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Sábado, 2 de diciembre 2017
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No lo ha hecho una vez, ni dos, sino tres veces. Un guipuzcoano afincado en Orio se ha dirigido a los tres últimos alcaldes donostiarras con un objetivo: que se elimine la estatua del Sagrado Corazón en la cima del Monte Urgull por ser un símbolo del franquismo que «ofende a las víctimas» de la dictadura.
El denunciante, de iniciales G.P.G., registró en el Ayuntamiento a principios de noviembre una petición dirigida al alcalde, Eneko Goia (PNV), similar a la que había hecho en 2004 a Odón Elorza (PSE) y en 2012 a Juan Karlos Izagirre (Bildu). Su batalla pasó también por el Ministerio de la Presidencia, cuyo responsable era entonces Ramón Jáuregui, desde donde se le conminó a dirigirse al Ayuntamiento donostiarra por ser el competente en la materia.
La idea de hacer un monumento en honor al Sagrado Corazón de Jesús comenzó bastante antes del periodo franquista. En 1924 un grupo de donostiarras promovió esta idea desde el Boletín Diocesano. Ya en plena Guerra Civil (1938), el Ayuntamiento aceptó la idea, pero no fue hasta 1944 cuando la Legión Católica y el Apostolado de la Oración impulsaron definitivamente la iniciativa para la que buscaron el apoyo del Obispado, el Ayuntamiento, la Diputación y los gobiernos civil y militar. El diseño de la obra fue de Federico Collaut Valera. La altura total del monumento es de 28,80 metros de los que 12,45 corresponden a la estatua propiamente dicha.
El historiador Javier Sada explica que el 27 de junio de 1948 tuvo lugar la bendición del basamento; el 30 de mayo de 1950 se inauguró la capilla instalada a los pies de la imagen; el 19 de noviembre de 1950 se procedió a la inauguración oficial y el 26 de diciembre de 1955 quedó abierta al culto la capilla grande ubicada en la parte posterior.
Este icono de la ciudad tiene una Asociación de Amigos del Monumento al Sagrado Corazón de Jesus y Santo Cristo de la Mota y del Monte Urgull y hace unos años fue elegida por los lectores de DV como una de las 'siete maravillas' del territorio.
Para G.P.G. es, sin embargo, un símbolo del nacional-catolicismo del régimen franquista que debe ser eliminado. Los argumentos concretos son que fue «un campo de trabajos forzados para las víctimas del fascismo» y su mantenimiento es de una «miserable calidad moral», según indica en el escrito enviado recientemente al Ayuntamiento donostiarra. El denunciante dice que en amparo de la Ley de Memoria Histórica y del Derecho Penal Internacional, que castiga la «apología del fascismo», ese monumento debe ser derruido, lo cual solicita sea decidido por el Pleno del consistorio o de lo contrario se reserva emprender las «acciones legales» que estime oportuno.
Lo que no sabe este guipuzcoano es que este lugar está incluido en el conjunto del Castillo de la Santa Cruz de la Mota que es Monumento Arquitectónico-Artístico, Monumento Provincial de Interés Histórico-Artístico y Monumento Histórico-Artístico Nacional por Decreto 265/1984, lo que lo protege con categoría A en el Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico Construido (PEPPUC) de la ciudad, algo así como un blindaje que será difícil de traspasar.
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