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Un país de acogida

iria epalza markoartu

Viernes, 15 de junio 2018, 06:47

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629 vidas (otras siete gestándose) en juego. 629 personas que se mueren por vivir. Italia ha cerrado sus puertos al buque de Médicos Sin Fronteras Aquarius - de hecho, no deja a ninguna ONG atracar- y Francia mira a otro lado, como si la Côte d'Azur no fuera bañada por el Mediterráneo. España quiere sacar la cara a una Unión Europea que tiene la cabeza cada vez más enterrada por lo que a este tema se refiere, y así ganarse Sánchez el favor del presidente Juncker.

Los estados de la UE no quieren tomar cartas en el asunto de las personas migrantes, exiliadas y refugiadas, pero tampoco quieren conceder esta potestad a la UE, y así se comportan, como el perro del hortelano. Ponen como prioridad la Seguridad y la Defensa, inyectando cada vez más millones de euros en el programa FRONTEX, encargada de 'guardar' las fronteras europeas. Estos estados gobiernan bajo el lema de «ponemos dinero para no tomar decisiones». En cambio, las naciones sin estado tenemos una visión y acción que está en las antípodas de la anterior. Contraria a la actitud francesa, el presidente de Córcega, Gilles Simeoni, ha ofrecido los puertos corsos al buque Aquarius. La vicepresidenta de Valencia, Mónica Oltra, el president de Cataluña, Quim Torra, y la presidenta de Nafarroa, Uxue Barkos se han ofrecido rápidamente para acoger, tratar y dar una vida lo más digna posible a las personas que están en esta situación de vida o muerte.

¿Y el Gobierno Vasco? Con la tibieza que caracteriza a Urkullu, el Ejecutivo vasco ha decidido que acogerá a un 10% de esas personas que están en esta situación inhumana. No se ha reparado en qué necesidades tienen, qué recursos podemos ofrecerles, cómo se hará el reparto, qué gestión conjunta con otras comunidades se puede hacer… No; un 10% y listo. Qué es la vida; quien todo tiene no quiere dar nada. Quien nada tiene, todo está dispuesto a dar.

Los estados que tienen competencias, poder y capacidad de decisión no deciden, usan su poder para que las personas migrantes no entren en 'sus' territorios (no olvidemos las concertinas, los migrantes recibidos a tiros por la Guardia Civil, las deportaciones en caliente…), y negocian con los países que hacen de tapón (Turquía o Libia), para que a cambio de dinero, retengan por un tiempo a estas personas y así tener 'paz' durante un período. Las naciones a las que nos niegan incluso el ser, tenemos la solidaridad como herramienta, y los Derechos Humanos como base. Sabemos que nadie es ilegal, y que lo que debería ser ilegal es esta situación inhumana.

Euskal Herria es un país de acogida, algo que aprendimos gracias a quienes nos han acogido durante la historia. Y sabemos que a la solidaridad no se le pueden poner fronteras. La migración se dará cada vez más frecuentemente, por causas derivadas por el cambio climático, las guerras, las desigualdades… Ya es hora de dar una solución política a este tema, y que tomemos medidas a corto, medio y largo plazo. Debemos abrir nuestras mentes, pueblos y recursos a la realidad que está llamando a nuestras puertas, ¡y no vale abrirlas sólo un 10%, señor Urkullu! Una Euskal Herria justa ayudará a construir una Europa más digna, y una Europa más justa fomentará una Euskal Herria más digna.

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