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El profesor Selman A. Waksman
El Nobel de Medicina que fue 'donostiarra de honor'

El Nobel de Medicina que fue 'donostiarra de honor'

La historia del falso descubridor del antibiótico que acabó con la tuberculosis y que paseó por San Sebastián

ELISA LÓPEZ

Lunes, 20 de febrero 2017, 06:23

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Es la polémica historia de un Premio Nobel de Medicina que en 1950 fue nombrado 'Ciudadano de Honor de San Sebastián'. El profesor Selman A. Waksman (1888-1973), bioquímico y microbiólogo ucraniano-estadounidense.

Una historia que comenzó un 19 de octubre de 1943, cuando el estudiante de postgrado Albert Schatz descubrió la estreptomicina, un antibiótico que fue muy útil para tratar la tuberculosis a mediados del siglo XX. Entonces Schatz cursaba su doctorado en la Universidad de Rutgers, ubicada en el estado norteamericano de New Jersey. Sin embargo, el descubrimiento se le atribuyó a su tutor, el Ciudadano de Honor Waksman. Por eso esta es una crónica triste, llena de controversias, que llevó al joven estudiante Schatz a una vida de sufrimiento y de impedimentos para continuar con su labor científica. Incluso tuvo que emigrar a Chile para conseguir trabajo. Y allí solo pudo dedicarse a la docencia.

Aunque la autoría del Albert Schatz fue reivindicada e incluso reconocida por la Universidad de Rutgers, no fue hasta el año 2012 cuando se mostró al mundo la prueba verdadera de esta polémica historia. El veterano corresponsal y periodista británico Peter Pringle, quien se dedicó varios años a recopilar información sobre la mentira, publicó en abril de ese año un libro donde relata cómo fueron realmente los hechos.

El hallazgo

El descubrimiento lo hizo Albert Schatz, en el sótano del Departamento de Microbiología de los suelos de la universidad norteamericana, bajo la tutoría y jefatura de Selman Abraham Waksman. El estudiante trabajaba con las actinobacterias, bacterias que viven en los suelos en donde juegan un papel muy importante en la descomposición de la materia orgánica. Su tutor, Waksman, jamás visitó esos sótanos por miedo al contagio ya que en sus experimentos, Schatz utilizaba la cepa muy virulenta y muy contagiosa que causaba la tuberculosis (Mycobacterium tuberculosis).

Mientras el estudiante continuaba trabajando para producir la estreptomicina, Selman Waksman se dedicaba a visitar hospitales y dar conferencias en el mundo entero sobre su nuevo descubrimiento. En su recorrido, Waksman jamás mencionó a su estudiante ni que él fue el verdadero descubridor de la estreptomicina. De manera que se atribuyó a Waksman este hallazgo tan beneficioso para la medicina en una época en la tuberculosis era considerada una enfermedad terrible.

Cuando Schatz se dio cuenta de que Waksman cobraba royalties por la patente cuyos derechos pertenecían a ambos y supuestamente habían sido donados a la universidad de New Jersey, hecho cierto a medias Schatz decidió emprender una demanda contra Waksman y la universidad para reclamar sus derechos.

Este hecho ensució la imagen de la universidad y tuvo consecuencias muy negativas para la carrera de Albert Schatz. Se llegó a un acuerdo extrajudicial donde se reconocía la co-autoría de Schatz y le pagaron algo por los derechos de autor, pero el daño ya estaba hecho. Pocos investigadores se posicionaron a su lado y el escándalo impidió que consiguiera trabajo como científico en EE UU. Por esto en la década de los años sesenta se mudó a Chile.

En 1952, Waksman recibió el Premio Nobel de Medicina por su supuesto descubrimiento y en el discurso en Suecia, tampocó mencionó el nombre de su estudiante.

La autoría de Schatz fue reconocida por primera vez en 1991, con el trabajo de Milton Wainwright, quien decidió hurgar en esta historia y publicarla. Tres años más tarde, en el cincuentenario del descubriendo, la Universidad de Rutgers concedió finalmente su máximo galardón, la medalla de Rutgers, a Schatz. Entonces tenía 74 años.

Lo más curioso de esta historia es que el Ayuntamiento de San Sebastián entregó al profesor Waksman el título de Ciudadano de Honor. Así titulaba EL DIARIO VASCO en su primera página del 3 de mayo de 1950 una larga información ilustrada con dos fotografías. Y eso que el científico apenas pasó unas horas en Donostia. De camino a Bilbao, donde sería nombrado socio de honor de la Academia de Ciencias Médicas, Waksman paró en San Sebastián, donde fue recibido en el Ayuntamiento y en la Diputación, que le ofreció un banquete. Y aún antes de llegar a Bilbao, asistió a otro homenaje en Eibar. El profesor Waksman sería una de las pocas personalidades nombradas Ciudadano de Honor, una distinción que el Ayuntamiento donostiarra dejó de utilizar poco más tarde. Ahora existe Medalla de Oro, Encomienda, Corbata, Medalla de Plata, Medalla al Mérito Ciudadano y Tambor de Oro...

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