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Dos alumnos practican con una máquina en un centro de FP.
El aumento de alumnos en la FP vasca no basta para cubrir la demanda de empleo

El aumento de alumnos en la FP vasca no basta para cubrir la demanda de empleo

Las matriculaciones en las escuelas de Formación Profesional de Euskadi se han incrementado en un 25% en los últimos seis años

JAVIER GUILLENEA

Sábado, 28 de febrero 2015, 08:18

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La Formación Profesional se enfrenta en Euskadi a un problema por el que lleva años suspirando: la reactivación económica. Las empresas están empezando a dar muestras de despertar de su letargo y eso se nota en los centros de FP, que actúan como un termómetro medidor de épocas de crisis o de bonanza. Ahora toca una buena racha y, aunque quizás no se perciba en la calle, sí se nota en indicadores como el número de alumnos de FP que consiguen trabajo al finalizar sus estudios. Cada vez son más.

Pero esta buena noticia trae consigo el riesgo de no estar a la altura de las expectativas. El Departamento vasco de Educación se enfrenta al reto de poder cumplir con las crecientes demandas de las empresas que acuden a los centros de FP en busca de trabajadores especializados y que, en ocasiones cada vez más habituales, se van con las manos vacías. En los últimos seis años las matriculaciones en FP han aumentado un 25%, aunque ese incremento quizá no sea suficiente para cubrir las necesidades del mercado laboral. «Dentro de no mucho tiempo vamos a tener puestos de trabajo sin cubrir porque van a faltar personas, muy posiblemente en el sector industrial», afirma el viceconsejero vasco de Formación Profesional, Jorge Arévalo.

La patronal Adegi expresó el pasado día 5 la preocupación de las empresas ante las dificultades que tendrán para contratar personal cualificado a medida que se consolide la recuperación. Arévalo hace suya esta inquietud, que va a exigir a la FP un esfuerzo para adecuarse a unos nuevos tiempos en los que ya no basta solo con producir. «Nos piden especialistas y gente con una mayor formación general, las empresas nos reclaman un tipo de conocimiento transversal amplio, chavales que hayan adquirido capacidad de comprensión, análisis y síntesis, sepan cómo y por qué funciona una cosa para producirla bien y cambiar el modelo productivo si hace falta».

«Estos cambios -añade el viceconsejero- los tenemos previstos de una forma razonable pero vamos notando que se va acelerando la empleabilidad en algunas familias profesionales, sobre todo en el ámbito industrial, que es el que va a tirar más de nuestra economía». En 2011, en lo más profundo de la crisis económica, la empleabilidad en los centros vascos de Formación Profesional descendió hasta el 61%. Los últimos datos reflejan el rápido cambio que se está produciendo. En la actualidad, el 71% de los estudiantes de FP en Gipuzkoa encuentran un puesto de trabajo. Y hay centros donde este porcentaje asciende a casi el 90%.

Labor de orientación

La empleabilidad no es la misma en todos los sectores, y es aquí donde los responsables educativos quieren llevar a cabo una labor de orientación para que los jóvenes conozcan cuáles son las ramas con mayor futuro profesional antes de tomar una decisión. Según los datos del Departamento de Educación, en Gipuzkoa los estudios que permiten encontrar trabajo más fácilmente son los de Fabricación Mecánica, donde la empleabilidad de sus cerca de 500 alumnos se sitúa en el 81%. Este porcentaje solo es superado por Sanidad, con el 88%, aunque con muchos menos estudiantes (medio centenar).

La tasa de ocupación se mantiene también elevada -relativamente, dadas las circunstancias- en Edificación y obra civil (75%), Administración y gestión (71%) e Instalación y mantenimiento (67%). Por el contrario, los estudios con menos tirón en el mercado laboral son Informática y comunicaciones (48% de empleabilidad), Actividades físicas y deportivas (54%), Madera, mueble y corcho (55%), Servicios socioculturales y a la comunidad (55%), y Energía y agua (56%).

