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Miércoles, 26 de octubre 2016, 11:15
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Pedro Teruel es un profesor que trabaja en Murcia y se desplaza por la ciudad en moto. Cuál fue su sorpresa la semana pasada, cuando al ir a coger su vehículo de dos ruedas, descubrió que no tenía las llaves y había una nota en él. El papel manuscrito decía esto:
«Hola, me llamo Paco. Tengo las llaves de la moto. No te preocupes, estoy en la calle Comuneros hasta las 7 y vivo en Jesús Abandonado».
Como cualquier persona haría, Pedro no tardó en ir a buscar a Paco para recuperar su llaves. Tras conseguirlas, contó su historia en Facebook y el mensaje se ha hecho viral:
«Paco es un indigente que no tiene nada. El tipo ha encontrado las llaves de mi moto al lado de esta y me ha dejado escrita esta nota. Además, le ha costado aceptar un poco de dinero por el enorme favor que me ha hecho. Quiero creer que personas como Paco hay muchas, pero coño, qué gusto toparse con una de ellas. Gracias Paco».
El mensaje de Pedro Teruel se ha hecho viral en la Red y han sido muchos los medios de comunicación que se han hecho eco de esta conmovedora historia. Como bien dice este joven, ojalá haya mucha gente como Paco, pero él también lleva a cuestas su dura historia.
Este desempleado de 44 años está separado y tiene una hija. Tenía una empresa que perdió con la crisis y, con ello, todo lo que tenía. Duerme en Jesús Abandonado y busca un empleo «donde sea y lo que sea», asegura.
La Fundación Jesús Abandonado ha pedido ayuda para que Paco pueda encontrar trabajo y recuperar su vida. Para la causa, ha puesto a disposición el teléfono 968 345 001.
«Ni se me pasó por la cabeza abrir la maleta y rebuscar si había dinero»
En declaraciones a Verne, Paco narra cómo encontró las llaves de la moto e intentó entregárselas a unos policías que estaban cerca. Los agentes le dijeron que fuera a darlas a comisaria y, ya que se encontraba lejos, decidió ir a un bar y escribir en un papel dónde esperaría a Pedro con las llaves. «Ni se me pasó por la cabeza abrir la maleta y rebuscar si había dinero. No soy capaz de tocar nada. Mis padres me inculcaron la honradez para poder ir por la calle con la cabeza bien levantada», afirma.
«Yo siempre he sido honrado y ahora sigo siendo igual. El dinero te da bienestar, pero no la felicidad», cuenta este hombre que descarta pedir en la calle y coger lo que no es suyo «teniendo un plato en la mesa y una cama para dormir».
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