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ESTRELLA VALLEJO
Sábado, 18 de febrero 2017, 09:32
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La subida a Igeldo es una línea discontinua de asfalto en buen estado y tramos que resultan «tan vergonzosos -por su estado- como peligrosos». Ruben, un aficionado al ciclismo, se conoce bien esta ruta. Como la palma de su mano. Pero no es el único. A partir de abril, cuando las condiciones meteorológicas empiezan a ser más apacibles, esta carretera se convierte en una de las preferidas para aquellos ciclistas que buscan kilómetros de carretera y cierto desnivel para entrenar. El problema: una calzada que lleva décadas sin una intervención integral y los parcheados que se realizaron no han resultado una solución satisfactoria. Más bien, todo lo contrario.
Esas últimas actuaciones son más molestas si cabe para los ciclistas, pero también para los conductores de coches o motos que circulan por allí. Ruben hace hincapié en la recta comprendida entre el restaurante Rekondo y la pronunciada curva al final de camino: «Es una de las rectas con más inclinación del recorrido con un 8% o 9% de pendiente, donde puedes alcanzar los 50 kilómetros por hora tranquilamente en una bajada», expone.
La carretera sigue ascendiendo y el estado de la calzada es intermitente. Se combinan zonas asfaltadas con tramos en mal estado hasta llegar a otro de los puntos más conflictivos. «Una vez que pasas el Camping de Igeldo es un sálvese quien pueda». Los baches se conjugan con las grietas en una calzada «que se va estrechando» y que presenta un estado deplorable. En las subidas puede resultar incómodo, pero es al circular cuesta abajo cuando la situación se torna «peligrosa». «Debemos ir pendientes de esquivar cada bache, cada agujero en la carretera. Bajamos haciendo zigzag para evitarlos con el riesgo que eso conlleva si, de repente, te viene un coche de frente».
La falta de mantenimiento de esta calzada se ha convertido con los años en un tema recurrente entre los ciclistas que frecuentan la zona y que califican de «vergonzoso». «Conozco gente que ha tenido sustos como consecuencia del estado de la calzada, pero un día va a pasar algo grave», advierte este vecino donostiarra, que pide a los responsables municipales que tomen medidas al respecto. «Se organizan inauguraciones que cuestan un dineral y que duran dos días, mientras que esta carretera está olvidada, pese a que muchos donostiarras la usemos a diario», comenta.
Otras zonas
No obstante, los parches, grietas, baches o socavones no solo se encuentran en la subida a Igeldo. Vecinos del Antiguo relatan que el carril bus de la avenida de Tolosa -en dirección al Centro de la ciudad- «es un horror y los botes que damos al ir en el autobús son tremendos».
Varios donostiarras de otras zonas, como el paseo de Zubiaurre coinciden en la «prioridad» de arreglar las carreteras de la ciudad. «En la anterior legislatura solo se escuchaban quejas por el estado de la calzada, pero ahora, han pasado dos años y muchos puntos muy transitados por muchos donostiarras que pagamos nuestros impuestos siguen exactamente igual de mal», lamenta Josu, residente en este paseo junto a las vías del tren.
Situaciones similares se viven a diario igualmente en el paseo Bera Bera, o en el Centro. Más concretamente, en la calle San Martín, entre el Buen Pastor y el paseo de los Fueros; en la avenida de la Libertad o en el paseo de Bizkaia, entre el hotel Amara Plaza y el puente María Cristina, entre otras.
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