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El espacio Hirikilabs de Tabakalera se llenó de niños y adultos que convirtieron sus ideas en creaciones.
El euskera como herramienta

El euskera como herramienta

El taller Jolabs dio rienda suelta a la imaginación de niños y adultos

CLAUDIA URBIZU

Domingo, 4 de diciembre 2016, 09:15

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Marionetas, goitiberas y barcos de juguete. De todo se construyó ayer en el taller familiar Jolabs de Tabakalera, una de las cientos de actividades que tuvieron lugar en todo Gipuzkoa con motivo del Día Internacional de Euskera. Gracias al trabajo conjunto de ayuntamientos, euskaltegis y asociaciones, el euskera vivió un día festivo con kantujira, gigantes y romería en las calles de Donostia, mintzodromo en Eibar y sesión de baile de la mano de Joxe Mendizabal en Zarautz, entre otros.

«Estoy fabricando una marioneta con luz y cara de plastilina, para cambiarle la cara cuando quiera», explicó Nahia, que a sus cinco años estaba inmersa en su nuevo proyecto en el taller Jolabs de Tabakalera. Con la misma pasión trabajaba Ion, su aita, convencido de que «el límite es la imaginación. Por lo demás, todo es posible». Se mostró encantado con la iniciativa, «porque lo demás, en casa estas cosas no las haces», y no descarta «fabricar algo grande en un futuro», ahora que Nahia ya sabe atornillar y «utilizar muchas herramientas».

En el espacio Hirikilabs de la sede Donostia 2016 los niños fueron los grandes protagonistas, aunque muchos adultos volvieron a una segunda infancia. El responsable de la actividad, Manex Izagirre, explicó que el objetivo «inventar, pensar, crear y aprender en familia», practicando euskera. Los asistentes tuvieron todo tipo de herramientas a su alcance: destornilladores, martillos, tornillos, cables de electricidad, madera, hilo, una máquina láser para cortar madera y hasta una impresora 3D.

Biagi y Xabier, ambos de ocho años, también se pusieron manos a la obra con el euskera como herramienta. Mientras el primero clavaba un tornillo con un martillo «porque es más fácil que con destornillador» para construir su autobús, el segundo hacía lo propio para dar forma a la segunda versión de su barco, ya que la primera se rompió «sin querer mientras la estaba construyendo».

Los más atrevidos se aventuraron a construir una goitibera. Ana Martínez y su hijo Unai, de diez años, trabajaron codo con codo para colocar las cuatro ruedas de un viejo skate a una estructura de madera que fabricaron juntos. «En cuanto esté terminada vamos a ir a buscar una cuesta para probarla juntos», aseguró emocionado Unai.

José Luis, que se acercó al taller con el pequeño Endika, no perdió detalle de la futura goitibera de Ana y su hijo. «Acabo de volver a mis doce años, cuando yo también las fabricaba», dijo. Recordó que solía tirarse «por la cuesta del seminario», y que utilizaba rodamientos viejos de camión para hacer las tres ruedas. «Solían tener tanta roña que las metíamos en coca-cola para limpiarlos», apostilló.

Una oportunidad increíble

«¡Menuda sorpresa nos hemos llevado!». Carlos y su pequeño de cuatro años, Pablo, no tenían ni idea de lo que se iban a encontrar cuando entraron en el edificio. Después de una mañana jugando en Cristina Enea decidieron subir a la terraza de Tabakalera para ver las vistas. «En casa siempre hacemos bricolaje y andamos haciendo casetas con cajas de cartón», aunque el problema suele ser la falta de espacio. Ambos lamentaron no haber descubierto este taller antes.

A pocos metros de ellos estaban Raquel, de siete años, y su hermano Daniel, de nueve. «Acabamos de empezar a hacer a drácula, nuestro títere», precisó la más joven. La cabeza con papel maché y cola blanca, el cuerpo con madera «cortada la máquina de láser», detalló Daniel, y las manos y los pies con la impresora 3D. Gonzalo, su padre, aplaudió la iniciativa porque tienen «muchos medios al alcance». El taller se vuelve a abrir el sábado que viene a las 11.00 horas.

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