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La ciudad de Cambridge, con poco más de 100.000 habitantes, cuenta con 23.000 estudiantes anuales. En la imagen, uno de los 32 'colleges' donde viven los alumnos.
'English' con acento inglés

'English' con acento inglés

DV accede a las entrañas del centro logístico de Cambridge donde se realizan los exámenes de inglés más importantes del mundo

AINHOA MUÑOZ

Lunes, 11 de enero 2016, 07:02

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No hay lugar a dudas. Los exámenes de Cambridge son el Rolls Royce de las pruebas del mundo que evalúan el nivel de la lengua inglesa. El Nobel de los idiomas. Poder acceder al lugar donde se realizan, a sus entrañas, es una auténtica carrera de obstáculos, lleno de entradas cerradas, puertas lacradas y papeles custodiados por quienes se comprometen a no desvelar ni una sola letra de los 3.500 exámenes únicos que el centro logístico de Cambridge crea cada año. Son más de 140 países los que están involucrados. Cinco millones de candidatos anuales dispuestos a aprobar el único certificado de inglés del planeta que garantiza el acceso a cualquier universidad de habla inglesa o allana el camino para que un inmigrante pueda vivir en un país anglófono. Un título esencial para poder migrar a Australia, Nueva Zelanda o Canadá. Su epicentro en la ciudad británica es, simplemente, el Alcatraz de seguridad del conocimiento lingüístico por excelencia: el inglés. Y DV ha podido acceder al corazón de los exámenes, clasificados en 5.500 palés. Despachados en un millón trescientos mil paquetes al año.

Universidad de Cambridge: El primer examen de inglés, de 1913 hasta el día de hoy

El edificio de Cambridge English Language Assessment, el principal organismo de evaluación del inglés del mundo, con base en Reino Unido pero con presencia en cientos de países, se encuentra en plena vorágine estudiantil, en la Universidad de Cambridge. El 23% de la población de la ciudad son jóvenes universitarios dispuestos a estudiar una carrera en el centro universitario con mayor número de premios Nobel de la historia. En 1913 se realizó el primer examen oficial de inglés que (supuestamente) evaluaba el nivel del idioma. Solo se presentaron tres personas. Y las tres suspendieron. Hoy acceden a esta prueba más de cinco millones de personas en todo el mundo, cada año, con la intención de aprobar alguno de los cinco títulos oficiales que ofrece el centro educativo: Key, Preliminary, First, Advanced y Proficiency, en orden de menor a mayor dificultad.

Una curiosidad: en aquel primer examen -que duró doce horas- preguntaron sobre la pintura preisraelita o la literatura isabelina. A día de hoy, lo único que se mide es el conocimiento del idioma.

Centro logístico: En busca del examen de mayor calidad

En el centro logístico de Cambridge, 120 personas se encargan de hacer los exámenes. O mejor dicho, de montar los exámenes, porque las preguntas (o 'ítems') son creadas por expertos externos a la entidad, como directores de colegios, profesores especializados en evaluación o hasta autores de libros de texto. Son ellos realmente quienes envían los ejercicios. Éstos son custodiados en una gran base de datos que, a día de hoy, cuenta con 400.000 'ítems' o tareas dispuestas a ser introducidas en los exámenes oficiales.

Bajo la supervisión de Nigel Pike, director del departamento de Evaluación, se hace un análisis estadístico muy preciso para saber cuál es el grado de dificultad de cada tipo de ejercicio según el Marco Común Europeo de Referencia de las Lenguas, para así poder determinar cuáles son las habilidades que se están midiendo. «Trabajamos bajo unas condiciones muy estrictas. Todos los exámenes siguen el mismo formato, las mismas regulaciones», explica Pike. Con todos esos ejercicios, el equipo crea 3.500 exámenes únicos cada año. Eso sí, hay trampa. Determinadas preguntas se 'reciclan' pasados los 18 meses desde que se hizo en un examen oficial, pero «realizando miles de exámenes en el mundo es imposible que un candidato coincida en la misma pregunta», asegura Pike.

Este equipo también se encarga de las grabaciones de los exámenes del 'Listening' (la parte escuchada de la prueba). Las voces, con decenas de acentos diferentes, son las de actores profesionales que están obligados a firmar una cláusula de confidencialidad. Aunque no son los únicos. Este departamento tiene un equipo de 30.000 examinadores para el 'Speaking' (la parte oral), y otros mil que se encargan de corregir el 'Writing' (la prueba escrita). Todos ellos han estado formándose para seguir siempre los mismos criterios de evaluación de Cambridge.

Preevaluación: Los exámenes se realizan antes de ser oficiales

La Universidad de Cambridge es tan metódica con sus pruebas de inglés que no se atreven a medir su calidad directamente de manera oficial. Cada año, 250.000 candidatos hacen preevaluaciones que prueban los 'ítems' antes de que se pongan en un examen real. Estas pruebas no dan lugar a un certificado, pero ayudan a crear futuros exámenes. Además, estos exámenes se realizan en diferentes países del mundo para asegurarse de que la cultura o el entorno sociodemográfico de la persona no pueda influir sobre el resultado. Aunque para ello también se encarga el departamento de Investigación y Pensamiento de Liderazgo que dirige Nick Saville. Una sección que analiza la validez y fiabilidad de la prueba para que, a lo largo del tiempo, una misma persona pueda realizar dos exámenes distintos, del mismo nivel, y obtenga siempre el mismo resultado. «Es esencial ese equilibrio», asegura Saville.

