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Varias estudiantes comprueban con nerviosismo los resultados de las pruebas de Selectividad del año pasado.
Los correctores de la Selectividad: quiénes son, cuánto cobran, cómo se eligen...

Los correctores de la Selectividad: quiénes son, cuánto cobran, cómo se eligen...

700 profesores de la Universidad vasca y Bachillerato deberán puntuar más de 43.000 pruebas de alumnos vascos en un máximo de cinco días

MARÍA JOSÉ TOMÉ

Domingo, 5 de junio 2016, 17:23

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Alrededor de 10.000 alumnos vascos se enfrentan entre el miércoles y el viernes al reto de superar la Selectividad. Para muchos, la meta no es tanto aprobar como conseguir una determinada nota que les abra las puertas al grado universitario elegido; se juegan su futuro en tres días. Es la semana por excelencia de los nervios a flor de piel, de la tila y la valeriana, del sueño robado al último repaso a los sobados apuntes, de las apuestas sobre si caerá Kant o Platón. Pero hay otro colectivo que también vivirá de forma especial la última Selectividad de la historia antes de que la nueva reválida de Bachillerato le dé el curso que viene el carpetazo definitivo a esta histórica prueba de acceso a la universidad: son los miembros de los tribunales, entre ellos los correctores, que afrontan unos días marcados también por el «estrés» y la responsabilidad de poner «la nota justa» a la nueva hornada de jóvenes universitarios.

Serán 36 tribunales presididos por catedráticos de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y secretarios «de su confianza», e integrados por unos 20 miembros encargados de la corrección de las pruebas y de la vigilancia de las aulas para evitar que afloren las chuletas u otras prácticas de copiar más sofisticadas. En total, los conforman cerca de 770 personas, repartidas casi a partes iguales entre docentes de Bachillerato de centros públicos y profesores universitarios.

Todos son especialistas en la materia que van a corregir. Para su selección, la UPV lanza a comienzos de año una convocatoria pública a la que optan un millar de candidatos: en el caso de la universidad, los aspirantes deben formar parte del colectivo de profesorado permanente; los docentes de Bachillerato tiene que ser funcionarios como condición para participar en el proceso.

Paridad

Tras una criba en la que se elimina en torno al 30% de los candidatos, unos 700 profesores son designados para integrar el colectivo de correctores. En ocasiones sucede que hay excedente en determinadas materias, mientras que en otras especialidades no se llegan a cubrir las plazas. «Este año ha pasado con Historia y Filosofía, tuvimos que hacer un llamamiento para que se apuntasen», señala Julián Aguirre, director de Acceso Universitario en la UPV y responsable de organizar todo el proceso.

«Somos muy generosos a la hora de poner las notas»

  • Prefiere mantenerse en el anonimato para no dar pie a duda alguna sobre la transparencia del proceso. Alicia -nombre falso- es profesora de la facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación del campus de Leioa y lleva 19 años participando en los tribunales de Selectividad; en este periodo, solo ha faltado por imponderables a dos convocatorias. Reconoce que son días «muy intensos, de mucho trabajo en los que hay que corregir muy rápido para llegar a tiempo a poner las notas».

  • Su especialidad es Lengua y Literatura, una de las más complicadas de corregir porque «hay que leer mucho» y la valoración no depende de criterios tan objetivos como si se tratase de un problema de matemáticas. «Mientras a algunos no les da tiempo a acabar el examen, otros alumnos te cuentan su vida», señala.

  • Una vez acabada su prueba como especialista, Alicia debe ejercer de vigilante en otros exámenes de su mismo tribunal. Normalmente, de estas labores se encargan dos personas por aula. «No puedes dedicarte en exclusiva a corregir, porque además de vigilar en otras pruebas todavía tienes algunas tareas por acabar del curso; así que yo suelo invertir el fin de semana. Me puedo pasar unas 10 ó 12 horas al día corrigiendo sin parar», señala. «¿Que si nos compensa el dinero? Humm... creo que tampoco tanto».

  • Vitrina por letrina

  • Calcula que cada examen le puede llevar unos 20 minutos; algunos más porque «hay que descifrar la letra». A la hora de puntuar la prueba, reconoce que se toma la tarea «con mucha responsabilidad. Hay alumnos que se juegan el acceso a la carrera que han elegido por una cuestión de décimas, no podemos equivocarnos. Aunque la puntuación está muy bien parcelada, suelo realizar una valoración del conjunto del examen. La verdad es que somos muy generosos».

  • Durante los 17 años en los que ha tomado parte en el proceso de engranaje de la selectividad son miles las pruebas que han pasado por sus manos. «Claro que hay anécdotas, aunque vas tan rápido corrigiendo que no te fijas demasiado. Recuerdo un año que incluimos una prueba de vocabulario y que dio pie a respuestas graciosas. Hubo un alumno que definió una letrina, como un armario donde se exponen objetos bonitos. ¡Pensó que era una vitrina!».

Seis de cada diez correctores proceden de institutos públicos. «Tratamos de mantener el equilibrio entre la universidad y secundaria, entre hombres y mujeres... aunque no siempre es posible. Por ejemplo, la mayoría de los correctores de Inglés son profesores de instituto; en cambio, en Matemáticas el reparto es mucho más equilibrado». En las materias comunes como Lengua y Literatura -que además es una de las más difíciles de corregir- hay dos especialistas por tribunal; en Latín, en cambio, varios tribunales se reparten a un mismo corrector». Otra prioridad es mantener la «estabilidad» de estos órganos, tratando que «no haya un cupo muy elevado de nuevos miembros» en cada uno. Cuando hay varios candidatos de similares características para cubrir una plaza, la elección se hace por sorteo.

Esos 700 jurados tendrán que corregir más de 43.000 pruebas -a una media aproximada de 61 ejercicios por cabeza-, en un máximo de cinco días y un mínimo de tres, dependiendo de si el examen se celebra el miércoles o el viernes. «Hay especialidades en las que corrigen muchas menos, en las comunes sin embargo son bastantes más. Tratamos de que nunca sean más de 120 ó 130 exámenes por corrector», detalla Aguirre. A la hora de programar el calendario, se ponen primero materias como Lengua y Literatura o Historia, «porque son más complejas. Hay que tener en cuenta que los últimos exámenes son el viernes y las notas tienen que estar listas el martes».

¿Y cuánto cobran por esta tarea? Por presidir los tribunales, los catedráticos perciben 1.362,62 euros y los secretarios, 1.098,37. «Deben ser capaces de resolver de forma eficaz cualquier problema que pudiera surgir, por eso priorizamos que tengan experiencia». Por su parte, los correctores cobran un fijo de 437,94 euros, además de 2,64 euros por cada examen que puntúan. Como máximo pueden embolsarse en torno a los 780 euros por una semana de intenso trabajo.

Sólo conocen el contenido de la prueba 15 minutos antes de comenzar, cuando abren el sobre y repasan el cuestionario por si se hubiese colado algún error; hasta entonces, las pruebas de Selectividad son un secreto sólo conocido por los dos expertos que elaboran el cuestionario de cada materia -uno del Departamento de Educación y otro de la UPV-, los traductores de euskera y, lógicamente, los encargados de la imprenta. «Hay empleados de la administración que prefieren no tener la responsabilidad de ver las pruebas por si luego hay filtraciones», apunta Aguirre.

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