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No necesitamos recomendaciones

Es normal que la patronal firme este tipo de acuerdos para garantizarse la paz social. Sin embargo, pactos como estos han contribuido a extender la precariedad antes y durante la crisis

adolfo muñoz, 'txiki'

Jueves, 5 de julio 2018, 08:21

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El acuerdo sobre negociación colectiva (AENC) alcanzado entre CC OO, UGT y la patronal reproduce un modelo de negociación ineficaz, burocrático que renuncia a la movilización. Y, si el sindicalismo renuncia al conflicto, juega en el terreno que interesa a la patronal. Por eso el acuerdo recoge meras recomendaciones que no vinculan a la patronal a nada.

Quitar presión al PSOE. El PSOE defendía en la oposición la necesidad de revocar las últimas reformas laborales (y la de pensiones del Partido Popular). En el Gobierno ya no defiende eso. Habla de «retoques» y los condiciona a que se acuerden entre sindicatos y patronal. ¿Alguien cree que la patronal va a renunciar a lo obtenido con las reformas? Por eso decimos que el acuerdo quita presión al PSOE al conceder veto a la patronal para impedir cualquier cambio.

Uno de los grandes errores del sindicalismo español ha consistido en dejarse arrastrar por los cantos de sirena de los partidos «amigos», incluso cuando la socialdemocracia, en fase neoliberal, se ha convertido en un reclamo electoral. Al PSOE hay que presionarle con fuerza, entre otras cosas, porque lo conocemos. Fue el partido que reformó el artículo 135 de la Constitución que dio apoyo a ajustes y recortes. Sánchez ha dicho que cumplirá con el Pacto de Estabilidad y la Ley de Estabilidad Presupuestaria… Y Europa exige al Estado que cumpla con la reducción del déficit y que no revoque las reformas. Para no defraudar a Europa Sánchez ha nombrado ministra de Economía a Nadia Calviño. Un nombramiento aplaudido por las grandes empresas y la banca.

En contraposición a esta izquierda, con cada vez menos ideología, hay que recordar cómo actuó el PP cuando llegó al Gobierno. No perdió el tiempo, ni condicionó los brutales recortes y reformas a un acuerdo entre sindicatos y patronal; los hizo y punto. Resulta revelador que sea ahora Confebask, con un gran cinismo, quien se alegre de que «se vuelva a la vía de que los cambios se hagan con el aval de los agentes sociales». Lo dice tras obtener del PP lo que quería. Con este Acuerdo, el PSOE, CC OO y UGT aceptan que nada cambie si la patronal no quiere. Cuando está en la oposición, esta izquierda canta, y cuando entra en los gobiernos, silba. Así nos va.

Meras recomendaciones. El Acuerdo recoge recomendaciones que, si no se firman en los convenios, no sirven para nada. Incluso analizadas como tales recomendaciones, comprobamos que son muy pobres. Unas veces por su calculada ambigüedad y otras, porque la propia literatura y objetivos son, esencialmente, los que interesan a la patronal (competitividad, absentismo…). Vamos por partes.

Se topa la reivindicación salarial por arriba sin establecer un mínimo por abajo («en torno al 2%» no es un mínimo). El acuerdo es para tres años y se desvincula por completo de la inflación (que ahora está en el 2,1% y se espera que suba aún más). Por ejemplo, a modo de contraste con esas recomendaciones, los acuerdos firmados por ELA en diversas subcontratas con incrementos del 8%, 20%, 25% y de hasta el 40%. Es evidente que si cogemos exclusivamente la referencia del IPC nunca sacaríamos de la miseria laboral a esos colectivos. Y esos colectivos hoy son multitud.

El AENC recomienda un salario mínimo de 1.000 euros. Una referencia única para todo el Estado muy injusta, por ejemplo, para Hego Euskal Herria. Dos datos para explicarnos: El alquiler medio de una vivienda en la CAPV es de 952 euros, mientras que en Extremadura o Castilla es de 500 euros. Un 100% de diferencia. Esas referencias únicas empobrecen a los y las trabajadoras vascas (igual que a otras muchas en el Estado). