El PP quiere elegir mañana al sustituto de Quiroga para evitar un vacío de poder

«Muchos querían echarla y al final se ha ido ella». Esta sentencia de un alto dirigente del PP vasco sirve para explicar la dimisión de Arantza Quiroga como presidenta del PP vasco, una decisión que fue anunciada ayer en rueda de prensa y que puso fin a una eterna semana de silencio. El «detonante» que supuso la retirada de la moción sobre convivencia fue la gota que colmó la paciencia de Quiroga, que desde el miércoles pasado ya tenía claro que dejaba la política. No lo hizo público hasta ayer por deferencia con la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, que le pidió que no actuase «en caliente» y lo reflexionase unos días, pero cuando el martes la tuvo cara a cara en Madrid, se reafirmó en su decisión. «Hasta aquí he llegado».

Quiroga tiró la toalla por el abismo que la separaba del PP alavés y por una distancia creciente con la ejecutiva guipuzcoana. No podía continuar en el cargo sólo con la lealtad de Bizkaia; ni siquiera hasta después de las elecciones generales del 20 de diciembre, como muchos hubieran querido. La presidenta se fue y el PP vasco tuvo que forzar la máquina para evitar un vacío de poder en un momento crítico para el partido. Es probable que una junta directiva extraordinaria nombre un sustituto mañana mismo, y hay muchas opciones de que ese relevo sea alavés.

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