Coordinación entre los países: Más de 140 países ofrecen sacarse un título de Cambridge

Coordinar a más de 140 países para que todos ellos cumplan una misma regulación no es tarea fácil, teniendo en cuenta que en el mundo existen 40.000 centros que se dedican exclusivamente a la preparación de cualquiera de los cinco títulos de inglés que ofrece la Universidad de Cambridge. La organización sistemática desde el centro logístico en Reino Unido está en manos del departamento de Servicios de Red Global que dirige Juliet Wilson. Un equipo de 90 personas que se encarga de la coordinación entre los candidatos, los profesores, los colegios y los centros examinadores.

Además, este departamento es el responsable del 'Help Desk' para que haya un servicio telefónico las 24 horas del día, aunque realmente ese servicio se ofrece desde Manila, Filipinas. El segundo rol que desempeña este departamento es la buena práctica de los centros examinadores -que son 2.800 en todo el mundo-, por eso existen 120 inspectores que velan por la seguridad de los exámenes, y así comprobar que los centros cumplen con todas las regulaciones. Estos 'vigilantes' aparecen aleatoriamente el día del examen y supervisan que todo esté en orden, incluso que la separación entre las mesas tengan la medida exacta entre ellas para que los candidatos no puedan copiarse. ¡Ojo! El espacio entre los pupitres tiene que ser, exactamente, de un metro y veinticinco centímetros.

Máxima seguridad: La garantía de que los exámenes estén a salvo

Una de las áreas en las que trabaja Ardeshir Geranpayeh -jefe del departamento de Psicometría y Servicio de Datos- es la alta seguridad de las pruebas de inglés. Un riguroso protocolo de seguridad envuelve a estos exámenes que, de primeras, limita el número de personas que pueden acceder a ellos. Poder entrar a las zonas donde está todo el material que está en proceso de convertirse en una examen oficial es delimitado por puertas con claves indescifrables o tarjetas que restringen el acceso. «Necesitamos que las preguntas estén a salvo antes de ser enviadas a los distintos países», dice Geranpayeh.

Este experto en psicometría asegura que «enviar los exámenes a España, por ejemplo, no es una tarea muy complicada al estar en la Unión Europea». Las trabas comienzan cuando hay que pasar las aduanas. «No podemos permitir que se abran los paquetes en las aduanas y alguien acceda a los exámenes, por eso tenemos que garantizar que dentro de nuestros paquetes solo haya exámenes de inglés», explica Geranpayeh.

Cuando los exámenes llegan a su lugar de destino, existe otro protocolo de seguridad, que va desde dónde se guarda el examen, cuándo se abre el examen o bajo qué condiciones se abre el examen. «Existe un proceso muy extenso de seguridad para asegurarse de que el examen pueda salir de aquí, ir al lugar donde se realiza la prueba y volver a Inglaterra sin ningún tipo de intervención exógena al candidato», explica Geranpayeh.

Vigilar si se copia

La certeza de que todo está en orden, sin embargo, no es real al 100%. Y este departamento es consciente de ello. «Cuando hay un examen donde la gente se juega algo, siempre hay trampas», confiesa Geranpayeh, «por eso creemos que la prevención es mucho más importante que la detección», continúa. Se refiere a cuando los candidatos copian en el examen. Este equipo siempre mantiene un ojo abierto a las nuevas formas que pueden surgir en el futuro para hacer trampas. En una ocasión, por ejemplo, estudiaron cómo en el portal web de EBay se compraban cientos de cachivaches para poder copiar. Desde botones, relojes o micrófonos colocados en gorras. «Así que los compramos todos», dice Geranpayeh. Eso sí, no con una intención de 'boicot' sino para analizar los aparatos y así evitar que se copie en el futuro. «Quisimos analizarlos para ver de qué forma se podrían utilizar el día del examen para copiar», dice.

Centro DC 10: Donde se procesan 1,3 millones de paquetes al año

Una inmensa nave industrial llamada Centro DC 10 es el núcleo de entrada y salida de los exámenes. Un lugar donde se procesan, cada año, un millón trescientos mil paquetes. Las gigantes estanterías soportan el peso de 5.500 palés de obra donde se clasifican todos los exámenes. Un sistema de clasificación que se extiende por nueve kilómetros.

La máxima seguridad de este centro se dispersa por cada rincón, por decenas de cámaras de vigilancia y cadenas que cierran verjas donde se encuentran los diplomas en blanco. La zona con mayor seguridad. En esta misma nave se imprimen y se empaquetan las pruebas de inglés donde se unen exámenes con destino Córdoba o Bangladés. Una vez de vuelta, se guardan durante doce meses por si hay alguna reclamación. Luego se destruyen. Su responsable solo teme una cosa: que un incendio acabe con todo el material. Por eso el centro cuenta con aspersores locales de máxima eficiencia para apagar un posible fuego. Lo que sea para que los exámenes siempre estén a salvo.

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