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AINHOA MUÑOZ
Martes, 11 de abril 2017, 06:58
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La cautela que ha imperado entre los partidos vascos a lo largo de los últimos días ha dado paso a abrir ciertas hostilidades, en este caso entre el PNV y EH Bildu, una vez consumado el desarme de ETA. Arnaldo Otegi afeó ayer al lehendakari Urkullu su ausencia en los actos de Baiona y aseguró que «cada cual se retrata en este tipo de hechos y actitudes». En su opinión, la inauguración de la línea 3 del Metro de Bilbao, que presidió Urkullu mientras los autodenominados 'artesanos de la paz' entregaban en el Ayuntamiento de la capital labortana las coordenadas de los zulos donde se encontraba el arsenal de la organización, «no era el sitio donde tenía que estar» el máximo representante del Gobierno Vasco.
Las palabras del secretario general de Sortu y portavoz de EH Bildu no sentaron bien en el seno del PNV, y su presidente, Andoni Ortuzar, opinó de inmediato que la inauguración del nuevo tramo del Metro bilbaíno era «más importante» que la entrega de armas por parte de ETA. «Que no se me malinterprete», trató de justificar el jeltzale antes de establecer una comparación entre los dos acontecimientos que coincidieron en el tiempo el pasado sábado. «Para mí fue más importante lo del Metro que lo del desarme, ya que la inauguración de la línea 3 es una señal de lo que avanza hacia el futuro, y el desarme fue un hecho que nos ayuda a pasar página al pasado. Y lo que Euskadi necesita es futuro», manifestó Ortuzar.
Sin embargo, el líder de la izquierda abertzale hizo una retrospectiva en el tiempo y, con cierta sorna, recordó que el exlehendakari Patxi López se encontraba precisamente en un tren, que circulaba entre Washington y Nueva York, cuando la organización terrorista hizo público en octubre de 2011 el cese definitivo de la violencia. En este sentido, Otegi criticó que Urkullu hiciese lo propio y no estuviera presente en uno de los acontecimientos -según el líder de Sortu- «más importantes» de la historia reciente de Euskadi.
Trabajo en la sombra
En realidad, el proceso de desarme contó con la cobertura institucional del Ejecutivo autonómico -también del Gobierno de Navarra-, pese a su ausencia en los actos que se celebraron el sábado en Baiona. Los intermediarios civiles intentaron que Urkullu estuviera presente durante la entrega de las localizaciones, pero finalmente el lehendakari declinó la invitación con el objetivo de marcar distancias con la izquierda abertzale y por sus recelos con el procedimiento final del proceso de desarme.
No obstante, a media mañana -cuando se oficializó la entrega del arsenal- el lehendakari compareció por sorpresa en Donostia junto al portavoz de la Comisión Internacional de Verificación, Ram Manikkalingam, para leer una declaración institucional que estaba prevista que leyera su portavoz, Josu Erkoreka. En Baiona, el PNV limitó su representación al presidente del Ipar Buru Batzar, Pako Arizmendi. El secretario de organización del PNV, Joseba Aurrekoetxea, también acudió hasta Iparralde, aunque a título personal. Por contra, toda la plana mayor de EH Bildu estuvo presente en la capital labortana.
Fuentes del PNV, sin embargo, criticaron la «sobreexposición» de la coalición abertzale, y pusieron en valor la gestión en la sombra y el papel «callado y leal» acometido por el lehendakari durante todo el proceso para que el desarme de ETA sea hoy una realidad. «Nosotros no necesitamos medallas. Que se las quede todas Otegi», censuraron las mismas fuentes.
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