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Un punto que equivale a la esperanza
Fútbol | Liga de Campeones

Un punto que equivale a la esperanza

La Real logró un empate apurado ante el Manchester que le sirve para que las matemáticas la mantengan viva en la 'Champions', aunque virtualmente fuera

LUIS F. GAGO

Miércoles, 6 de noviembre 2013, 11:29

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Más pronto de lo esperado, la Real Sociedad hincó las rodillas a mitad de su peregrinar de regreso a la vieja 'Champions'. Culminó una historia que parecía camino del romanticismo, con un idilio casi perfecto con una competición que podría haber sido fetiche y acabó en una tragedia al más puro estilo de la Grecia clásica. En la sombra de este martes, como ocurriera en otras ocasiones, nunca fue aquel equipo aguerrido y vistoso a la par que sorprendiera a los fieros del Lyon en la previa. Tampoco la escuadra que hizo temblar los cimientos de la gran clase media de la Liga española la temporada pasada. No pudieron los vascos rememorar hitos pasados europeos ni tan siquiera intentar dar una alegría a los suyos con algún partido histórico que contar a los nietos en el futuro próximo.

Los 'txuri urdin' persiguieron en 90 minutos el sueño de vencer a un Manchester United en horas bajas, pero que sigue siendo favorito en todas las quinielas para alzarse con el triunfo en una hipotética final de la Copa de Europa. Todavía tiene posibilidades de alcanzar el segundo puesto. En Anoeta no pudo pasar del empate a cero contra los ingleses. Un punto que bien pudo ser ninguno si Van Persie hubiese acertado desde el punto de penalti. De igual manera estuvieron cerca de ganar los realistas en alguna jugada aislada, mediante esos talentos naturales que son Vela y Griezmann, transformadores de un encuentro oscuro en luz con la magia de su calidad. Debe ganarlo todo, incluida una victoria por más de dos goles al Leverkusen, y que el Manchester gane igualmente los dos compromisos que le quedan hasta el final de la liguilla.

Sorprendió Arrasate con la suplencia de Xabi Prieto, baluarte de la Real reincorporada a la 'Champions' y quintaesencia del juego desplegado por un equipo en tiempos pretéritos. Se demostró de esta manera que el tiempo pasa para todo el mundo y no existen fuegos de artificio que antepongan las viejas glorias a las nuevas generaciones. Un ejemplo de ello es Rubén Pardo, aquel llamado a llevar a los suyos a una nueva era, distinta, y puede que incluso mejor que la que ha capitaneado hasta la fecha el veterano centrocampista, este martes suplente. Él era a quien las voces que susurran desde el viejo Atocha y todavía se escuchan en el nuevo Anoeta llevaban pidiendo. Quizá su incorporación al tren europeo llegue tarde, ávido de más confianza en plazos venideros.

A pesar de ello no le faltó al talentoso joven desparpajo en el momento de ofrecer su mejor versión en la siempre difícil lucha cuerpo a cuerpo con los infalibles 'diablos rojos'. Los de David Moyes son fuertes desde el medio del campo, lugar donde comienzan todas las jugadas de pizarra para acometer el ataque, pero también es el sitio en el que comienza toda defensa que se vanaglorie de ser favorita a ganar un título importante. De ahí que la misión de los Giggs, Valencia y Fellaini fuera hacerse fuertes cual roca en mitad del huracán, sin dejarse sorprender por las buenas habilidades de los prodigios contrarios, como bien sabían que era en esta ocasión Pardo.

Nervios y penalti

La brújula que marcaba el jugador donostiarra no era seguida por el resto de sus teóricos acólitos sobre el terreno de juego. Los guipuzcoanos salieron acongojados, sin frescura, como si los visitantes fueran ellos y estuvieran en tierras inglesas en vez de la bella Euskadi. Kagawa aceleró el pulso de la parroquia realista en un par de ocasiones y tan sólo Bravo se mostraba seguro ante la atenazada defensa que debía servirle de protección. Tardó todo un mundo, o lo que es lo mismo en el fútbol, casi una primera mitad entera en sacudirse los nervios. El tiempo que necesitó Vela para despertar de su letargo y crear la única ocasión clara de los suyos. Una gota en la mitad del desierto en el que se había convertido la mentalidad blanquiazul.

Necesitaba Arrasate un revulsivo y lo intentó encontrar sacando del ostracismo inicial al 'Chory' Castro. No contó con que su homólogo escocés también jugó a la estrategia dando entrada al mismo tiempo a su arma bien guardada, de nombre Van Persie. El primer balón que tocó el holandés acabó en el palo y el segundo también, aunque esta vez desde los once metros tras un penalti muy dudoso. Hubo tiempo para recordarle desde el graderío a Seferovic que el escudo y la afición están antes que el dinero y le devolvieron con una sonora pitada su llamada al silencio del último fin de semana. Una manera como otra cualquiera de decir adiós -virtualmente- a la 'Champions' por la puerta de atrás. Al menos ya inauguró el casillero de puntos. Y queda lo más importante: la esperanza.

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