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Juan Antonio Delgado, portavoz de la AUGC, plantea que la Guardia Civil pierda su carácter militar, y poder contar así con sindicatos.
Delgado: «Todos nos dieron la espalda cuando nos mataban. El abandono institucional es difícil de perdonar»
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Delgado: «Todos nos dieron la espalda cuando nos mataban. El abandono institucional es difícil de perdonar»

El fin de ETA ha roto el silencio de los guardias civiles. Delgado pide al Gobierno Vasco que reconozca su labor en vez de reclamar que se vayan.

ANTTON IPARRAGUIRRE

Lunes, 5 de enero 2015, 07:29

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Juan Antonio Delgado (San Fernando, 1971) es portavoz de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) y como tal ofreció en noviembre en Vitoria la primera rueda de prensa que celebra en Euskadi en los 20 años de historia de este colectivo. Ante el debate político y social abierto en torno a la memoria, las víctimas y la convivencia en el actual escenario post-ETA, pide que se reconozca la difícil situación que vivieron los agentes en Euskadi por culpa del terrorismo tanto a nivel personal como profesional. Advierte de que «ETA ha dejado de matar, pero no de existir», por lo que defiende la permanencia del instituto armado en el País Vasco. Frente a la demanda del Gobierno Vasco de un repliegue de las Fuerzas de Seguridad del Estado, recuerda que cumplen con un mandato constitucional.

-¿Ha estado destinado en el País Vasco y ha sido víctima de ETA?

-No. Soy guardia civil desde 1993. Entré por vocación, para ayudar a la gente, y pertenezco a la escala básica. Estoy destinado en Conil de la Frontera, aunque pasé unos años en Barcelona. He sufrido por ETA, ya que atentó contra dos amigos paisanos. Uno resultó herido en Lei tza, en 2002, por una pancarta bomba. Falleció un cabo y otros cuatro agentes resultaron heridos. El segundo caso fue en el atentado con coche bomba contra la casa cuartel de Legutiano, en 2008, y con el mismo balance de daños personales. Además, he asistido a numerosos funerales como representante de la AUGC. Estamos personados prácticamente en todos los procesos judiciales contra terroristas en los que ha habido una víctima guardia civil.

-¿Por qué en veinte años de vida la AUGC no habían ofrecido hasta el pasado 6 de noviembre ninguna rueda de prensa en el País Vasco?

-Esa comparecencia de Vitoria es un síntoma de que algo ha cambiado. Antes, las circunstancias no lo permitían. Debido a la existencia de ETA el primero, segundo y tercer objetivo de los guardias civiles destinados en el País Vasco era salvar su vida. No podían dedicarse a denunciar la falta de medios o las actitudes de algunos mandos. La seguridad era vital. Los agentes se tenían que parapetar en un acuartelamiento, no podían estudiar ni tener una relación normal con la sociedad. No se contemplaba dar una rueda de prensa o ponerse en contacto con un medio. No te podías fiar de nadie. Pero esto no quiere decir que nuestra asociación no trabajara en el País Vasco.

-Históricamente la Guardia Civil no ha sido muy bien vista en el País Vasco. ¿A qué lo achaca?

-Viene de la dictadura, ya que Franco utilizó a la Guardia Civil como policía represora, tanto en el País Vasco como en el resto de España. Con la llegada de la democracia, el cuerpo fue renovando tanto su normativa como su uniforme, y la sociedad lo visualizó. Hoy en día es la institución mejor valorada por los españoles. En el País Vasco, también se nos valora, aunque a algunos políticos les ha faltado sensibilidad hacia nosotros.

-Denuncia que la Guardia Civil funciona como «un cortijo» en Euskadi, y ha sufrido situaciones «kafkianas y antidemocráticas».

-Las ejecutivas de la AUGC en las tres provincias vascas recogen el sentir de compañeros que dicen que aquello es un cortijo, en el que muchas normas de la Guardia Civil son arcaicas y ni siquiera se respetan. En la rueda de prensa denuncié que tres guardias civiles de la escala básica trabajan como camareros en el bar de oficiales de la comandancia de Álava, y que en ese local los hijos de mandos hacen la comunión. Eso no es una Guardia Civil del siglo XXI, sino una clasista que parece más un cortijo en el que se pone el café al señorito.

-¿Cómo valora la atención a las víctimas de la Guardia Civil?

-Es un sentir de los guardias civiles, y de muchísima gente, que hasta que los etarras no empezaron a asesinar a políticos los partidos no empezaron a ponerse más serios, a cambiar normas y a preocuparse realmente por las víctimas. Antes, los familiares de los guardias civiles muertos o heridos tenían que irse por la puerta trasera de los cuarteles. No tenían ni curas para un sepelio. Ni siquiera la Iglesia estaba de nuestro lado. Nos hemos encontrado solos no, muy solos. Todo el mundo nos dio la espalda, aunque también es cierto que recibimos el apoyo de muchos vascos, que tenían que hacerlo a escondidas. Puedo entender y perdonar a parte de la sociedad, ya que en el País Vasco había mucho miedo. Sin embargo, el abandono institucional durante tantos años es difícil de perdonar. La Guardia Civil ha hecho un trabajo vital por la paz, la democracia y el Estado de Derecho, que aún no se le ha reconocido, y tampoco a la Policía Nacional y a la Ertzaintza. Me gustaría que algún día el Gobierno Vasco se dejara de ambigüedades y homenajeara a los guardias civiles por todo el trabajo que han realizado durante tantos años para desactivar a una banda asesina y sanguinaria, y no pedir que se vayan.

-¿Teme que se pretenda equiparar a las víctimas de ETA con las de abusos policiales y el terrorismo de Estado, como señalan algunos?

-Un Estado de Derecho tiene que poner en marcha normas y leyes democráticas contra la violencia, y los GAL, por ejemplo, hicieron mucho daño a las víctimas. Pero no son comparables las víctimas, porque a nosotros nos mataban por la espalda o de un tiro en la nuca, y no éramos asesinos, sino policías demócratas, ciudadanos y trabajadores honrados. Si al final se logra la independencia, un nuevo país manchado de sangre ya no tendría ningún valor. Todo hay que hacerlo con prácticas democráticas.

-Advierte de que la amenaza de ETA sigue latente a pesar del cese.

-Sí. A algunos políticos les han entrado las prisas, y al final para coger cuatro votos. Dicen: "ya se puede ir la Guardia Civil, ya está todo hecho". Y eso no es cierto. ETA ha dejado de matar, pero no de existir, ya que no ha entregado las armas ni se ha disuelto. Además, la Guardia Civil tiene unas competencias en todo el Estado español que se las da la Constitución. Por tanto, quien desee que nos vayamos que se ahorre esas palabras. Deberá proponer, en todo caso, una reforma de la Carta Magna.

-¿Debe haber una negociación para culminar la entrega de las armas?

-Hemos demostrado que la acción policial es la que ha desactivado a ETA. La parte política ha querido en muchas ocasiones hablar con la banda y sabemos los resultados. Los intentos de los gobiernos de Suárez, González, Aznar y Zapatero no han valido para nada. La banda ha dejado de matar porque operativamente estaba muy débil, agonizante, y el Estado de Derecho-Policía la ha derrotado. Los etarras tienen que entregar las armas sin negociar nada. Eso sería validar sus muertes. Los asesinos tienen que estar en la cárcel y pagar por matar a miles de inocentes.

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