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Xabier Barandiaran, Floren Aoiz e Iñaki Galdos
El nacionalismo vasco rediseña su estrategia ante la crisis catalana

El nacionalismo vasco rediseña su estrategia ante la crisis catalana

El 155 marca las reflexiones de las fuerzas abertzales, que apelan a la unidad de acción

Miguel Villameriel

San Sebastián

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Domingo, 1 de abril 2018, 08:22

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Las formaciones abertzales celebran hoy el Aberri Eguna con un ojo puesto en Cataluña y otro en las consecuencias que el procés puede desencadenar en el Estado español tras el precedente del artículo 155. Tres voces autorizadas del nacionalismo vasco acostumbradas a reflexionar sobre estrategias de futuro -Xabier Barandiaran (PNV), Floren Aoiz (EH Bildu) e Iñaki Galdos (expresidente de Hamaikabat)- analizan la situación actual de Euskadi y coinciden en la necesidad de acumular fuerzas para alcanzar mayores cotas de soberanía.

Tres voces abertzales

  • Xabier Barandiaran (PNV): Nació en Ataun en 1969. Cargo político: Jefe del Gabinete del diputado general de Gipuzkoa.Doctor en Sociología y profesor en la Universidad de Deusto.

  • Floren Aoin (EH-Bildu-ortu) Nació en Tafalla en 1966. Cargo político: Dirigente de Sortu y director de la fundación Iratzar. Fue portavoz de HB en los 90. Es escritor y columnista.

  • Iñaki Galdos: Nació en Oñati en 1966.Trayectoria: Fue primer teniente de diputado general de Gipuzkoa y presidente de Hamaikabat.Articulista y colaborador de medios

Perspectivas de futuro

Barandiaran cree que «hay varias razones que obligan al nacionalismo vasco a redefinir su estrategia. Una es global y tiene que ver con el cambio social y otra, coyuntural, se debe al proceso regresivo que vive el Estado español, que se ha dejado ver con fuerza en la crisis catalana y que apenas deja flexibilidad para un ajuste plurinacional». ¿Hacia dónde ir en ese contexto? Para el dirigente jeltzale, «el nacionalismo no puede renunciar a la institucionalización del derecho a decidir, aunque ésta deberá venir de un proceso de negociación, nunca de ruptura. Y para que las instituciones vascas tengan esa fuerza negociadora, es imprescindible que se produzca una convergencia con la sociedad civil, que debe activarse». Barandiaran reconoce que a veces los partidos ven con recelo esa movilización social, algo con lo que discrepa «radicalmente. Una estrategia política que no tiene detrás a la sociedad civil es una estrategia muerta».

Aoiz asegura que en el mundo abertzale «todos querríamos una solución negociada con el Estado para que se respete el derecho a decidir, pero ¿es realista plantearse eso hoy? Yo creo que no y, entonces, hay que buscar otras estrategias». A juicio del dirigente de Sortu, «ante la involución que se vive en el Estado, hay que tomar posiciones fuertes y plantear ir mucho más allá. Sería un error conformarse con defender lo conquistado en los últimos años». Señala que «lo que ha sucedido en Cataluña nos debería llevar a elegir nuestro propio camino hacia la soberanía, siendo conscientes de que irse de España no será fácil, por mucha mayoría que construyamos. Pero eso no nos debería llevar a ceder».

Independencia o pragmatismo

Un debate habitual dentro del nacionalismo es si el objetivo final debe ser la independencia o se puede optar por vías más pragmáticas dentro del Estado español. Galdos se reconoce «independentista» y considera que «a Euskal Herria le iría muchísimo mejor siendo un estado independiente», aunque cree que la independencia no debe verse «como algo decimonónico. Aspiro a una Euskal Herria en Europa que pueda decidir su propio futuro sin tener que pasar antes por Madrid», explica.

En opinión de Barandiaran, «el nacionalismo tiene que ser pragmático y transformador. Claro que nuestra aspiración es ser un estado independiente o una organización homologada en términos de independencia con el resto de las naciones. Ahora, eso no se consigue de la noche a la mañana y es importante que vayamos acumulando fuerzas».

Aoiz explica que, para EH Bildu, «lo pragmático y posibilista es pensar en cómo irse cuanto antes del Estado español, mientras que lo utópico es pensar que España va a responder a nuestras demandas de mayores niveles de autogobierno. Lo realista es pensar que la única manera de conseguirlo es hacerlo por nuestra cuenta, lo que tampoco debe verse como un todo o nada. Hay que confrontar y atreverse a expresar la voluntad popular».

