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'El circo del Sol' entra en la casa del guarda

'El circo del Sol' entra en la casa del guarda

El guardetxe de Donostia se convierte en un espacio artístico para los niños

ANA VILLAR

Martes, 4 de agosto 2015, 11:26

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En verano, los niños gozan de la libertad escolar. Sus padres, en cambio, padecen una especie de crisis existencial en la que tratan de planificar las agendas de los pequeños de la casa con el fin de que agoten sus energías fuera de sus hogares. Desde hace tres veranos, Kultur-Arte organiza talleres para jóvenes de entre 6 y 12 años con el objetivo de convertir el Guardetxe en «la casa del barrio» para los vecinos de la Parte Vieja donostiarra, aunque los impulsores del proyecto invitan a todos los niños que quieran salir de su rutina escolar a divertirse en la casa del guarda del monte Urgull.

El equipo que lleva a cabo esta iniciativa se inspira en la educadora María Montessori. Según la instructora, para que los niños desarrollen de forma positiva sus habilidades sociales, es esencial que el entorno esté en contacto con la naturaleza, alejado de lo lúgubre y relacionado con las diferentes ramas del arte como la música o el teatro.

Esta organización consigue hacer del Guardetxe de Urgull un sitio adecuado para desarrollar las aptitudes al estilo de Montessori. La iniciativa nació como una propuesta artística y pedagógica de un grupo de jóvenes dedicados al mundo de la enseñanza, las artes escénicas o el 'clown'. Su objetivo es resaltar las habilidades propias de cada uno de los niños a través del arte.

Habitualmente, la rutina de los niños está repleta de tareas, clases particulares e, incluso, de un incesante contacto con el mundo audiovisual. Por ello, esta organización trata de dejar a un lado esas ataduras para que se dejen inspirar por la naturaleza. En este espacio, el cuerpo es el elemento estrella que utilizan para expresar los sentimientos. La danza aérea, por ejemplo, es una nueva forma de comunicarse con el resto de sus compañeros.

Entre estas cuatro paredes se puede contemplar y aprender el arte circense, que surge de una tela que cae del techo. Hipnotizados, los niños esperan su turno para probarlo. «Simplemente con acomodarles el espacio para que prueben este tipo de dinámicas, dejan de lado sus actividades rutinarias», apunta un miembro del equipo de Kultur-Arte. No necesitan aparatos electrónicos para bailar, cantar o disfrutar. La música, en este espacio, la crean ellos. Mediante la percusión corporal, unen los brazos, las manos y los pies para crear melodías diferentes con las que poder expresar sus emociones.

Las actividades que priman en este entorno natural están relacionadas con el desarrollo del potencial artístico. El equipo de Kultur-Arte considera que en este contexto los jóvenes «con su creatividad e imaginación van encontrando otros caminos».

A las faldas del monte Urgull, más concretamente en la casa del guarda, no existen grupos de grandes o de pequeños. «Aquí los jóvenes se dividen con nombres de plantas, como son el equipo limón y el equipo romero», explica una de las promotoras de Kultur-Arte. Ella opina que «los adultos, a veces, no nos damos cuenta de lo que significan las cosas para ellos, como, por ejemplo, que tratarles como pequeños no les gusta demasiado y les fastidia».

Tanto los limones como los romero sustituyen el material escolar por material natural. Los ingredientes para pintar los murales de la pared «provienen de los pétalos de flores que ofrecen las señoras de La Bretxa», cuenta el equipo.

Teatro para aprender valores

Cada vez que se levanta el telón del Guardetxe, se distingue uno de los objetivos clave sumergido en esta propuesta del equipo Kultur-Arte: despertar el pensamiento crítico de los protagonistas. Lo consiguen utilizando el teatro para poner sobre el escenario circunstancias reales que después interpretan y analizan.

En diversas ocasiones, los monitores piden a los chavales que se metan en la piel de personas con diferentes discapacidades para que el resto de compañeros debatan las injusticias que observan en cuanto a las desigualdades que interpretan. Además, están familiarizados con este tipo de circunstancias pues este año uno de los miembros del público es una niña «con trastorno generalizado del desarrollo que encima está en un piso de acogida», contaron los monitores.

Mediante las excursiones que hacen por el monte Urgull descubren los rincones, las plantas o la historia oculta que surge en plena naturaleza. Nacen debates sociales con los elementos que se topan por el camino: «Les preguntamos si consideran que está bien tirar la basura al suelo, o no», contaron.

La casa del guarda se ha convertido en un espacio donde el arte, la naturaleza y la diversidad tienen una gran influencia en el desarrollo de las habilidades sociales de los protagonistas. No es la primera vez que los promotores de esta propuesta artística y pedagógica hacen proyectos para niños. Llevan tres Navidades colaborando con el Ayuntamiento de San Sebastián en su propuesta 'Gabonak zuretzat', donde se organizan actividades infantiles en cada barrio. En verano o en invierno, este equipo hace hincapié en el desarrollo artístico de los niños. Trabajan con ellos de forma diferente en un entorno bucólico como el que defendió su referente pedagógico, Montessori.

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