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La calabaza investigada.
historia

El análisis de la sangre de una reliquia determina que no es del guillotinado rey francés Luis XVI, como se había asegurado hasta ahora

PPLL

Jueves, 24 de abril 2014, 16:59

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La calabaza está manchada de sangre, pero no de sangre real. Esa es la conclusión a la que ha llegado un estudio internacional en el que ha participado el Consejo Superior de Investigadores Científicas (CSIC) para determinar si los restos de esta reliquia eran de Luis XVI, el guillotinado rey francés, como se creía hasta el momento. Un trabajo que llegó a manos del CSIC rodeada de unas medidas de seguridad y de un secretismo inusitados para estos investigadores.

La ya famosa calabaza, un objeto que usaban los soldados de los siglos XVIII y XIX para llevar la pólvora de sus armas, está decorada al fuego con retratos de Danton, Marat, Robespierre, María Antonieta y Luis XVI. Además, cuenta la historia que un revolucionario, Maximilien Bourdaloue, habría empapado un pañuelo con la sangre real después de su ejecución el 21 de enero de 1793 en París. Metió en su calabaza el pañuelo y encargó su decoración a un artesano para después vendérsela por 300 francos a un tipo llamado el Águila. Para muchos, era el propio Napoleón. Por los avatares de la convulsa Europa, la calabaza llegó a manos de una familia aristocrática italiana de Ímola, que la guarda con celo. "Está en una cámara de seguridad de un banco", afirma el investigador del CSIC Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva.

Esta familia, que ha permanecido siempre en el anonimato, decidió en 2009 saber si la historia de la calabaza era cierta y en su interior quedaban restos reales. A través de sus abogados, nunca de forma directa, contactaron con un investigador de la Universidad de Bolonia, Davide Pettener, para consultarle si era posible realizar un análisis genético. El científico italiano se puso en contacto con Lalueza-Fox para pedir su colaboración, como en proyectos anteriores. A Barcelona, sede del Instituto de Biología Evolutiva, llega una muestra de la sangre con la que ponerse a trabajar como si fueran forenses.

Las nuevas tecnologías les permitieron realizar una secuenciación del genoma completo tras descifrar el cromosoma Y de tres borbones vivos y ver que no coincidía con el ADN recuperado de la calabaza. Es la primera vez que se consigue una secuenciación de un periodo histórico reciente y lo que ha llamado la atención a la revista Scientific Reports para publicar esta investigación. Las técnicas empleadas serán útiles en los estudios forenses, donde más allá de recuperar unos marcadores genéticos informativos, se podrá trabajar con genomas completos, añade Lalueza-Fox.

Ojos azules

El análisis funcional del genoma se basó en dos puntos principales, la línea genealógica y el aspecto físico, y en ambos el resultado fue negativo. Según los registros históricos que se remontan a sus 16 tatarabuelos, Luis XVI poseía una línea genealógica muy heterogénea en la que predominaban los ancestros centroeuropeos, principalmente originarios de la zona que hoy en día es Alemania y Polonia, mientras que el genoma recuperado en la calabaza pertenece a un individuo con un claro componente francés e italiano. En cuanto a la apariencia física, el ADN secuenciado apunta a una estatura media en Francia en aquella época y ojos marrones, cuando los retratos y los relatos históricos describen a Luis XVI como el hombre más alto de la corte y con los ojos azules.

A pesar de este revés para los intereses de los patrocinadores de esta investigación, el valor de la calabaza no es nada desdeñable. La exquisitez del trabajo realizado y la época a la que pertenece hacen que esté tasada en medio millón de euros. "Desde el punto de vista artístico es exquisita", añade el investigador del CSIC, que desconoce qué hará finalmente la familia italiana. Sus abogados no han dicho ni palabra.

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