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Imagen de la NASA de la luna de Saturno Encélado.
Una luna de Saturno gana enteros como mundo habitable

Una luna de Saturno gana enteros como mundo habitable

El descubrimiento de hidrógeno en Encélado por la sonda Cassini podría significar la existencia de microorganismos vivos en ese lugar

L.A. GÁMEZ

Jueves, 13 de abril 2017, 20:55

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A casi 1.300 millones de kilómetros de la Tierra -más de nueve veces más lejos del Sol que nosotros-, Encélado, una luna helada de Saturno, gana enteros como mundo habitable. La sonda Cassini de la NASA ha detectado en las emisiones de los géiseres de hielo de ese pequeño mundo hidrógeno molecular procedente de su océano subsuperficial. Eso demuestra, según los autores de una investigación que publica la revista Science, que en la gran masa de agua subterránea de Encélado hay actividad hidrotermal como la que se registra en la Tierra y una posible fuente de energía para vida microbiana, hidrógeno. «Agua y energía son los dos requisitos fundamentales para la vida, y ahora sabemos que en Encélado hay ambas», indica Ricardo Amils, microbiólogo de la Universidad Autónoma de Madrid y del Centro de Astrobiología que no ha participado en el estudio.

Encélado mide 504 kilómetros de diámetro -una séptima parte que la Luna- y su temperatura superficial ronda los -200º C. Es el sexto satélite más grande de Saturno, gigante gaseoso que orbita a unos 238.000 kilómetros de distancia. La Cassini, que llegó al sistema saturniano el 1 de julio de 2004 después de siete años de viaje, detectó en 2015 un bamboleo de la luna que solo podía explicarse por la existencia de un océano subterráneo global. Los investigadores de la misión concluyeron que bajo la gruesa capa de hielo, de entre 2 y 60 kilómetros de grosor, hay un océano de unos 10 kilómetros de profundidad. Como la sonda había visto en 2005 géiseres de hielo y vapor de agua en el polo Sur, la NASA decidió diez años después sumergirla en una de esas erupciones para analizar sus componentes. Y ahora la Cassini ha descubierto en esas emisiones hidrógeno molecular y dióxido de carbono.

Un escenario «muy bueno»

Hunter Waite, del Instituto de Investigación del Suroeste (Texas), y su equipo sostienen que ese hidrógeno se origina en reacciones entre las rocas calientes del núcleo del planeta y el agua como las que ocurren en la Tierra en las dorsales del Pacífico, el Atlántico y el Índico. Un fenómeno desconocido hasta 1977. En esas regiones a las que no llega la luz solar, bacterias y arqueas usan como fuente de energía alternativa los compuestos químicos que salen por las fumarolas y son la base de complejas comunidades animales.

«Aunque no podemos detectar vida, hemos encontrado en Encélado una fuente de comida para ella. Sería como una tienda de caramelos para microbios», ha dicho Waite. El escenario «es muy bueno para la vida porque el hidrógeno es una fuente de energía para posibles microorganismos», coincide Amils, quien cree que parte de ese hidrógeno detectado «bien podría tener un origen biológico. Es una opción». En los océanos subsuperficiales de lunas como Europa, Ganímedes y Encélado, la vida se beneficiaría de un escudo natural contra la radiación, la corteza helada de esos mundos. El enigma es de dónde sacan esas frías lunas el calor para mantiene en su interior grandes masas de agua en estado líquido. Los científicos creen que tendrían como principal fuente de calor los tirones gravitatorios de los gigantes gaseosos que orbitan, Saturno y Júpiter.

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