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Víctor Tomás se dispone a lanzar a la portería australiana./Juan Carlos Hidalgo (Efe)
Festín español ante la debilidad australiana
Balonmano | Mundial

Festín español ante la debilidad australiana

Viran Morros fue el más destacado del partido

MIGUEL Á. PINDADO

Martes, 15 de enero 2013, 22:48

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Un trámite impropio de una competición de élite, pero que mundializa el balonmano. Australia no tiene entidad para disputar un torneo de las características del Mundial, pero es, sin duda, el mejor equipo de su conferencia. Los cupos son los cupos y solo queda esperar que el tiempo ayude al balonmano australiano a mejorar. Porque ahora mismo tendría dificultades para mantenerse en la categoría de plata del balonmano español. La única parte positiva es que selecciones como Australia en un Mundial permiten una jornada de relajo, de descanso, de curar heridas, de dar minutos. Y eso fue lo que hizo Valero Rivera. Dejó a Aguinagalde, Sarmiento y Alberto Entrerríos entre algodones. Les dio un merecido descanso porque hasta la fecha se han visto obligados a jugar más de cincuenta minutos por partido, al menos los de la primera línea, y eso, en un torneo tan exigente, acaba pasando factura justo en el momento que más se les puede necesitar. Los 40 goles de diferencia son todo un escándalo en el que la Federación Internacional debería meter mano, más que nada porque luego pueden ser decisivos en caso de empates y no es de recibo que se consigan de forma tan burda.

España se tomó el partido con calma, pero sin relajaciones. Jugar sin tensión se suele traducir en lesiones absurdas y en posibles conflictos cuando un compañero se parte la cara mientras otros pululan por el campo. Valero Rivera pidió intensidad y el equipo respondió, aunque no se evitó que en los primeros minutos los australianos endosasen un 0-2 que ha sido la mayor ventaja que han tenido hasta la fecha en la competición. Sin duda un espejismo. En cuanto España empezó en serio, Australia demostró su incapacidad. La defensa de las torres españolas era una barrea infranqueable ante el tosco y rudimentario ataque 'aussie'. Solamente algunos goles de fortuna hicieron vibrar a sus apasionados aficionados.

Valero Rivera, que ni siquiera hizo uso de su habitual pizarra en los tiempos muertos, se percató de que los australianos podrían eternizarse con el balón en su poder, y decidió cambiar la defensa mediado el primer período y colocar a Ariño como avanzado. Si en 6-0 los australianos no acertaban a crear jugadas, con la molestia de un avanzado ya no solo no creaban, sino que perdían el balón con una pasmosa facilidad. Antonio García, Ruesga y Montoro fueron la primera línea española en los primeros quince minutos, pero no puede hablarse ni de recuperación ni de buen partido. El rival no daba la talla para poner nota. Después Valero Rivera dio entrada a Cañellas y Maqueda para que disfrutasen de unos minutos, aunque ya desaparecieron en la segunda mitad. Había que descansar.

El marcador al término de la primera parte era de 24-6. No dejaba ningún lugar a la duda. Los australianos se quedaron sin marcar en los últimos diez minutos y no volvieron a hacerlo hasta el minuto 13 de la segunda mitad. España quiso agradecer a su fiel afición el apoyo y no se relajó en ningún momento. Mantuvo el ritmo del partido y el festival de goles se fue sucediendo y de todos los colores. El público vibrara con los tantos de los 'Hispanos' y la primera meta fueron los 40 goles. Se llegó a esa cifra en los primeros veinte minutos tras el descanso y entonces los 50 fueron el récord a batir. Y fue Antonio García el que tuvo el honor, aunque finalmente Roca pusiese el colofón casi sobre la bocina. Sin duda ansias y ganas de ganar no les faltan a los hombres de Valero Rivera, con esos 40 goles de diferencia. Y las van a necesitar todas, porque a partir de ahora comienza de verdad el Mundial. El jueves espera la Hungría de Lazslo Nagy, la selección revelación de los Juegos Olímpicos con su cuarto puesto. Y después Croacia. Con ellos España se jugará los tres primeros puestos y por tanto los cruces de cuartos de final, en los que no hay lugar para el error. El verdadero Mundial empieza ahora y España parece estar preparada para luchar por los puestos de podio.

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