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Imagen de archivo de un ertzaina en una incautación de marihuana.
La violenta cosecha de marihuana de este año: tiroteos y trampas vietnamitas

La violenta cosecha de marihuana de este año: tiroteos y trampas vietnamitas

La recolección de las plantas de cannabis, que se lleva a cabo en otoño, supone un aumento de la violencia en Euskadi entre los matones que protegen plantaciones clandestinas valoradas en miles de euros

óscar b. de otálora

Lunes, 31 de octubre 2016, 15:04

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El pasado 4 de octubre la Ertzaintza se disponía a desmontar una plantación ilegal de marihuana escondida en el barrio de Ventas, en Irún. Cuando los agentes llegaron a la zona fueron recibidos a tiros por las dos personas que custodiaban el huerto un hombre de 27 años y su hermana de 33. Además de disparar contra los agentes con una pistola de aire comprimido, uno de ellos intentó apalear con una estaca a los ertzainas. Cuando consiguieron reducir a los agresores, los funcionarios descubrieron que los accesos a la plantación estaban sembrados con estacas afiladas y dispositivos con clavos similares a las trampas que la guerrilla del Vietcong utilizó contra las tropas americanas en la guerra de Vietnam. Era una zona de emboscada diseñada para acabar con cualquiera que intentase robar la cosecha.

Otoño es la época de recogida de la marihuana y cada año se está convirtiendo en un momento de una especial violencia en el mundo de la delincuencia vasca, ante las enormes cuantías de dinero que se mueven alrededor de este oro verde. De las 18 redadas llevadas a cabo por la Ertzaintza en lo que va de 2016 contra redes de producción de esta droga, diez de ellas han tenido lugar desde agosto. A partir de esa fecha la marihuana florece, su olor es más fuerte y los movimientos que se generan a su alrededor hacen más fácil localizar los sembrados clandestinos.

Se trata de unos cultivos ilegales que valen su peso en oro la maría se vende a 3.000 euros el kilo y cada arbusto produce 1.000 gramos por lo que a su alrededor se ha generado un submundo de matones armados y sofisticados sistemas de ocultación. Una mafia que se esta incrementando en Euskadi, ya que cada año la Policía vasca descubre más cultivos ilegales. En 2014 se incautó de 6.000 plantas. Al año siguiente la cifra se elevó a 7.500 y en 2016 ya han encontrado 13.000 arbustos de esta droga y ha detenido a 40 personas.

Un ejemplo que permite hacerse una idea del dinero que se mueve en torno a esta sustancia es el de una operación llevada a cabo por la Ertzaintza este año en el barrio donostiarra de Gros. Los policías vascos detuvieron en julio a siete personas, se incautaron de 31.000 euros y localizaron 3.000 plantas de cannabis. Pero los agentes también hallaron la contabilidad de los arrestados. Según el Departamento de Seguridad, este grupo movía anualmente en torno a un millón de euros producto de la marihuana.

Cámaras de videovigilancia

Las dos modalidades de cultivo son el exterior al aire libre y el cerrado indoor. En el segundo las semillas se plantan bajo techo y crecen de una forma acelerada gracias a potentes lamparas y aparatos de calefacción. Este sistema, sin embargo, es más fácil de ser detectado por las fuerzas de seguridad dado el elevado consumo de electricidad que necesita. En este sentido, el pasado jueves la Ertzaitnza localizó en Derio una plantación en una nave industrial después de que los responsables de una fábrica próxima descubrieran un incremento en la factura de la luz y presentaran una denuncia. La investigación permitió demostrar que los traficantes habían desviado la toma de la luz para robar la corriente.

En otras ocasiones, la Ertzaintza ha detectado sofisticados zulos para burlar a las fuerzas de seguridad. El 26 de septiembre, agentes de la comisaría de Vitoria encontraron en un caserío de Zuia un escondite al que se accedía a través de una trampilla oculta en el garaje del inmueble. Mediante un complejo sistema de iluminación y ventilación, el propietario de la vivienda contaba ya con una cosecha de cien arbustos. En las operaciones de este año también se ha encontrado una plantación custodiada por un sistema de videovigilancia similar al de un gran centro comercial.

Ante las dificultades que los cultivos indoor suponen a los plantadores, la producción se está trasladando a montes y caseríos, donde es más fácil que esta actividad pase desapercibida. Según expertos policiales, esta transformación de zonas de cultivo tradicionales en huertas de cannabis se ha visto favorecida por la crisis económica, ya que los ingresos que produce la droga son mucho más elevados que los habituales de la agricultura. El peligro es que en otoño los cultivadores se atrincheran fuertemente armados en las zonas donde han plantado la marihuana para evitar los robos y en ocasiones, según fuentes policiales, se han producido incidentes con cazadores o montañeros que, sin saberlo, se estaban acercando a un huerto ilegal.

Escopetas y machetes

La Ertzaintza ya ha detectado plantaciones al aire libre en las que se utilizan perros de presa como medida de disuasión para los ladrones. Pero lo habitual es encontrar a traficantes con escopetas de caza. El 14 de septiembre, por ejemplo, la Ertzaintza localizó en un caserío de Llodio una plantación de 400 plantas de marihuana custodiada por tres individuos armados con dos rifles de caza y una carabina de aire comprimido. El mismo día, en el barrio donostiarra de Igara la Policía vasca desmanteló una plantación con 1.300 plantas vigilada por un hombre armado con una escopeta y dos machetes.

La cosecha de 2016, sin embargo, no está teniendo los tintes fatales de otros años. El caso más grave de violencia en torno a la marihuana se produjo en el 2013 en Eibar, donde un joven colombiano apareció muerto de un disparo en el pecho en las inmediaciones de una plantación de marihuana que, presuntamente, había acudido a robar. Al año siguiente, tres jóvenes que pretendían hacerse con la cosecha de unos traficantes en la localidad vizcaína de Dima fueron apaleados tras ser sorprendidos por los vigilantes. Tras darles una paliza, los matones les dejaron desnudos en medio de un bosque, desde donde consiguieron escapar tras pedir ayuda a unos campistas.

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