN DE UNZAGA

Martes, 27 de noviembre 2007, 01:36

La incertidumbre que suscita el futuro de la Real está generando análisis dispares e inquietudes en el fútbol guipuzcoano. Tan sencillo como el color del cristal con que se mire. Al nerviosismo intrínseco, gestado por las serias dudas que emana el club realista, se une el hipotético marco que puede desembocar en la temida invasión del Athletic. Es difícil mantener una postura equidistante, máxime en un país maniqueista por antonomasia. No pretendemos ser maximalista, ni caer en esa argumentación. Deseo hacer un ejercicio medido, algo harto difícil en estos tiempos y, sobre todo, complicado en el loco mundo del fútbol, donde es fácil jugar con los sentimientos y ver el árbol y no el bosque.

Todo esto viene porque se ha puesto en el disparadero a la S.A.D. Eibar. Se habla de las intenciones del Athletic de echar sus redes sobre el club armero, lo que supondría una obvia contradición con los dineros públicos que la Diputación de Gipuzkoa va a inyectar a las arcas de Ipurua. Dinero éste contemplado dentro del nuevo programa (clubes de élite), al que se suma el plan estratégico del fútbol guipuzcoano cuyo vértice es la Real. El Eibar ha negado contacto alguno con el Athletic, y así lo ha hecho saber por boca su presidente. Pero en todo este embrollo hablemos de lealtades. Confesar y poner a cada uno en su sitio, y decir que si la S.A.D. Eibar está en Segunda fue porque en el año 92 el Athletic compró 25 millones de pesetas en acciones a fin de apoyar la reconversión en sociedad anónima. El Eibar recurrió en primera instancia a la Real, entonces con Iñaki Alkiza de presidente, y la respuesta fue negativa. En segunda instancia se fue a Bilbao y el Athletic atendió la demanda eibarresa. El Eibar fue convenido rojiblanco por espacio de cinco años (hasta el 97).

Al impedir la ley tener acciones un club de otro, el Athletic donó estas acciones a Patxi Mutiloa, Loren Quindós y Juan Luis Mardaras (consejeros y presidente del Eibar) que, posteriormente, fueron a parar, por nada, a Mendate, sociedad formada por consejeros del Eibar, para esas acciones venderlas al triple de su precio inicial. En el 97, el Eibar concluyó con el Athletic, que no puso pega alguna (no ejerció ninguna presión a pesar de contar con un paquete importante de acciones), y se unió a la Real merced a un acuerdo con claro trasfondo político, liderado por el en- tonces diputado general, Román Sudupe. A cambio de los 2.000 millones de pesetas -dinero de todos los guipuzcoanos, no sólo de aquellos que son realistas- invertidos en el megalítico proyecto de Zubieta (que no sabemos qué resultados ha dado), obligó al Eibar y Real a firmar un convenio por el cual los eibarreses recibían un dinero teóricamente realista; a cambio la Diputación invirtió en parte de las obras de Ipurua y, a cambio, el Eibar formaría parte del plan estratégico del fútbol guipuzcoano con la Real como máximo exponente. Este acuerdo tuvo relevancia mediática. Seguiremos hablando. ¿Ah! por último, si un niño se va al Athletic o a China, depende de sus padres, no del Eibar. No es justo demonizar al Eibar ni al Athletic ni a nadie. Dicen que cada uno tiene lo que se merece.

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