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Alicia Sánchez-Camacho. / Lluis Gene (Afp)
Sánchez-Camacho, una política hiperactiva
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Sánchez-Camacho, una política hiperactiva

Cuatro años al frente del PPC han bastado para situarla como protagonista de la política catalana

CRISTINA GARCÍA CASADO (EFE)

Lunes, 26 de noviembre 2012, 01:04

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Cuatro años al frente del PPC han bastado a Alícia Sánchez-Camacho para situarla como protagonista de la política catalana, hasta el punto de que en estas elecciones del 25-N ha liderado una campaña para frenar el órdago soberanista de Artur Mas, lo que le ha llevado a lograr sus mejores resultados con 19 escaños.

Esta política hiperactiva ha batallado para arrebatar el liderazgo de la oposición a los socialistas catalanes en unos comicios en los que ha querido aglutinar todo el voto no independentista, una postura que, como todas las suyas, ha defendido de manera enérgica y sin ambages.

Sánchez-Camacho, la primera mujer que lidera un partido político en Cataluña, no se amilana ante las dificultades y encara de frente la apuesta soberanista y el adelanto electoral con los que el presidente catalán, Artur Mas, ha cambiado el guión de una legislatura marcada hasta el verano de este año por los pactos entre nacionalistas y populares en el Parlament.

Obstinada y perfeccionista

La líder del PPC, que siempre fue una estudiante muy aplicada, se ha labrado fama de trabajadora obstinada y perfeccionista. En el coche que la traslada a los actos políticos tiene un flexo, para repasar las notas antes de salir a la palestra, que solo apaga ya en el trayecto de vuelta a casa, cuando pone una emisora de música pop-rock y cierra los ojos para descansar.

El poco tiempo libre que le deja su trabajo como líder del partido, diputada en el Parlament, senadora en Madrid, y ahora candidata a las elecciones, lo consagra a su hijo de seis años, Manuel, quien la ha hecho adicta al cine infantil, en especial a Tadeo Jones, cuyas aventuras han visto juntos un buen número de veces.

Sánchez-Camacho es una persona muy familiar, por lo que se apoya en sus hermanas para cuidar a su hijo, que estudia en un colegio concertado, y se escapa siempre que puede a Blanes (Gerona), la ciudad donde vivió hasta los 18 años, para visitar a su madre. Cuando empezó la licenciatura en Derecho, Sánchez-Camacho comenzó a desplazarse cada día en tren desde Blanes a Barcelona, ciudad donde nació y donde ahora vive.

Hija de una ama de casa extremeña y de un guardia civil castellanomanchego, suele decir que su familia es un claro ejemplo de la composición plural de la mayoría de los hogares catalanes. Su lengua materna es el castellano, pero con su hijo habla en catalán y combina las dos lenguas con normalidad.

Disciplinada y con mucha fuerza de voluntad, Sánchez-Camacho procura ir cada día a primera hora al gimnasio, donde se ha apuntado a la moda del 'spinning', sesiones de ejercicio sobre una bicicleta estática. Tras este esfuerzo, lo que no perdona nunca es un buen desayuno. En los días de Pleno se deja ver en el bar del Parlament con una bandeja en la que no falta la fruta, el zumo y el café, que siempre toma solo y junto a un vaso de agua, porque no le gusta demasiado. Lo bebe para activarse, pero prefiere el té. Nunca ha fumado, pero de lo que no se separa es de su coca-cola 'light', que siempre, en cualquier época del año, pide sin hielo ni limón.

Torrente verbal

En sus ratos de ocio aprovecha para salir al parque con su hijo, acercarse hasta el mercado de la Concepción, o aficionar al pequeño Manuel a una de sus grandes pasiones junto a la historia: la arqueología. En agosto visitó la excavación 'Los Millares' en Almería, y con Manuel participa en las actividades que organiza el Museo Egipcio de Barcelona.

A pesar de ser segura de sí misma, Sánchez-Camacho siempre pregunta a su equipo qué tal ha estado tras una intervención o un debate. "¿Muy bien? Muy bien no lo he podido hacer todo, así que decidme", suele decirle a sus asesores cuando la felicitan tras un discurso.

La líder del PPC, extrovertida y todo un torrente verbal, se maneja con la misma soltura en una conferencia ante empresarios que en una visita a un mercado o a una residencia de ancianos, escenarios donde se muestra muy próxima a los ciudadanos, con los que busca la complicidad. "¿90 años? Pues está usted estupenda", le comentaba hace poco a una anciana en una visita de precampaña.

Este carácter abierto hace que nunca rehuya a los críticos e intente rebatirles sus argumentos; su manera de ser también le ayuda a digerir con sentido del humor las imitaciones que hacen de ella y del resto de líderes políticos catalanes en un famoso programa de sátira política, del que su hijo es un auténtico fan.

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