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La carretera que atraviesa Morlans es la principal fuente de problemas para el barrio. Es de doble sentido y apenas caben dos coches.
El viejo Morlans se siente abandonado
LA VOZ DEL CIUDADANO

El viejo Morlans se siente abandonado

Reclaman mejoras en aceras, asfaltado e iluminación y piden medidas para reducir el tráfico

JORGE F. MENDIOLA

Sábado, 18 de octubre 2014, 12:43

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El viejo Morlans se siente olvidado. Mientras el nuevo barrio cobra vida con sus coloridos edificios de oficinas y modernos bloques de viviendas, al fondo de la carretera, en lo que los veteranos del lugar llaman «el auténtico Morlans de siempre», el tiempo parece haberse detenido.

Calles sin aceras, asfalto en mal estado, cables a la vista, contaminación, ruidos... La lista de deficiencias es larga y los problemas se agravan con el paso de los años. No es de extrañar el enfado de los vecinos, quienes denuncian el «abandono» al que les ha condenado el Ayuntamiento. «Aquí todo está fatal y llevamos así sesenta años», advierten.

Su principal quebradero de cabeza es la carretera que atraviesa Morlans hacia Aiete, tanto por el estado en que se encuentra como por el tráfico que soporta. Al ser de doble sentido y no tener la anchura suficiente, los atascos, incomodidades y maniobras peligrosas son constantes. «Lo peor que tiene este barrio es que dejan entrar a los coches desde arriba y desde abajo. Muchas veces se cruzan los coches y no caben. Las furgonetas de reparto bajan la cuesta tocando el claxon para advertir al resto de vehículos. Así toda la mañana y toda la tarde. Viene el camión de la basura y si hay algún coche mal aparcado monta un escándalo, sea la hora que sea. Sufrimos ruidos desde las 7 de la mañana ya que la mayoría vivimos a pie de carretera», cuentan.

Tal es la pérdida de calidad de vida que padecen que reclaman el cierre al tráfico del acceso a Aiete: «El 90% de los que usan la carretera no son del barrio, pero como detrás hay viviendas y les viene mejor, pasan por aquí en vez de ir por el vial».

Los baches y grietas en la calzada completan un panorama que califican de «desesperante». «Si ya estaba en malas condiciones, desde que construyeron el nuevo barrio la cosa ha ido a peor. Por aquí circularon durante las obras camiones de 30 y 40 toneladas y el firme se ha hundido. Hay cada agujero... Y cuando vienen a asfaltar, o eso dicen, lo hacen con una simple carretilla, echan un pegote de brea, lo aplastan con la pala y a correr», señalan.

Las esperanzas de mejora que nacieron al calor de Morlans Berri, como se conoce la zona recién estrenada en la entrada del barrio, se han diluido como un azucarillo. «Cuando empezaron a construir pensábamos que algo nos caería, aunque fuera de rebote. Nos dijeron que iban a asfaltar la carretera hasta arriba cuando terminaran el trabajo, pero al final no han hecho nada con la excusa de que el presupuesto se había agotado».

La falta de señalización de las zonas OTA para residentes también genera dificultades. «La decisión de poner OTA en el parking de abajo fue acertada, ya que había coches que se tiraban ahí semanas y meses. También dejaron toda la subida reservada para quienes vivimos aquí, pero como no lo han pintado la gente viene y aparca, mientras que la viñeta nos la cobran a nosotros. Es un robo. Parece que sólo han puesto OTA para recaudar».

El tránsito peatonal no es más sencillo. En muchos tramos de la calzada no hay acera en la que refugiarse, lo que confiere al viejo Morlans el aspecto de un pueblo en medio de la ciudad. «El barrio está abandonado. Cuando llueve, el agua baja en riada y te mojas hasta los pantalones. Parece que nos tienen marginados. Y ya hemos hecho protestas, pero no han servido para nada», recuerdan.

Contenedores parcheados

Llama la atención que sobre las cabezas vuelen cables que deberían estar soterrados. «Son del teléfono, de la luz... A saber. Demasiado poco pasa para lo que podría ocurrir tal y como está esto. El año pasado vinieron a cambiar uno de los postes y ahí sigue tirado, en la basura. Porque a vaciar los contenedores se acercan cuando quieren. Además, están rotos cada dos por tres. Los parchean y listo. ¿Acaso los de abajo tienen prioridad o más derechos que nosotros?».

A pesar de la profusión del cableado, las farolas tampoco funcionan como debieran. «La mayoría de las noches unas se encienden y otras, no. Y los vecinos tenemos miedo porque hasta hace poco acampaba mala gente debajo del puente, con colchones y todo. Cantidad de veces ha tenido que venir la Guardia Municipal a echarles...».

Morlans ha cambiado mucho en estos últimos años. Los más viejos recuerdan que de la primera época sólo quedan unas veinte familias que han sido testigo de la degradación progresiva del lugar. «Nadie hace nada, nadie se preocupa, pero el barrio está de pena. Aquí no sabemos lo que es ver subir el alcalde. No sé si el anterior subió una vez. No han hecho nada en sesenta años que llevamos aquí».

Y eso que es un vecindario próximo el Centro. De hecho, la parte nueva se promocionó como el nuevo centro de San Sebastián. Es esta localización geográfica estratégica lo que impide a los vecinos comprender los porqués del abandono institucional. «Estamos a un paso de Easo. Tenemos el ambulatorio cerca. Más a desmano están los que viven en San Roque o el Alto de Errondo, aunque ellos al menos tienen autobuses. Nosotros, que estamos a un paso de todo, nada».

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