Entrañable lentitud
IRATXE DE ARANTZIBIA
Miércoles, 5 de octubre 2011, 04:36
La gran paradoja de todo bailarín es que cuando es joven, posee fuerza desbocada para ejecutar cualquier proeza, mientras que en edad adulta, está dotado de un mayor poso para interpretar los diferentes roles. Cuando la madurez se torna en vejez, resulta casi insólito estar invitado como espectador a observar cómo afecta el paso del tiempo a la calidad de movimiento. Ésa es la idea motriz de 'Oroitzen naiz...', espectáculo presentado anoche ante un concurrido público en el donostiarra Teatro Principal. Tres figuras totémicas de la cultura tradicional vasca, tanto en danza como en coros, se ponen sobre el escenario para esbozar unos retazos danzados de su memoria histórica corporal. El cuerpo retiene la esencia de aquello que ha servido como motor del movimiento. Mizel Théret firma la propuesta en la que ha volcado grandes dosis de sensibilidad y minimalismo. La sola presencia en escena de Philippe Oyhamburu (90 años), Jean Nesprias (84) y Koldo Zabala (75) delata su profundo amor a la danza, además de su fuerte raigambre a la cultura popular vasca. Pasear, sentarse, levantarse, dibujar unos trazos de danza, dirigir un coro imaginario, compartir a viva voz alguno de sus anacrónicos recuerdos vitales son las actividades que conforman el hilo narrativo de 'Oroitzen naiz', siempre en clave de lentitud y suavidad como una especie de 'perpetuum mobile'. La cuidada puesta en escena, con una sobria iluminación y una magnífica banda sonora (Anjel Illarramendi, Mikel Laboa, Iñaki Salvador, Arvo Part, etcétera), construyó un espectáculo con un gran sentido de la plasticidad. Gustó el entrañable recorrido por el ocaso existencial gracias a un reseñable trío y que obtuvo una importante salva de aplausos.