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Las princesas de Disney pueden afectar el desarrollo infantil

Las princesas de Disney pueden afectar el desarrollo infantil

Un estudio de la Universidad Brigham Young advierte de que son «un condicionante del género» y exponen a la infancia «un ideal de extrema delgadez»

diariovasco.com

Martes, 28 de junio 2016, 21:14

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Es oficial. Las delgadas y estilosas princesas de la factoría de Disney imponen ciertos estereotipos a las niñas que pueden afectar su desarrollo infantil, sobre todo en su autoestima corporal.

Así lo revela un estudio publicado por la Universidad Brigham Young (Utha, Estados Unidos) titulado «Bonita como una princesa», en el que se examina los efectos perversos de la «cultura de la princesa», que gira en torno a la marca de marketing de Disney Princess. La investigación, publicada en la revista «Child Development», basa sus resultados en una muestra de 198 niños y niñas de preescolar sometidos a diferentes pruebas.

De acuerdo con las conclusiones extraídas por su autora, Sarah M. Coyne, «las niñas se adhieren a los comportamientos que consideran femeninos al sentir que no pueden hacer otras cosas». «Por ejemplo, no se sienten muy seguras de pueden ser buenas en matemáticas o ciencia. No les gusta ensuciarse, por lo que son menos propensas a tratar de experimentar con cosas», señala.

Para la investigadora esta actitud es «problemática», ya que las niñas comienzan a creer que hay ciertas experiencias «reservadas al género masculino e interiorizan un mensaje erróneo que presenta al hombre como su salvador». Estas princesas altas y delgadas además se convierten a una edad muy temprana en «el primer referente de belleza» exponiendo a las niñas a «un ideal de extrema delgadez», según informa el diario británico «The Guardian».

Disney estrenó su marca de princesas en 2000 a través de la venta de juguetes, juegos, figuras y varios accesorios de moda. Se estima que la empresa ha ingresado 5,5 billones de dólares desde entonces. Sin embargo, también ha sido objeto de repetidas críticas, como el célebre artículo en 2006 de Peggy Orenstein, en «The New York Times», «¿Qué hay de malo en Cenicienta?».

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