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Las 10 noticias clave de la jornada

Diez pueblos irresistibles... con menos de cien habitantes

Después del trasiego de la Navidad hay que desconectar. Estos recónditos enclaves son un buen remedio. Lejos del ruido y la modernidad, muchos conservan ese encanto de lo antiguo y lo decadente. Vete preparando la escapada porque te seducirán

Lucía Angulo

Sábado, 10 de enero 2015, 17:40

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El trasiego de la Navidad nos pasa factura. Por eso, una vez pasadas las fiestas, hay que desintoxicarse. De las prisas, de las masas, del comer por comer y del comprar por comprar. Es bueno caminar, desconectar, relajarse. Para esto, los pueblos son la mejor medicina, más aún aquellos recónditos, de escasa población, donde no hay cobertura ni nadie conocido. En España existen 1.193 localidades con menos de cien habitantes. Son antiguos. Algunos incluso conservan su encanto medieval. No hace falta que te los mires todos: te seleccionamos diez, los más bellos. Y apunta, porque son ideales para recuperar la tranquilidad perdida.

1 Solo una pequeña calzada romana empedrada lo comunicaba con el vecino Caranga y el resto del valle. Ha conservado casi intacta su arquitectura rural de montaña. Las casas de piedra gris destacan sobre el verde del paisaje. Lo primero que sorprende es encontrarse con tantos hórreos, esos característicos graneros típicos de Asturias. Son de madera, incluyendo los pegollos (postes para sostenerlos), y bajo ellos se guardan los carros y los útiles del campo. La mayor parte de las viviendas son de paredes pétreas y algunas conservan el tejado de paja.

38 habitantes. A 35 km de Oviedo

2 Pequeño lugar en lo alto del valle de Cabuérniga con la arquitectura popular mejor conservada de toda Cantabria. Situado en medio de la Reserva Nacional de caza del Saja. Bajo los arcos de las casas algún artesano talla recipientes para la leche -jermosos-, en madera de castaño, haya o avellano. El abandono de siglos le ha permitido conservar la pureza de sus construcciones.

75 habitantes. A 72 km de Santander

3 "En Calatañazor, perdió Almanzor su tambor". Corrían los años del primer milenio cuando Alman­zor recorrió estas tierras destruyendo sus principales villas. La leyenda narra que, enfermo, al pasar por Calat­añ­azor fue derrotado. La batalla debió ser una escaramuza pero Calatañazor entró en la historia con ella. Hoy solo quedan, recordando el pasado, grises murallas arruinadas, un rollo gótico, un par de iglesias y muchas leyendas, pero uno puede imaginarse allí que está en la Edad Media. El lugar es un autén­tico nido de águilas que hace honor a su nombre (Calatañazor significa castillo de las águilas), desde el que se disfruta de una vista de la dilatada llanura castellana. Su típica arquitectura se repite en todos estos pueblos: casas de adobe con entramado de madera, amplios balcones y salientes aleros también de madera. Fue allí donde Orson Welles rodó 'Campanadas a Medianoche'.

70 habitantes. A 31 km de Soria

4 Era éste un pueblo de arrieros que tuvo su esplendor en el XIX. Transportaban cereales, vino, aceite y telas desde Galicia a Madrid, según privilegios reales que se remontaban al siglo XIV. Muchos se enriquecieron y edificaron grandes casonas. El cocido maragato de este pueblo tiene fama merecida. Cerca, rodeado de suaves colinas, el Teleno, el monte más alto de todo el sur leonés.

86 habitantes. A 57 km de León

5 Al lado del río Alagón, Granadilla fue fundada en el siglo IX por los árabes y se llamó en un principio Granada. Hubo de cambiar su nombre y ponerlo en diminutivo para evitar confusiones cuando los Reyes Católicos conquistaron la ciudad andaluza. En los años sesenta, al hacerse la presa de Gabriel y Galán, fue expropiado, los campos de labor fueron inundados y el pueblo quedó rodeado por las aguas. Para evitar saqueos se cerró el portón, que solo se abría el día de Todos los Santos. En el centro, ahora con parterres, se encuentra la plaza Mayor, tan cuidada que desentona en un pueblo vacío.

