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CULTURA

Esteban Granero: «Hay quien para desahogarse llama a un amigo, pero yo prefiero escribir un poema»

El jugador de la Real Sociedad compagina su afición por la música y la lectura con la escritura de poemas que mantiene celosamente inéditos

ALBERTO MOYANO

Miércoles, 19 de marzo 2014, 16:17

«Es un tío con mucha sensibilidad. Toca la guitarra, es un gran lector y escribe muy bien. Tiene unos poemas acojonantes». Quien así se expresa es el componente del grupo Pereza Leiva, en una reciente entrevista a una revista musical. Y el objeto de sus elogios, Esteban Granero, el jugador de la Real Sociedad, de quien ya se conocía su pasión por la literatura, aunque no que también la practicara a través de unos poemas que se muestra reticente a publicar.

-¿Qué piensa al escuchar los elogios que le dedica Leiva?

-Bueno, es un buen amigo, por eso dice eso. Es verdad que alguna vez he escrito y que cuando lo he hecho se lo he enviado a él y a Quique (González) porque son dos buenos amigos y con mucha sensibilidad para estas cosas y como ellos comparten conmigo sus cosas, me siento obligado a hacer lo propio con las mías.

-¿Y qué le suelen decir?

-Normalmente, las críticas suelen ser positivas. Les gusta lo que escribo, no sé si lo dicen para no herirme, pero espero que sinceramente les gusten las tonterías que puedo escribir yo, que son como las de cualquiera. Es una forma de expresar lo que pienso. A veces lo necesito, tanto en prosa como en verso, y me hace sentir bien. Me gustaría escribir más de lo que escribo, pero soy muy autoexigente y me cabreo cuando me salen cosas que no me gustan, así que escribo menos de lo que quisiera.

-¿Qué momentos suele escoger para escribir?

-Cuando viajas, sobre todo, en los hoteles, por la noche, los días que duermes menos es más fácil. Tampoco tengo mucho más tiempo. Hace unos cinco años, cuando estaba en Madrid recibí clases de escritura creativa en el Hotel Kafka con un grupo de amigos y profesores, y ahí aprendí las bases de la escritura. Y sobre todo, me inculcaron las ganas de escribir.

-¿Y antes?

-También, pero lo normal, como quien escribe un diario. Habrá gente que llame por teléfono a su colega para contarle sus cosas y yo prefiero escribirlas. Es mi forma de desahogarme o como se quiera llamar, pero sí es verdad que a raíz de las clases en Hotel Kafka lo hago con más fundamento, pierdo menos el tiempo, lo hago mejor y es más productivo.

-¿Sobre qué temas escribe?

-Intento dar respuesta a cosas. A veces mediante la escritura buscas adentrarte en un problema o al revés, directamente tratas de olvidarte recurriendo a otro tema. Depende, no tengo una norma fija.

-¿Le tienta escribir la letra de una canción?

-No me veo capacitado, la verdad. Veo lo que escriben mis amigos músicos y me impone respeto porque no se puede tomar a la ligera. Otra cosa es que yo escriba la letra de una canción igual que ellos juegan al fútbol: para entretenerme y pasar el rato. Hasta ahí, no hay problema, pero ya algo más importante me impondría demasiado respeto. Admiro demasiado ese trabajo, sobre todo, cuando lo hacen con dignidad e ilusión. Me veo fuera de ahí.

-Ya que lo menciona, ¿qué tal juegan Leiva y Quique González?

-Bien, son muy futboleros. Leiva es del Atlético, pero se le perdona. Tiene una rosca muy buena. En el fondo de su corazón, le hubiera gustado ser futbolista y en el fondo del mío, hubiera querido estar ahí arriba tocando en el escenario... (risas) No, es broma: los dos somos lo que queremos ser, pero a los dos nos gusta lo que hace el otro.

-¿Y no se plantea publicar?

