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Ainhoa Olarra realiza un golpe durante la primera ronda de la NCAA.
Hoyo en uno desde Columbia

Hoyo en uno desde Columbia

La golfista donostiarra Ainhoa Olarra reside en Carolina del Sur desde hace tres años y acaba de disputar las finales de la Liga Universitaria con los Gamecocks, logrando entrar en el 'top ten'

IMANOL LIZASOAIN

Martes, 30 de mayo 2017, 06:56

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En los Estados Unidos hay una tradición de búsqueda de criaturas misteriosas y de su grabación en vídeo. Algunas son conocidas por prácticamente todo el mundo -como el Bigfoot-, otras no son tan populares. Es el caso del Hombre Lagarto, una criatura misteriosa que, según los habitantes de Carolina del Sur, habita en un lugar conocido como la Marisma de Scape Ore.

A poco menos de 100 kilómetros de esa conocida y misteriosa marisma reside la donostiarra Ainhoa Olarra (San Sebastián, 1995). Esta joven golfista firmó la pasada semana una sensacional actuación en las finales universitarias de la NCAA con su equipo, los Gamecocks de Carolina del Sur. En la competición individual, Olarra finalizó entre las diez mejores del torneo (+7), aunque con una sensación un tanto agridulce, puesto que sus últimos hoyos fueron los peores de la semana, relegándole así a la parte baja del top 10. Por otro lado, en la competición por equipos, los Gamecocks no pudieron clasificarse entre las ocho primeras universidades, quedándose sin opciones de disputar la fase Match Play y optar así al título. Finalmente, tuvieron que conformarse con el décimo puesto, quedándose a tan solo cuatro golpes de clasificarse.

Olarra acaba de regresar de Estados Unidos tras un vuelo algo turbulento. Combina su amor por el golf con un doble grado de Managment&Economics en la Universidad de Carolina del Sur, en Columbia. Sin apenas tiempo para descansar nos atiende amablemente para explicarnos cómo está siendo su experiencia en Estados Unidos. «Estudié en Ekintza y empecé a golpear la pelota en el club Basozabal, al que todavía pertenezco. Con dieciséis años me fui a la Residencia Blume de Madrid, que viene a ser un Centro de Alto Rendimiento. Un año más tarde comencé a estudiar aquí Administración y Dirección de Empresas con la idea de convalidar las máximas asignaturas posibles para mi futuro viaje a Estados Unidos».

Un inicio complicado

Dejar atrás a la familia y a los amigos nunca es sencillo. Más si cabe cuando emigras a un país que tiene unas costumbres totalmente diferentes. «Al principio lo pasé un poco mal, mi inglés no era del todo bueno y encima no conocía a nadie, pero con el paso de los días y las clases de inglés todo empezó a ser más fácil. Por suerte, vivo en una residencia magnífica que acaban de construir, es 'la pera'. Y lo mejor es que tengo la facultad justo enfrente».

Es sabido que el deporte en Estados Unidos se vive de una forma especial. Cualquier disciplina reúne a centenares de aficionados y las universidades dan una importancia mayúscula a las Ligas Universitarias. «Es increíble cómo se viven deportes como el fútbol americano, el béisbol o el baloncesto. Pero, incluso en el golf o en cualquier otra disciplina, la afición también apoya un montón».

Pese a realizar un gran papel en las eliminatorias previas a las finales de la NCAA, Olarra y los Gamecocks no se quedaron contentos con su papel en la última fase. «Tuvimos la mala suerte de que nos hizo un tiempo pésimo en Chicago, por lo que tuvieron que hacer un corte directo y después de tres días nos quedamos fuera. Por equipos esperábamos quedar más arriba. Una compañera quedó primera en las finales de conferencia y otra también se alzó con la victoria en regionales. En equipos, también fuimos primeros en las regionales. Esperábamos llegar al Match Play, que era pasar ese corte de ocho equipos».

Arizona State University terminó por alzarse con el título de las NCAA tras derrotar en la final a la Universidad de Stanford. En individual, Monica Vaughn se erigió como la mejor jugadora de golf de la Liga Universitaria. Quién sabe, quizá dentro de unos pocos años veamos a Ainhoa Olarra en lo más alto de un podio. Condiciones y ganas no le faltan.

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