Deshabitado. A 103 km de Cáceres

6 En pleno Camino de Santiago se encuentra esta localidad que conserva antiguas 'pallozas' (edificaciones anexas a las viviendas destinadas en parte al ganado) y un santuario levantado con motivo de un famoso milagro. Quien alguna vez haya pasado por Cebreiro en invierno, con la nieve cubriendo las antiguas edificaciones, habrá comprendido mejor el prodigio que allí tuvo lugar en el siglo XIV con la trasformación en sangre de Cristo del vino. Los Reyes Católicos, peregrinando a Santiago, hicieron donación del relicario, que hoy día guarda los corporales con el milagro. También se conserva el cáliz -el Santo Grial gallego-, donde tuvo lugar la transformación.

18 habitantes. A 65 km de Lugo

7 Dice la tradición que alguien de esta aldea escribió una carta que comenzaba: "Del Rey de los Patones al Rey de las Españas". El monarca -debía ser Felipe II- mandó averiguar quien era aquel súbdito, pero, enterado de su situación aislada, lo dejó tranquilo y siguieron ignorados. Hay dos Patones separados dos kilómetros por una empinada cuesta; el de Arriba es el de la historia. La arquitectura sigue siendo fotogénica, aunque el ambiente es demasiado turístico.

29 habitantes. A 60 km de Madrid

8 Debe su nombre al río que lo bordea, el Úrbel, y a la fortaleza que lo corona desde una atalaya natural. La torre que se conserva fue construida por la familia Zúñiga en el siglo XV, aunque la original data del siglo IX. Se cree que el topónimo del lugar procede del euskera, derivado de 'ur' y 'beltza', y que, de hecho, fueron pobladores vascones y cántabros los que fundaron el enclave. Acomodado en un valle, es común avistar bandadas de buitres anidando en la pared rocosa que sirve de espalda a la parte alta del pueblo. Requisito ineludible es escalar el cerro que se levanta junto a su plaza. Desde allí, desde la torre, se otea toda la comarca, sus praderas y la meseta próxima.

83 habitantes. A 39 km de Burgos

9 Una camino sinuoso, plagado de zigzags y puentes de piedra, y a la vera de un barranco que da al río Urdón. Así es la ruta de acceso al aislado pueblo de Tresviso. Es debido a lo recóndito de su localización, entre las altas montañas de los Picos de Europa. Se dice también que fue el último municipio cántabro en caer en manos franquistas durante la Guerra Civil. Antes de llegar, un mirador natural conocido como el balcón de Pilatos se alza en vertical con una caída de 600 metros. Abajo, el río se pierde de vista. Un camino empedrado al más puro estilo de 'El mago de Oz' da la bienvenida al pueblo, famoso por su queso picón. En primavera, las laderas que lo rodean se tiñen de los colores de las flores. En invierno, la nieve otorga la más bella de las estampas.

69 habitantes. A 129 km de Santander

10 El Valle del Silencio hace honor a la quietud que le concede el aislamiento entre montañas. Esta tranquilidad perenne hizo del lugar punto de retiro para monjes y eremitas. Fue San Genadio, ermitaño que se retiró a un cueva cercana, quien ordenó a la naturaleza ser silenciosa -el ruido del río Oza entorpecía su meditación- y quien además fundó Peñalba de Santiago. Un pueblo que aún conserva la arquitectura típica de El Bierzo, con casas hechas de piedra, madera y pizarra, culminadas por corredores balaustrados donde se conservaban algunos alimentos como nueces y castañas. Todas su calles conducen al centro, donde se levanta una iglesia de arquitectura mozárabe del siglo X. Por cierto, aún hoy se puede visitar la cueva del santo fundador, accesible a través de un bonito paseo.

21 habitantes. A 134 km de León

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