«Hay que vacunar también a los niños frente al virus del papiloma humano»
Los tratamientos de los cánceres ginecológicos avanzan, y la cirugía laparoscópica está ganando terreno
ANE URDANGARIN
Jueves, 20 de marzo 2014, 02:03
Entre el cáncer de mama y el de vulva, el de mayor y menos incidencia en nuestro entorno, hay otros cánceres ginecológicos que en algunos casos se pueden prevenir y diagnosticar precozmente. Las revisiones rutinarias, así como la vacuna frente al virus del papiloma humano (VPH) son armas para hacer frente a estas enfermedades. De ellas y de su tratamiento habla esta tarde Juan Carlos Muruzábal en el Aula de Salud de Policlínicas Gipuzkoa, que tendrá lugar a las 19.30 horas en la sala Kutxa de la calle Andia. La entrada es libre hasta completar aforo.
- Cuando hablamos de oncología ginecológica, ¿de qué tipo de cáncer estamos hablando en concreto?
- En Gipuzkoa cada año se detectan entre 425 y 450 casos de cáncer de mama, que sería motivo de otra charla o monográfico. El siguiente en frecuencia es el cáncer de endometrio, con una incidencia de 70 a 75 casos al año en el territorio. A continuación vendría el de ovario, del que se detectan entre 35 y 40 casos al año, al que le sigue el cáncer de cuello de útero o cérvix, con 30-35. El de menor incidencia es el de vulva, del que se diagnostican entre 6 y 10 casos anualmente.
- ¿A qué edades se diagnostican mayoritariamente?
- El cáncer de mama tiene dos picos, uno a partir de los 55-60 años y luego otro más adelante, en torno a los 70. El de endometrio es el típico de la mujer postmenopáusica. La señal de alarma es que se sangra después de que se ha retirado el periodo. El cáncer de ovario también se da edades mayores, a los 65-70 años. Sin embargo, en el cáncer de cuello el mayor porcentaje se da por debajo de los 50-55 años. Solo un 20% de las mujeres con cáncer de cérvix tienen más de 60 años. El de vulva también es muy típico de mujeres de edad avanzada, a partir de los 65-70 años.
- ¿Qué tipo de cáncer se puede prevenir?
- El cáncer estándar para poner como ejemplo preventivo es el de cuello de útero. Por una parte disponemos de la posibilidad de detectar alteraciones citológicas mediante las revisiones. Y como el cáncer de cuello está en relación con la infección por el virus del papiloma humano, también disponemos de una vacuna que nos va a permitir dar inmunidad y tener una respuesta más eficaz cuando el organismo entre en contacto con ese virus, con lo cual se facilita la curación.
- ¿Pero estar infectada por el virus del papiloma no es sinónimo de lesión maligna?
- Efectivamente, una cosa es la infección por VPH, pero el hecho de tener el virus no quiere decir que produzca alteraciones en el cuello. Si el resultado de la citología sale normal, simplemente hay que observar. Si tienes una infección por VPH no hay que poner tratamiento, porque en el 80-90% de los casos el organismo se encarga con sus anticuerpos de eliminarlo. Lo que pasa es que en algunos casos, en pacientes inmunodeprimidos o en organismos con una mayor predisposición, esa infección puede perdurar y empieza a producir alteraciones que al cabo de 10-15 años puede acabar en un cáncer.
- La introducción de la vacuna frente al VPH en el calendario resultó controvertida, porque no estaba suficientemente probada, por su elevado coste y por la baja incidencia de ese cáncer, según sus detractores. ¿Se ha superado ese debate?
- Tenemos datos suficientes para saber que la inmunidad que se adquiere con esta vacuna es suficiente para proteger a la paciente y que ayuda a la respuesta frente al virus. Pero no solo eso. Los últimos datos han permitido modificar los protocolos para inocular dos dosis, frente a las tres actuales. Esa indicación ya se ha aprobado, aunque todavía no se está haciendo realidad. Estamos hablando de una vacuna eficiente. Es fundamental prevenir un cáncer para el que conocemos la vacuna que es eficaz.
- Se vacuna a las niñas, pero los hombres también portan el virus. ¿Siguiendo el ejemplo de países como Australia, habría que vacunar a los chicos?
