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Amaia y Aitor, los propietarios posando en la sidrería Tximista.
Nueva etapa para la sidrería Tximista

Nueva etapa para la sidrería Tximista

El veterano local ordiziarra pasa a formar parte del club de elaboradores

PPLL

Domingo, 7 de febrero 2016, 00:49

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Con la llegada de una nueva campaña del zumo de la manzana y del txotx, la sidrería Tximista ve cumplido un sueño, convertirse en elaboradora, lo que los puristas consideran una sidrería con todas las de la ley.

Sirva reseñar que el recordado Antxon Crehuet llevó a cabo una amplia labor de investigación en el archivo municipal, que completó con entrevistas a pie de obra, trabajo que finalmente publicó en la revista 'Santa Ana' de 1992 bajo el título 'Sidra y sidrerías en Ordizia, 1930-35'. Acontecimiento del que cabría pensar que se trata del momento de máximo esplendor y acreditación de ese tipo de establecimientos en el municipio.

Periodo en el que contabiliza 15 sidrerías en la localidad, la mayoría elaboradoras. Actividad que decae tras la guerra civil hasta desaparecer en 1975, al cerrar las dos últimas, la sidrería Arana, ubicada en la calle Euskal Herria, y de la que apunta como singularidad que todas las kupelas tenían nombre de mujer, y la de la Granja.

La sidrería Tximista abrió sus puertas en 1982 en el bajo de la casa ubicada en ese punto en el que se encuentra la Avenida con el paseo Joseba Rezola (Vial Sur), por su puesto al lado del puente de Tximista, apertura que tuvo lugar de la mano del matrimonio Esnaola Gaztañaga, Josetxo y Mari Carmen, local en el que en su día la familia contó con una calderería, actividad de la que el establecimiento guarda evidentes reminiscencias.

Era la segunda generación, en concreto la formada por Aitor Esnaola y su mujer Amaia Blázquez, la que asumía ese nuevo reto, sucesores que en el año 2002, decidían como primer paso comprar dos hectáreas de terreno en Getaria en los que plantaban su manzanal, que completaban con otro en Ataun, producción a la que añadían manzana traída de Oiartzun, Zaldibia y Zizurkil.

Esfuerzo que esta última temporada daba frutos suficientes como para dar el segundo paso, instalar el lagar, el tolare en casa, en la propia sidrería, kupelas de acero inoxidable, etc, espacio que, acristalado queda a la vista. Tras exprimir el fruto a lo largo del mes de octubre y darle el tiempo pertinente, con el comienzo de las vacaciones de Navidad asistían al gran día y estreno de la temporada de txotx con marchamo propio.

En este primer año, la producción de sidra se va a acercar a los 11.000 litros, 10.750 para ser exactos, repartidos en 10 kupelas, todas, apuntan, con sabores diferentes.

Como término medio, Aitor define esta primera hornada como una sidra no dulce, con chispa y carbónico suficiente y color equilibrado, ni oscura ni especialmente clara. Desde mi punto de vista, añade, «diría que tiene personalidad propia».

«Hemos pasado a formar parte de la Asociación de Sidra Natural de Gipuzkoa, donde hemos encontrado un amplio asesoramiento, que es de agradecer», destaca Aitor, quien ahora como elaborador subraya que en estos días la sidra, como producto vivo que es, evoluciona de jornada en jornada, algo que sin duda resulta apasionante.

Evolución, añade, «que seguimos muy de cerca con el enólogo de la asociación». Manteniendo la tradición, la sidra permanecerá en las kupelas hasta el comienzo de la época estival, momento a partir del cual la embotellarán. Hasta que ese momento llegue seguirá en las barricas atendiendo a esa parsimoniosa e itinerante degustación, apertura y cierre de cada kupela, a la que reclama e invita a la concurrencia la llamada al txotx!, voz y cadencia, a la que, debido a la falta de costumbre queda cogerle el truco.

Y en este contexto, indica Amaia, «hemos redoblado esfuerzos para que todos los productos que vayan al mantel, desde los huevos, el bacalao, la txuleta, y por supuesto el queso y las nueces, sean productos selectos, y si es posible de casa, como las tartas». Nueva etapa que no cabe duda, Aitor y Amaia afrontan no solo esperanzados sino con la mayor ilusión.

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