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«Eran muy trabajadores y querían a sus hijos con locura»

La pareja fallecida llevaba «toda la vida» viviendo en Zorroza, donde no acaban de creerse lo sucedido

silvia osorio

Domingo, 28 de mayo 2017, 13:15

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ran primos carnales y se conocían desde críos. Pese a que Joaquín residía en el barrio bilbaíno de Zorroza y Rocío era natural de Avilés (Asturias), se veían con frecuencia en distintas reuniones familiares. Hace solo cinco años, iniciaron una vida en común. Se casaron y poco tiempo después nacieron sus dos hijos, César y Jenny, de 2 y 3 años. Ayer perecieron todos en un atroz incendio que arrasó su hogar y se llevó sus vidas de manera muy prematura.

La noticia de su fallecimiento cayó como una losa entre sus allegados. Según afirmó José Jiménez, vecino que reside en el portal número 3 y que actuó como improvisado portavoz de la familia, el matrimonio se dedicaba a la venta ambulante. «Muy buena gente, gente maravillosa. Trabajadores de mercadillo que llevaban toda la vida viviendo en el barrio. Les conocíamos todos», señalaba con evidentes gestos de abatimiento y preocupación por los abuelos paternos de los pequeños, que se encontraban «muy graves» en la Unidad de Grandes Quemados de Cruces, en Barakaldo.

«¿Y mi amiga?»

Gente de barrio, «de toda la vida de aquí», abundaba el hombre. Era habitual que vecinos de otros edificios coincidieran habitualmente con la pareja y sus retoños. «Sobre todo, en el parque o de camino al colegio, ya que siempre iban con ellos. Eran unas personas muy pendientes de sus hijos. Les querían con locura», relataba, roto de dolor, Antonio Pisa, amigo de la familia, que se acercó al ambulatorio fabril a conocer el estado de los dos abuelos y a arropar a los familiares más directos.

Muchos vecinos no acababan de creerse lo sucedido. El viernes, como cualquier otro día, habían coincidido con la familia por las calles del barrio. Antonio describía a la pequeña como una niña «muy viva», dicharachera y siempre alegre. «Nos conocía a todos. Ayer mismo (por el viernes) me dio un dibujo que había hecho en el colegio. Nos los enseñó a todos la mar de contenta. Al crío le di un 'bollicao' y lo mismo... ¡Qué pena!», lamentaba el hombre. Él tiene una hija de 3 añitos que era «íntima» de Jenny. «Ya le hemos dicho que está en el cielo. Y ella no para de decirme: ¿Y mi amiga? ¿Ya no está mi amiga?».

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