«Una víctima lo es al margen de su ideología y de la de su victimario»
El Premio Nacional de Ensayo hablará mañana sobre la moral y el Holocausto en la Casa de la Paz de Aiete
ALBERTO MOYANO amoyano@diariovasco.com
Miércoles, 27 de abril 2011, 04:08
A dos días de que se clausure la exposición que la Casa de la Paz de Aiete ha dedicado a Ana Frank, el filósofo Reyes Mate ofrecerá mañana una conferencia sobre 'La significación moral y social del Holocausto'. El premio Nacional de Ensayo 2009 reivindica el deber de la memoria y lamenta el desconocimiento que existe en España en torno al exterminio de los judíos europeos durante la II Guerra Mundial.
- Su conferencia clausura una exposición sobre Ana Frank.
- Señalaría la importancia que tiene hacer una exposición sobre Ana Frank porque no siempre ha sido posible ya que su figura no suscitaba ningún interés, al igual que todo el fenómeno de Auschwitz. Tras la II Guerra Mundial hay un tiempo de silencio y sólo en los años sesenta surge la figura de Ana Frank, que conmueve a la opinión pública. En ese sentido, es pionera en cuanto a capacidad de sensibilización y, por tanto, de evocar la experiencia colectiva del Holocausto.
- ¿Existe una moral previa y otra posterior al Holocausto?
- Efectivamente, se puede hablar de un antes y un después.
- ¿En qué sentido?
- Cuando los deportados supervivientes salen de los campos, sin que ellos previamente se pongan de acuerdo, aparece el grito de Nunca más. Al tiempo, como antídoto, aparece el deber de memoria. Es extraño que se evoque una categoría tan frágil como la memoria para hacer frente a una experiencia de barbarie. Puestos a pensar, podían haber propuesto más educación, más progreso o un Plan Marshall y, sin embargo, se cita la memoria como categoría interpretativa. Aparece la idea de que las siguientes generaciones -es decir, nosotros- no podemos pensar la vida ni qué significa ser bueno sin tener en cuenta la experiencia de la barbarie. Adorno lo llamó el nuevo imperativo categórico: repensar la política, la ética y hasta la estética a partir de la experiencia que ha vivido la humanidad para que no se repita y para hacer justicia a las víctimas.
- Entonces, el hecho de que la conferencia tenga lugar en el País Vasco, ¿le da un significado especial?
- Evidentemente. El lugar que ha ocupado la memoria en los últimos treinta años en el mundo tiene mucho que ver con la memoria del Holocausto. Ha sido reflexión sobre la importancia de sus víctimas la que ha sensibilizado sobre otras víctimas, como las de la esclavitud, las de la conquista, las del colonialismo y también, las contemporáneas del terrorismo. Gracias a la experiencia brutal del Holocausto, hemos descubierto que en todo crimen político hay una muerte física y otra metafísica. No sólo se trata de matar a alguien, sino de invisibilizar el crimen, dándole una interpretación para que pueda ser comprendido, tolerado y asumido como algo inevitable o un mal menor. Y esa invisibilización de las víctimas queda muy denunciado en el Holocausto y es lo que nos ha sensibilizado para que ante una víctima, entendamos su importancia absoluta y no la difuminemos con explicaciones de tipo político.
- Precisamente, ese silencio tras el Holocausto, ¿invitaría a dejar transcurrir un plazo antes de abordar la cuestión de las víctimas?
- Lo cierto es que ocurrió así, fue necesario un tiempo hasta que se abordó el tema de las víctimas del Holocausto, pero ese silencio no fue casual. Tras la guerra, aparece el comunismo, y desde los países aliados se busca movilizar todas las energías -incluidas las alemanas- contra el nuevo enemigo. Al fin y al cabo, piensan que el fascismo ha sido derrotado y por parte de las organizaciones judías está el deseo de ser aceptadas. Las únicas que no olvidan son las víctimas, que hablan y si se callan es porque les obligan o porque nadie les escucha.
- ¿Debería alertarnos esto de la utilización política de las víctimas?
- Ése es un aspecto muy importante. La víctima es significativa en sí misma. Llamamos víctima al ser humano que es objeto de una violencia injusta y eso es independiente de las ideologías que tengan la víctima y el victimario. Las víctimas pueden estar en cualquier campo. Quien entienda lo que es una víctima, entiende lo que son todas. No puede haber 'tus víctimas', ni 'mis víctimas'. Eso son manipulaciones políticas que debilitan totalmente la significación moral de la víctima.
- ¿En cuanto a la obediencia ciega al Estado...?
- Lo triste del juicio de Eichmann fue la invocación a la obediencia debida y también lo difícil que a veces resulta ser libre y responsable en una trama tan compartimentada. A uno le pide que sea únicamente responsable de su parcelita de trabajo, eximiéndole del resultado final de la operación. La burocratización del mal fue otra de las razones invocadas por la defensa de Eichmann. Hay que estar muy atento, no sólo a nuestras propias acciones, sino a sus consecuencias en lo que está ocurriendo en el entorno, lo peligroso que es el espectador indiferente.
- ¿Se ha filtrado hasta la actualidad el lenguaje del Holocausto?
- Lo que hay es mucho abuso. Recientemente han condenado y debidamente al ex portavoz de Aznar Miguel Ángel Rodríguez por llamar nazi al doctor Montes. Hay mucha ignorancia en torno al Holocausto y a lo que significan los términos que allí se usaban, efectivamente, cargados de eufemismos.
- ¿A qué atribuye esta ignorancia?
- En los sesenta, aquí había un gobierno que era la prolongación del fascismo, por lo tanto, se dificultaba muchísimo su conocimiento. Por otra parte, tras la muerte del dictador, la cultura española -y hablo de la filosofía y de la historia- estaba muy retrasada respecto a los grandes estudios y análisis occidentales.
- ¿Sustituyen los productos hollywoodienses al conocimiento sobre el Holocausto?
- Claro, sí, sí. Las únicas aproximaciones que teníamos a la II Guerra Mundial eran las películas de los buenos americanos.
- ¿Qué pensamientos le suscitó la reciente imagen de un legionario tatuado con una esvástica y portando la imagen de un Cristo?
- Bueno... No creo que se pueda decir que hay una vuelta del antisemitismo, pero sí que hay una supervivencia y una presencia de manifestaciones nazis.
-Ya, pero no es lo mismo ver una esvástica en un hooligan que en un miembro de las Fuerzas Armadas.
- Además, lo curioso es que esa cruz gamada fue un grito de guerra contra los judíos y en este caso estaba en el brazo de alguien que pretendía exhibir a un judío crucificado. Tiene algo de sarcástico y, en el fondo, de ignorancia. Es un gesto muy elocuente: una esvástica ensalzando a un judío que históricamente fue asesinado en la cruz.