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Aimar Olaizola tuvo una noche negra en el Ogueta. [IOSU ONANDIA]
El triángulo de las Bermudas
Pelota

El triángulo de las Bermudas

Xala y Goñi III ganaron a Aimar y Zearra en una semifinal en la que desaparecieron los delanteros. El partido, eterno, se resolvió tras 85 minutos y 891 pelotazos.

JOSEBA LEZETA

Miércoles, 8 de agosto 2007, 11:03

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SAN SEBASTIÁN. DV. La noche del lunes, ya de madrugada, desaparecieron dos delanteros en el Ogueta de Vitoria. Es como si el triángulo de las Bermudas se hubiera desplazado al otro lado del Atlántico, del Caribe a la Llanada Alavesa. Esta vez no se ha perdido el rastro de aviones ni barcos. Los desaparecidos juegan a pelota y se llaman Aimar Olaizola y Xala. Al zurdo de Lekuine le rescataron a última hora del partido y podrá jugar esta noche la final de La Blanca. Al parecer está sano y salvo. El otro, Aimar Olaizola, continúa en paradero desconocido.

Olaizola II y Zearra cayeron derrotados 15-22 ante Xala y Goñi III en la segunda semifinal del torneo gasteiztarra, tediosa y eterna. Los dos zagueros cargaron con el peso del juego, los delanteros les dejaron hacer y los minutos avanzaron con parsimonia. Y ya se sabe que cuando se juega a perder, generalmente gana Fernando Goñi. El de Zubiri no se ha prodigado demasiado durante el mes de julio y su juego lo nota para bien. Fue el mejor con diferencia.

Olaizola II atraviesa una baja forma alarmante. Para el 8-9 había perdido ya cinco pelotas, así como la escasa confianza con la que se presentó al Ogueta. Si hasta entonces había entrado poco de aire, a partir de ese momento espació aún más sus ganchos. Tampoco ayudó a bote todo lo que era menester. Tras jugar el día de San Ignacio en Azpeitia le invitamos a que se estirara, a que se prodigara más en el remate. La feria de La Blanca, sin embargo, ha evidenciado que no está para demasiados trotes.

Punto de mira desviado

Apenas cruza la pelota con la zurda, ni de aire ni a bote. Increíble en un pelotari con su técnica, con su manejo de esa mano. La cruda realidad. Si hace un mes hacía botar la pelota donde ponía el ojo, ahora tiene el punto de mira completamente desviado. Jugó doce partidos en julio y le han debido pasar factura. Terminó con siete tantos perdidos y sólo cuatro hechos, incluido uno de saque. Números paupérrimos para el campeón manomanista.

Tampoco Xala tuvo su mejor noche. Se contagió de Aimar Olaizola y entró en juego con cuentagotas. Menos mal que asomó en la recta final del encuentro. Ya le dábamos por desaparecido.

Los zagueros, Goñi III y Zearra, dieron casi el doble de pelotazos de los delanteros. No se atropellaron entre ellos, tal y como cabía esperar. Lo suyo es aguantar, quitar pelota al delantero y hacer buena desde todas las esquinas. Cumplieron con ello. Quienes debían cambiar el ritmo y marcar la diferencia eran los delanteros. No lo hicieron y el partido se alargó una barbaridad. Faltaron cinco minutos para llegar a la hora y media. Fernando Goñi, cuyo único error fue un envío de zurda a la chapa superior nada más arrancar el encuentro, superó a un Oier Zearra que trabajó hasta la extenuación. No cabe achacarle nada.

Concluida la semifinal, Xala apuntó a «las pelotas pesadas» como razón de que el partido se alargara tanto. «Con este material es difícil entrar de aire desde lejos», añadió. Los propios pelotaris, los comentaristas y demás pasamos todo el año pidiendo material exigente y de peso en busca del espectáculo. Y resulta que cuando hay ese tipo de pelota en el cestaño nos aburrimos como una ostra. Para un día que falta Titín, le echamos de menos...

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