El ejemplo de Cataluña

La aplicación del artículo 155 ha cambiado el «terreno de juego» en el que se mueve Euskadi, porque se ha convertido en un precedente de cara al futuro. Barandiaran destaca que en el procés catalán ha habido «elementos interesantes como la enorme activación social». Entre las sombras, entiende que se ha producido «un problema de gestión de tiempos».

Aoiz interpreta el 155 como «un aviso a navegantes» y apunta que «también lo son los últimos mensajes del Gobierno sobre un posible recurso a los Presupuestos vascos, lo que siembra dudas sobre la apuesta del PNV por la bilateralidad. También el PP de Navarra ha advertido que la puerta del 155 podría volver a abrirse...». El dirigente de Sortu afirma que «el mensaje de los involucionistas en el Estado está claro, pero no tengo tan claro que seamos conscientes de lo que eso significa y nos exige». Galdos señala que «aquí no estamos en la misma clave que Cataluña. La sociedad vasca no está por la labor de emprender esa vía, por mucha solidaridad que despierte. Pero debemos estar atentos a lo que sucede porque el Estado está ofreciendo síntomas muy preocupantes».

Unidad de acción abertzale

¿Algún día será posible que los partidos aber-tzales trabajen de una forma unitaria? Barandiaran asegura que «es esencial que haya una estrategia de país, no de partido. Es muy importante acumular fuerzas sobre la base del derecho a decidir, fundamentalmente entre las dos grandes familias nacionalistas, pero abriéndonos también a aquellos partidos que defiendan esa capacidad de decidir. Si no hay unidad, no habrá ninguna estrategia de éxito». Aclara que «la acumulación de fuerzas nacionalistas no debe verse como un proceso de exclusión de aquellos que no lo son».

Aoiz destaca que en los últimos años se han dado «avances importantes» como «la llegada del cambio a Navarra» o la creación de la Mancomunidad de Iparralde. En el aspecto negativo, lamenta que «en estos momentos en la CAV no hay músculo para responder de una manera unitaria, cuando la sociedad nos demanda otro tipo de actitud». Por contra, Aoiz destaca que cuestiones sociales como la de las pensiones pueden reforzar las posiciones soberanistas «porque queda claro que la soberanía está directamente relacionada con las condiciones de vida».

Galdos se muestra «partidario de la unidad de acción entre el nacionalismo vasco», pero la ve difícil en el corto plazo porque «la izquierda abertzale y el PNV siguen muy alejados, como se ve en el día a día».

«Una estrategia política que no tiene detrás a la sociedad civil es una estrategia muerta»

xabier barandiaran

«Lo pragmático y posibilista hoy es pensar en cómo irse cuanto antes del Estado español»

floren aoiz

«Debemos estar muy atentos porque el Estado está ofreciendo síntomas muy preocupantes»

iñaki galdos

El final de ETA

La esperada desaparición de la organización armada puede convertirse en un hito en la relación de los partidos abertzales. Barandiaran cree que «ayudaría» porque ETA «ha sido un problema insuperable para la estrategia del nacionalismo». A su juicio, para que PNV y la izquierda abertzale puedan converger «hay una condición básica, que es la asunción de la cultura democrática. Hoy en Europa, fuera de la ética democrática, no hay nada». Galdos considera que «la desaparición de ETA puede contribuir, pero todavía hay camino por recorrer».

Aoiz incide en que la decisión que adopte ETA no debe servir de «excusa» para otro tipo de acciones políticas. «La lucha armada hace años que cesó y, sin embargo, se sigue recurriendo a ella como excusa. Hay una demanda social para que las fuerzas abertzales lleguemos a acuerdos y es una cuestión de voluntad política».

El Aberri Eguna de ayer y de hoy

Barandiaran, Aoiz y Galdos reconocen que el Aberri Eguna de hoy poco tiene que ver con las masivas movilizaciones que se celebraban hace 30 años, aunque consideran que no se debe tanto a una desafección hacia el día de la patria vasca como a un cambio social que ha relegado a un segundo plano este tipo de celebraciones. El representante del PNV, sociólogo de formación, considera que «la globalización obliga al nacionalismo a hacer una reflexión. El mundo actual es más complejo y está en continua transformación, por lo que tenemos que adecuar nuestra estrategia a esa complejidad». Aoiz apunta que el Aberri Eguna «ha perdido su antigua centralidad porque ahora hay movilizaciones a lo largo del año», pero valora también que las citas independentistas siguen contando con un gran respaldo. Galdos reconoce que «el nacionalismo vasco puede estar viviendo una época de cierto letargo, de falta de pulso por la resaca de décadas de violencia, pero al mismo tiempo está absolutamente consolidado en lo social y político».

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