- Lo ideal es que se vacune también a los niños. El virus se transmite por relaciones sexuales, el varón también es transmisor. La mujer tiene más capacidad de contagio, pero teniendo en cuenta que el hombre también transmite el virus, si está vacunado mejorará la respuesta de su organismo. Y luego hay colectivos, como el de los homosexuales, que son población diana de riesgo donde realmente ayudaría. Además, se ha centralizado la compra de vacunas que antes hacían las comunidades por separado, ha bajado mucho el precio y la dosis se va a reducir a dos. Ahí hay un argumento para ampliar la población que se vacuna.
- ¿La incidencia de estos cánceres ginecológicos va a más?
- Distinguimos cánceres cuya incidencia aumenta con el nivel de desarrollo. El cáncer de mama, de endometrio y de ovario aumentan en los países desarrollados. Un ejemplo curioso y muy claro es que las mujeres orientales tienen una baja incidencia de cáncer de mama. Prácticamente no existe. Sin embargo, esas mismas mujeres cuando emigran a los Estado Unidos, conforme se asientan y pasan los años, van adquiriendo la incidencia de la población local. Luego hay algo en el factor ambiente o en el tipo de vida que hace que se desarrollen estas patologías. El cáncer de endometrio se asocia también con la hipertensión, la diabetes y con la obesidad, por lo que en sociedades desarrolladas se facilita su aparición. Está claro que la alimentación algo tiene que ver con esa obesidad o hipertensión. En contrapartida tenemos cánceres que se asocian a países en desarrollo, como el de cuello y vulva, y están en relación con esas poblaciones donde no existen campañas de prevención, con una cierta promiscuidad. A mayor número de parejas, más probabilidad de que se disemine el VPH. A nivel nacional, Gipuzkoa y Navarra es donde más baja incidencia hay. En contrapartida, Baleares es la comunidad con mayor incidencia de cáncer de cuello.
- ¿Qué pronóstico tiene el cáncer ginecológico?
- Como en todos los cánceres, cuanto antes se detecte, en fases más iniciales, lógicamente el pronóstico mejora. En el caso del cáncer de ovario, por ejemplo, tenemos un problema porque no existe señal de alarma. En el de endometrio tenemos un sangrado en la menopausia, en el de cuello de útero podemos ir detectando poco a poco lesiones precancerosas, y en el de vulva suele haber picor y prurito genital, molestias. Pero el de ovario no avisa, incluso la ecografía y los marcadores pueden ser normales y cuando se detecta esté ya en una fase más avanzada. En esos casos el tratamiento es la cirugía, pero los resultados pueden ser menos satisfactorios que en otros cánceres. En el endometrio tiene muy buen pronóstico: se trata con cirugía y con tratamiento complementario de radioterapia. El de cérvix tiene un tratamiento muy específico en función de si lo detectamos en una fase inicial, en cuyo caso se recurre a la cirugía, o situaciones de diagnóstico más avanzadas, cuando se trata con radioterapia y quimioterapia. El de vulva fundamentalmente se trata con cirugía.
- ¿Son cirugías agresivas?
- Suele consistir en extirpar el tumor con tejido alrededor sano para que los márgenes queden libres. Lo bueno es que se está avanzando y somos capaces de conseguir esa radicalidad, tanto para el cáncer de endometrio y de cuello, con cirugía laparoscópica, que es mínimamente invasiva. Esas cicatrices desde el pubis hasta el esternón las vamos sustituyendo por 3-4 cicatrices de un centímetro de media. Estética y psicológicamente son mucho menos agresivas, y la recuperación es más rápida: el ingreso hospitalario se reduce a 2-3 días.
-¿Qué calidad de vida se tiene tras un cáncer ginecológico?
- Si realmente estamos concienciados, nos sometemos a revisiones, donde podemos detectar precozmente una cáncer en mama, endometrio o vulva, con tratamiento adecuado curamos esos cánceres y la calidad de vida puede ser totalmente satisfactoria. Estamos en una fase en la que se ha superado el miedo escénico que nos producía la palabra cáncer y ahora podemos decir que si está localizado cuando se diagnostica, estamos curados.