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Las 10 noticias clave de la jornada
Iñigo Prada Luengo, ayudando en la labor de distribución de alimentos a los refugiados sirios.
«Las familias que atendíamos podían  ser cualquiera de las nuestras de Tolosa»

«Las familias que atendíamos podían ser cualquiera de las nuestras de Tolosa»

El tolosarra Iñigo Prada ha colaborado en la atención a los refugiados sirios que llegan a la isla griega de Chios huyendo de la guerra

JUANMA GOÑI

Domingo, 29 de mayo 2016, 02:09

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«Era gente como yo. Eran familias que podían ser iguales a las nuestras de Tolosa. Huían de la guerra y la desesperación, no de la pobreza. Es lo que más me impresionó, lo que más se me ha quedado grabado». El tolosarra de 22 años Iñigo Prada ha llegado de la isla griega de Chios marcado por una experiencia vital «gratificante y muy dura en todos los sentidos». Licenciado en Biología y socorrista marítimo de la Cruz Roja, no dudó en ponerse en contacto con la ONG «Salvamento Marítimo Humanitario» para colaborar durante algunos días como voluntario en la labor de rescatar en alta mar a los refugiados sirios que tratan de llegar a Europa desde Turquía. Lo que ha visto permanece con él para siempre en su interior. «Ha sido ver en directo la dolorosa realidad», cuenta.

La asociación vasca Salvamento Marítimo Humanitario (SMH) tiene como principal objetivo socorrer a los refugiados que se aventuran en busca de nuevas oportunidades cruzando el mar. Con los principios de «voluntariado, solidaridad, humanidad, universalidad, igualdad, imparcialidad y dignidad», explican sus promotores.

Iñigo Prada relata que los botes de refugiados solían llegar a partir de las ocho de la tarde en una escala continua que no cesaba hasta bien entrada la mañana de la jornada siguiente. «Dormíamos solo unas dos horas al día». «En cuanto recibíamos la llamada salíamos al mar. Si el bote tenía motor, le guiábamos a puerto y si no, lo remolcábamos». «Cada día llegaban entre 800 y 1.200 refugiados. En cuanto nos avistaban, nos enseñaban los bebés, los mostraban con los brazos en alto. Ya en el puerto, eran atendidos por el equipo de tierra. Llegaban cansados, muy débiles. Las imágenes no se pueden olvidar».

A Iñigo Prada le impresionó «la educación y el respeto» de estas gentes. «No huían de la miseria, sino de la guerra y la barbarie. Veías a familias enteras que habían llegado con sus ahorros, que lo habían dejado todo en su país». «Si te fijabas bien, podías hacer una extrapolación con cualquier grupo elegido al azar de entre la gente que pasea por las calles de Tolosa», cuenta este tolosarra, que actualmente reside en Copenhague, donde cursa un master de Bioinformática.

Preguntamos a Iñigo si le daba tiempo a reflexionar sobre lo que estaba viendo en clave política o geoestratégica. Él cuenta que, en esos momentos, todos sus esfuerzos estaban centrados en el plano humanitario, en ayudar a estas personas, ofrecerles las primeras atenciones y dejarlos encauzados hacia su primer destino en el campo de refugiados de la isla. «Luego, cuando regresas, sí percibes la falta de solidaridad europea, la necesidad de que haya más colaboración y, desde luego, la certidumbre de que el problema no se resuelve cerrando puertas ni fronteras, porque encontrarán otras rutas para huir de la guerra». También tiene la sensación de que el objetivo de los sirios «no es llegar al norte de Europa», sino garantizar su supervivencia en un entorno más tranquilo. «Yo creo que les daba igual quedarse en Atenas que ir a Alemania, por ejemplo».

Campo de refugiados

Junto a 'Salvamento Marítimo Humanitario', otra ONG vasca tiene un destacamento activo en la isla. Se llama 'Zaporeak'. Sus integrantes preparaban desayunos, comidas y cenas para todos aquellos socorristas, médicos o psicólogos que están operando en Chios para que ellos puedan dedicarse de forma exclusiva a salvar vidas. También proporcionan alimentos a los refugiados que llegan mojados a la playa y en el campamento al que son trasladados.

Durante cuatro días de la estancia de Iñigo Prada en Chios, el mal estado de la mar debido a los fuertes temporales hizo imposible la llegada de refugiados. El joven tolosarra aprovechó este periodo para colaborar con 'Zaporeak' en la distribución de alimentos en el campo de refugiados. «Fue también interesante y revelador», relata. «A este campo son llevados en autobús en cuanto desembarcan y reciben las primeras atenciones». En este campamento, Iñigo vio también la dura cara de la realidad de estas personas. Y nos cuenta un momento que se le quedó grabado, cuando un padre le dijo: «Cada día que pasamos aquí, mi hijo va perdiendo la posibilidad de recibir la educación». «Era lo que más le preocupaba, me llamó muchísimo la atención», dice Iñigo.

El joven tolosarra quiere destacar la gran labor que llevan a cabo sobre el terreno las organizaciones humanitarias vascas. «Su trabajo es increíble, ha sido muy gratificante colaborar con ellas», concluye.

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