La barandilla, objeto deseado y protegido
Algunos ciudadanos intentan llevarse trozos del símbolo donostiarra por excelencia (ahora fabricado en Asturias), mientras que otros piden al Ayuntamiento piezas partidas por el temporal
AINGERU MUNGUÍA
Martes, 11 de febrero 2014, 10:43
. Está ahí desde siempre, la vemos todos los días y no le hacemos mucho caso. Pero cuando cuando viene un temporal y rompe algún pedazo suspiramos por llevárnosla a casa. Es la barandilla de La Concha, símbolo por excelencia de nuestra ciudad y objeto de deseo de todo 'ñoñostiarra'. La devastación del domingo por la mañana desprendió varios tramos de barandilla de su lugar habitual. Creada por el arquitecto Juan Rafael Alday en 1910, hoy se fabrica en Gijón en unidades de cinco módulos. Varios donostiarras han solicitado al Ayuntamiento que les entregue las barandillas arrancadas por el temporal, pero es un elemento protegido. Algunos, sin embargo, lograron hacerse con el preciado tesoro. Como por ejemplo, John Benjamin Toshack que se la pidió a un operario que la retiraba y se la llevó para su casa de Mallorca.
Es una estampa que se ha podido ver en el amanecer del domingo. Donostiarras llevándose partes de la barandilla de La Concha a casa. No es algo permitido por el Ayuntamiento porque este elemento está protegido con la categoría F en el Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico Construido (PEPPUC) y no puede ser colocado salvo donde está previsto: en el paseo de La Concha y Alberdi Eder.
La barandilla de La Concha tiene toda una historia. Su creador fue Juan Rafael Alday en 1910, un año después de que asumiera el cargo de arquitecto jefe del Ayuntamiento. Alday no solo diseño la barandilla sino el paseo de La Concha con los relojes y las farolas de la primera rampa. La primera barandilla fue confeccionada en Fundiciones Molinao con un precio de 5.700 pesetas, aunque en décadas posteriores la elaboración del simbólico elemento fue encargado a la firma Mendía y Murua que lo realizó durante décadas, de forma casi artesanal, en hierro fundido.
En el año 2004 un concurso público adjudicó a la empresa Obenasa de Pamplona la renovación de este elemento entre el Náutico y la primera rampa de bajada a la playa, 270 metros de barandilla con sus 66 pilastras que costó cerca de 600.000 euros. Previamente Inasmet realizó un estudio para determinar cuál era el mejor material y diseño para la barandilla -hasta entonces formada por cinco módulos por tramo unidos de forma mecánica con diferentes materiales-, que sufría la aparición de corrosión galvánica. Con el objetivo de mejorar la estructura, se diseñó un tramo con un único módulo, unido al siguiente por la tradicional pilastra, a la que se conectaría con uniones de elementos especiales que minimizarían el deterioro.
Para la investigación de Inasmet se utilizó una cámara de niebla salina en donde se introdujeron las piezas durante mil horas para comprobar su resistencia. Finalmente, se determinó que el material a utilizar fuera de «fundición de hierro nodular» y la empresa que la ha confeccionado en esta última década ha sido la asturiana Fundiciones Infiesta S.A. (Gijón) con un molde propiedad del Ayuntamiento. Su director industrial, Benjamín Menéndez, explica que este material tiene una densidad menor que el acero fundido, es más económico y tiene «características mecánicas semejantes». Pero, sobre todo, este material es más resistente a la salinidad del mar.
Cuando la barandilla se sustituye por su mal estado o se arranca de su lugar habitual por efecto de los temporales, como el pasado fin de semana, los operarios municipales retiran estos módulos y los guardan en las dependencias del Parque Móvil Municipal de Igara. Desde hace varios años, las viejas barandillas de La Concha no se entregan a particulares que las solicitan. Este elemento del mobiliario urbano es un elemento protegido que no puede colocarse fuera del ámbito para el que ha sido diseñado, según explicó el ex concejal de Mantenimiento Urbano, Alberto Rodríguez.
En el PEPPUC que está a punto de aprobarse definitivamente, la barandilla de La Concha aparece con el grado F de protección junto a las de barandillas del Paseo de Salamanca, República Argentina, Ramón María Lilí y Paseo de los Fueros. La protección abarca a la barandilla y a los elementos intercalados (las pilastras) entre los diferentes tramos y se refiere «a los modelos originales de todas esas barandillas, cualquiera que sea su emplazamiento en la ciudad, sin que se extienda a las copias o reproducciones de las mismas».
Muchos ciudadanos aspiran a decorar su casa con un trozo de la barandilla de La Concha. Y, ya puestos, desean una pieza original, una que haya estado décadas colocada en el paseo de La Concha y haya resistido decenas de temporales. Algunos ven una oportunidad de lograr su objetivo en situaciones como la del pasado fin de semana cuando el mar hace el trabajo y deja estas piezas a disposición de quien se las quiera llevar. Sean de la barandilla de La Concha o de la barandilla del puente María Cristina. Los destrozos provocados por las olas a las seis de la mañana del domingo pusieron los dientes afilados a más de uno que intentó llevarse los elementos decorativos metálicos de color negro, una especie de serpientes-dragón, de los trozos de barandilla rotos por la fuerza del oleaje.
Peticiones al Ayuntamiento
Otros vecinos ven las fotos de la barandilla de La Concha rota en el periódico y se animan a solicitar sus restos al Ayuntamiento.
Hace unos días dos ciudadanos lo solicitaban por el canal Udalinfo. «Quisiera preguntar si la barandilla de la Concha arrancada del paseo se va a utilizar para recolocarla, ya que si no se puede reutilizar me gustaría adquirir un trozo para decoración. Mila esker. Ahora estamos tristes de ver así a la ciudad pero la volveremos a poner igual de bonita o más». Otro ciudadano reclamó también una barandilla de las desprendidas por el oleaje. «Pedí a un operario de limpieza una de ellas y me remitió a ustedes. Supongo que alguna será rehabilitada, pero la mayoría serán inservibles. Os envío foto propia. Por favor, les ruego me puedan dar la posibilidad de acceder a una de ellas. Para mí tiene un gran valor sentimental por muchos motivos personales».