-Publicaría encantado, siempre que escribiera en condiciones. Normalmente, tengo 'gatillazos' a mitad del poema, lo dejo a medias, que es lo peor, aunque es verdad que a quien se lo dejo leer suele gustarle, siempre pienso que me está engañando y que me lo dice por complacerme.

-También es un gran lector.

-No sé si soy un gran lector o un lector malo, pero lo cierto es que leo mucho. Me gusta. Este año estoy haciéndolo algo menos, pero es un hábito que me acompaña desde que de pequeño mi hermano me obligaba a hacerlo media hora al día. Ahora se lo tengo que agradecer porque es una afición que fue creciendo y de pequeño hasta me tenían que quitar los libros de la mano. No lo considero algo especial, ni que me haga diferente, simplemente me gusta y me lo paso bien.

-¿Cómo elige sus lecturas? ¿Se deja aconsejar? ¿Sigue a autores fijos? ¿Se guía por los suplementos culturales?

-Me dejo recomendar por amigos y por gente que pienso que tiene buen criterio o al menos uno parecido al mío. Tampoco tengo grandes fobias, ni manía a prácticamente ningún género.

-Muy ecléctico ¿no? Lo mismo lee a Kafka que a Raymond Carver o a Bukowski...

-Sí, leo mucho a los clásicos porque pienso que lo son por algo. Hoy en día hay que andarse con ojo en las librerías. No pasa nada si me recomiendan un 'best-seller', que si lo es, también será por algo y está bien averiguar por qué.

-¿También le gustan los relatos cortos?

-Sí, mucho. Me gustan mucho 'La noche' y 'Bola de sebo', de Maupassant; también los de Rudyard Kipling y Charles Dickens. Y en castellano, los de Eloy Tizón, que fue mi profesor cuando estuve en Hotel Kafka.

-¿Qué tiene que tener un poema para que le atrape?

-Es difícil decirlo, no existe una palabra que explique por qué algo te gusta cuando lo lees, no está en el diccionario. Precisamente, por eso no hay tantos, por eso son tan especiales. Creo que era Joaquín Sabina el que, citando a alguien, decía que «una canción es una buena melodía, una buena letra, unos buenos arreglos y algo más que nadie sabe lo que es, pero que es lo único que importa». Con la poesía pasa algo parecido. Además, puede que lo que a mí me guste de un poema sea precisamente lo que a ti menos te convenza. Por eso es tan especial y tan meritorio el trabajo del poeta. Cualquiera puede escribir un poema, pero hacer uno bueno está al alcance de muy poca gente.

-Al contrario de lo que sucede con la novela, resulta complicado hacer pasar por bueno uno malo...

-Sí, para bien y para mal, en la poesía es más fácil que se te vea el plumero.

-Y en este mundo del fútbol, ¿no tiene a veces la tentación de disimular su condición de lector para no parecer raro?

-Ya me quité la careta hace mucho tiempo. No, me da igual, ni me avergüenzo, ni me enorgullezco. Simplemente, es algo que disfruto muchísimo, como a otro le pueden gustar otras cosas, pero no lo oculto, no tengo esos problemas.

-¿Y la biblioteca? ¿Cómo se las arregla para llevarla consigo cuando cambia de club?

-En Madrid tengo la biblioteca que me regaló mi madre, el mejor regalo del mundo. Aquí, en Donostia, tengo muchos que traje desde Londres, tanto en castellano como en inglés. Como me hicieron la mundanza, ya aproveché para que me trajeran los libros. Cuando voy a Madrid suelo llevarme los ya leídos para dejarlos allí y aquí sigo comprando otros.

-¿Qué le parecen en general las librerías donostiarras?

-Pues, comparado lo que hay en la mayoría de las ciudades, están muy bien. Al menos hay más. Es verdad que si comparas con Madrid o Londres, que son las ciudades en las que he vivido, es otra historia, pero aquí hay buen nivel.

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