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Cena. Kresala y Gaztelubide compartieron la tradicional cena de la víspera de la Virgen. :: NAGORE IRAOLA
GENTE DE LA CIUDAD

Un 'Festara de Honor' que une

Kresala recibió el premio de manos de Juan Mari Abad

M.L. GENTEDELACIUDAD@GMAIL.COM

Martes, 17 de agosto 2010, 04:07

Como «un lazo definitivo de hermanamiento». Así definió el presidente de Gaztelubide, Juan Mari Abad, la concesión a Kresala del 'Festara de Honor', una distinción que alcanza ya su sexta edición y que trata de ser un reconocimiento «por la gran labor que ésta ha hecho y sigue haciendo por la cultura donostiarra, constituyendo un referente de primer orden en la vida social de nuestra querida San Sebastián».

Visiblemente emocionados, Antxon Ormaetxea y Paco Sexmilo, presidente y vicepresidente, respectivamente, de la sociedad homenajeada, recogían de manos de Abad el galardón, «una alegoría de un coro cantando». «Estamos encantados, porque el posible desencuentro entre Graztelubide y Kresala, si alguna vez existió, ha quedado zanjado. Este premio sella el respeto mutuo y tapa las carencias que había. Pone el broche a una relación que ya teníamos de antes», señalaba Sexmilo.

Las dos sociedades, que, tal y como Abad recordó, «se encuentran unidas por ese trayecto de historia que es nuestra entrañable calle 31 de agosto», están más ligadas que nunca. «Había como una falta de conexión y esto ha sido una forma de unir los extremos de la Parte Vieja de forma simbólica a través de su arteria principal», aseguraba José Ramón Aldanondo, en presencia de otros miembros de la directiva de Gaztelubide, como Manueltxo Unanue, Mariano Torres, Aitor Elizalde, José Ramón Mendizábal, Mariano Torres, Aitor Elizalde, Manolo Pajares y Titi Evangelista.

Todos ellos compartían mesa y buenos momentos en la tradicional cena de víspera de la Virgen, en la que el cocinero Jesús Bustillo, conquistó los paladares del más de un centenar de comensales con el menú ideado a base de ensalada mixta Gaztelubide, bogavante del Cantábrico, solomillo con guarnición y tarta milhojas.

Los platos se vieron aderezados por las canciones siempre alegres del coro que, formado por José Antonio Salas, Javier Pangua, Juan Pablo Lizarza y otros amigos, lo mismo interpreta 'Il ladrone' que 'Mi viejo San Juan', 'Maite' y 'O sole mío', convirtiendo por arte de magia las servilletas del público en violines y violoncelos que al final del tema alzan el vuelo, igual que palomas en libertad.

Las actuaciones se ganaron el aplauso de socios e invitados, como Xosé Antonio Vilaboa, presidente de la Federación Guipuzcoana de las Casas Regionales; el presidente de Gaztelupe, Gorka Olaizola; José Miguel García y José Luis Orobia, presidente y vicepresidente, respectivamente, de Napardi, de Pamplona; Manuel Solórzano, de Kondarrak; y los representantes de Irungo Atsegina.

No me olvido de otros asistentes distinguidos. Ése era el caso de Iñaki Almandoz, director de Relaciones Instituciones de Kutxa; José Antonio Sáinz de Alfaro, director del Orfeón Donostiarra; Javier María Sada, escritor y cronista de San Sebastián; Juan Mari Guezala, director del coro Anaiki de París; e Iñaki Barriola, Tambor Mayor de la Artesana.

Minutos antes de la medianoche, se procedió al sorteo de un viaje del que resultó agraciado el poseedor del número 934. Entonces, el coro de Gaztelubide, reforzado por 15 componentes del Orfeón Donostiarra, tomó posiciones en el exterior de la sociedad dispuesto a entonar el 'Festara', bajo la batuta de Jaime Tejadas. Centenares de personas aguardaban el inicio del acto, en el que también Sexmilo se puso al frente de los cantores. La Semana Grande no podía comenzar de mejor modo.

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