En los 139 centros de Formación Profesional de Euskadi estudian en la actualidad 35.168 jóvenes. Alrededor del 43% de ellos cursan especialidades propias del sector industrial, «que es donde más rápido se va a crear empleo». Jorge Arévalo asegura que el sistema necesita que este porcentaje ascienda «al 60%» para poder hacer frente a una demanda cada vez mayor, pero hay algunos obstáculos que lo impiden.

Después de décadas intentando prestigiar a la FP, sus responsables son conscientes de que en el imaginario popular todavía persiste la asociación entre actividad industrial y grasa. «A la gente joven no le atrae en principio el sector industrial, pero muchas veces es por desconocimiento, porque todavía tienen la idea del taller con un buzo azul y eso ya casi no se ve. Ahora apenas hay grasa -afirma el viceconsejero-, todo está automatizado».

Estas reticencias aumentan en el caso de las chicas que se plantean matricularse en FP. «Entran a cuentagotas en las ramas industriales», lamenta Arévalo. En lugar de optar por profesiones en las que hay más demanda y, por lo general, están mejor pagadas, orientan su futuro hacia estudios como peluquería, estética, comercio o animación sociocultural. «Hay que convencer a las chicas y a sus familias para que vayan a la industria porque tienen mucho que aportar», asegura el responsable de FP.

«Debemos orientar a la gente porque va a haber ciclos con mayor empleabilidad que otros», insiste el viceconsejero, que ofrece una larga lista de titulaciones donde se atisba un prometedor futuro. Fabricación mecanizada, mecatrónica, robótica, visión artificial, mantenimiento, desarrollo de multiplataformas, fabricación en 3D, comercio internacional, construcciones metálicas, edificios inteligentes, biotecnología, nanotecnologías y desarrollo sostenible son especialidades a las que se les augura una buena trayectoria laboral. Siempre y cuando, claro está, los alumnos salgan al mercado laboral con las aptitudes que exigen las empresas.

«Las empresas necesitan jóvenes con una preparación que aún no existe y que estamos empezando a dar. La evolución de los sectores de la fabricación es enorme y nuestro objetivo es dar respuesta a esa velocidad», explica Arévalo. Para alcanzarlo, el departamento cuenta con el IV Plan Vasco de Formación Profesional, que incide en la necesidad de incrementar el nivel general mediante «un equilibrio entre las componentes cultural, científica y tecnológica» que permita combinar «formación, innovación y creación de empresas». En otras palabras, se busca una nueva generación de profesionales que, además de saber manejar máquinas, tengan los suficientes conocimientos como para conocer lo que ocurre durante el proceso de producción y se adapten a los cambios de un entorno complejo.

Entre dos mundos

Una de las herramientas del plan es la FP dual, sistema por el que los alumnos pasan su primer año formándose en el centro y el segundo dan el salto a la empresa, aunque deberán cumplir un mínimo de horas de formación. Generalmente, por la mañana van a clase y por la tarde se visten la bata de trabajo para aprender el oficio. Este curso, 485 jóvenes de 59 centros de formación acuden a diario a formarse a 391 empresas participantes en el programa. El departamento pretende que el próximo año la cifra de alumnos alcance el millar y que en 2018 el 30% de los matriculados en FP combinen sus estudios con su trabajo en una empresa donde, además de cobrar sueldos de entre 600 y 900 euros, obtendrán un certificado de especialización.

«El futuro de algunos sectores pasa por la formación dual, que permite a los alumnos llegar a la empresa perfectamente engrasados cuando terminan sus estudios porque han adquirido experiencia y especialización», afirma Arévalo. El viceconsejero recalca que se trata «de un trabajo de aprendizaje, no unas prácticas ni una fórmula para quitar el puesto a otro». Además, añade, «las empresas pueden formar a la carta a sus futuros trabajadores en función de sus necesidades».

La segunda herramienta es Urratsbat, un programa de creación de empresas desde los propios centros de FP que en sus diez años de funcionamiento ha posibilitado la creación de 450 firmas, de las que el 79,8% siguen en marcha. El plan ofrece a los alumnos que quieran montar un negocio el apoyo, material y orientación de sus profesores durante el primer año. «Vamos a intentar crear cien empresas al año, porque el modelo funciona», afirma Arévalo.

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