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JORGE F. MENDIOLA
Viernes, 26 de junio 2015, 07:57
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El Peine del Viento permanecerá cerrado sine die mientras se realiza un estudio de la estabilidad de la ladera del monte Igeldo. La caída de una piedra de gran tamaño el pasado día 7 -hiriendo de levedad a dos personas- obligó a cortar el acceso a los peatones a este punto de atracción turística, que desde entonces está vallado por la Guardia Municipal.
El departamento de Espacios Públicos del gobierno municipal encargará un informe técnico para conocer con exactitud cuál es el estado de esta pared y cuáles fueron las causas del desprendimiento. Al parecer, la roca que se precipitó al vacío estaba oculta entre la vegetación, por lo que la primera misión de los servicios de mantenimiento urbano será desbrozar y limpiar la zona para ver si hay otras piedras retenidas entre la maleza o en riesgo de separarse del muro.
El portavoz del PSE, Ernesto Gasco, explicó ayer que «hay que mirar en qué estado se encuentra la ladera desde un punto de vista geotécnico. Habrá que desbrozar porque la vegetación puede ocultar cantos rodados sueltos. También se va a encargar desde el área de Espacios Públicos un estudio del estado de estabilidad. Y una vez analizados los resultados, se propondrán las distintas posibles soluciones y, como ya se hizo en el monte Urgull, se tomarán las medidas que se consideren más correctas y adecuadas para garantizar la seguridad del lugar y poder reabrir este espacio tan frecuentados por donostiarras y visitantes».
Gasco criticó la falta de previsión del anterior gobierno municipal. «Llama la atención que este trabajo de limpieza y desbroce de la ladera de Igeldo no se haya hecho en cuatro años. Ni siquiera cuando se produjo el desprendimiento, que debe ser una advertencia de que hay que limpiar la zona para evitar nuevas caídas. Nosotros hemos dado orden de que se acometa esta tarea con carácter de urgencia».
El accidente en el Peine del Viento se registró apenas dieciséis días después de la apertura de otro enclave emblemático de Donostia, el Paseo Nuevo, que estuvo meses y meses cerrado para reparar las mallas que se instalaron para evitar desprendimientos y que cedieron en los temporales de febrero del pasado año con la caída de piedras y rocas, una de ellas de una tonelada de peso.
La erosión del talud
Los taludes rocosos de la costa donostiarra tienen una gran altura y su desgaste es mayor por estar junto al mar. Tal y como explican los técnicos municipales, la erosión a la que se ven sometidos los salientes de los estratos hace que en un momento dado la base sobre la que se apoyan se descalce, lo que facilita que se produzcan desprendimientos. En otras palabras, el agua y las coladas de barro que originan las lluvias disminuyen el rozamiento entre capas de roca y hacen más comprensible el deslizamiento de un bloque.
Al haberse producido en esta ocasión la caída en el Peine del Viento sin la existencia de lluvias, desde Espacios Públicos entienden necesario analizar si esta piedra era la única que estaba en situación de inestabilidad o hay riesgo de que otros bloques puedan correr la misma suerte en el futuro.
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