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Mikel Mazkiaran opina que «la pedagogía política» es necesaria para hacer frente al discurso anti-inmigrante.
Mikel Mazkiaran: «En Euskadi hay un discurso cada vez más duro contra los inmigrantes»

Mikel Mazkiaran: «En Euskadi hay un discurso cada vez más duro contra los inmigrantes»

Defiende la necesidad de «alianzas» entre entidades e instituciones para hacer frente a discursos como el del alcalde de Vitoria

JOSEBA ZUBIALDE

Lunes, 13 de abril 2015, 06:44

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El secretario de la Federación Estatal de SOS Racismo, Mikel Mazkiaran, tilda de «populistas» las declaraciones de Javier Maroto, alcalde de Vitoria, sobre inmigración, y advierte del afloramiento de expresiones «políticamente incorrectas» en la ciudadanía.

- En su intervención en las Juntas Generales reflexionó sobre el «preocupante» efecto de las declaraciones del alcalde de Vitoria.

- En los últimos meses se ha ido creando un estado de opinión que es preocupante porque ha generado un aumento de la escala en el discurso más duro contra la población inmigrante en aspectos que, además, escapan de lo que era el origen de la polémica.

- ¿En qué sentido?

- Se pasa de un discurso en el que se habla de si las personas extranjeras tienen que ser beneficiarias o no de determinadas ayudas a otro sobre la población extranjera en general como causante de determinados problemas que puedan ocurrir en Gipuzkoa o el País Vasco. Un discurso que no ayuda en absoluto a lo que están reclamando las instituciones: la convivencia, el reconocimiento mutuo, vivir en una situación de armonía con los que vienen de otros países...

- ¿Supone un retroceso?

- De alguna manera sí. No en cuanto a las políticas activas por parte de las instituciones, que se han mantenido firmes frente al discurso más populista, pero sí puede observarse un paso atrás en cuanto al estado de opinión en general. Observamos que ha habido un cambio en las expresiones políticamente incorrectas. Cuando la ciudadanía va generando este tipo de discursos es complicado volver a los niveles de hace unos años. Además, esto tendrá un reflejo en las próximas elecciones. El discurso anti inmigración, en general, suele tener su rédito electoral y ya se ha comprobado en los últimos años en varios países de Europa, desde los cantones de Suiza hasta la vecina Francia con Marine Le Pen.

- ¿Cuál es la situación en Gipuzkoa?

- Me costaría hacer una evolución detallada. Tal vez sean pequeños detalles como esas conversaciones de bar de rechazo a algunas cuestiones que tienen que ver con la inmigración, por ejemplo. Hace dos o tres semanas apareció una pancarta en Altza (Donostia) con un mensaje que decía «inmigrantes fuera». También hay alguna pegatina que compañeros han visto en alguna parada de autobús. Son casos aislados que tal vez no se veían hace algunos años pero que no creo que el hecho en sí tenga más importancia de la que tiene.

- ¿Por qué calan estos mensajes?

- Lo relacionado con la aceptación del otro es un tema extremadamente ambivalente y los estudios dicen que es relativamente sencillo optar por una u otra opinión. Las encuestas de Ikuspegi, que anualmente da cuenta de la opinión de los vascos sobre determinadas conductas de la población inmigrante, siempre han incidido en que aunque en general hay unos niveles bastante altos de aceptación, en determinados ámbitos como las ayudas sociales siempre han dado unos índices de no aceptación clara sobre si deben recibirlas en igualdad de derechos que los autóctonos. Por lo tanto, hay un núcleo muy convencido y existe otro círculo de personas que giran en uno u otro sentido dependiendo de cuál sea el clima social.

- La situación actual no ayuda...

- No. Con ello ya tenemos la fórmula perfecta para que una parte importante de la población esté de acuerdo con las opiniones de personas como Javier Maroto.

- Diferentes asociaciones se han querellado contra él. ¿Qué opina?

- Es un tema absolutamente discutible porque entramos en el siempre vidrioso terreno de lo que se llama el discurso del odio, una construcción doctrinal que viene de Europa, y su reflejo en los tribunales siempre tropieza con la defensa de la libertad de expresión. Por otro lado, creo que a veces habría que ver si estratégicamente la vía judicial es recomendable porque, en no pocas ocasiones, se desvía el foco hacia una pugna judicial entre un alcalde y una entidad, en lugar de llamar la atención sobre lo que es el contenido y el mensaje.

- ¿Cómo dar la vuelta a todo esto?

- Es complicado. Cualquier respuesta pasa por la pedagogía política de los responsables y de las instituciones, y de una alianza con ellas de las entidades y la sociedad civil. Asociaciones como SOS Racismo no tienen ni la capacidad ni la influencia para darle la vuelta a esta situación. También se precisa de un mensaje que relativice ese elemento foráneo que no aporta mayores consecuencias que el de exponer que alguien ha venido de otro país. Pero tampoco tenemos que ser buenistas y pensar que ese origen no va a generar un conflicto, porque en muchas ocasiones sí lo hará. Para eso tendremos que tener determinados mecanismos de resolución. A partir de ahí cada uno tenemos que tener el convencimiento de que a una persona extranjera no se le puede dejar en un plano de inferioridad de derechos, que es muy fácil de decir y que precisa de una labor pedagógica muy importante. Pero es la única manera de que no se generen este tipo de discursos, o de hacerlo, que no nos apuntemos a ellos.

- ¿Cómo actúa la clase política?

- Lo hemos visto reflejado en una foto que es importante no olvidar. A finales de 2014 todos los partidos del Parlamento Vasco opinaron en contra de la propuesta de Javier Maroto de entrar en ese debate. Es un elemento muy importante y la única duda, por decirlo así, es cuánto puede aguantará de cara a las próximas elecciones.

- ¿Por qué?

- En el caso de Vitoria habría que conocer cuál será la reacción y las alianzas que adopten el resto de partidos si saliera el señor Maroto como el más votado. ¿Formarán un cordón sanitario para aislar este tipo de discursos? ¿Va a primar que sea la candidatura más votada al margen de este clima social que ha generado? Esa es la interrogante.

- ¿Qué problemas denuncian las personas que acuden a ustedes?

- La discriminación que se realiza de manera clara y explícita son casos minoritarios, la mayoría tienen que ver con una discriminación que es muy sibilina y que se da en ámbitos como el laboral, por ejemplo. El empleo doméstico es uno de los más vulnerables. Las empleadas tienen una gran desprotección a nivel normativo, es un sector bastante descuidado por parte de los sindicatos y la propia relación laboral que se crea da origen a situaciones que son muy complejas. Es un ámbito que nos preocupa especialmente.

- ¿Se sienten arropados por las instituciones?

- Esa pregunta habría que formularla a ambas partes. Dicho como autocrítica, probablemente, las entidades no hemos realizado un esfuerzo de alianza suficiente para hacer frente a ese discurso populista. Y probablemente las instituciones han visto en algunos casos con recelo la intervención de las entidades. Es un tema de confianza mutua.

- ¿No confían entre ustedes?

- Tenemos que dejar de lado determinados prejuicios o limitaciones que a veces nos auto imponemos. La colaboración con el plano institucional la vemos como algo que nos va a restar, como entidad, efectividad o incluso credibilidad. El discurso populista que ha intentado poner como elemento de la agenda diaria el alcalde de Vitoria es una cuestión con suficiente calado e importancia como para plantear una alianza de este tipo.

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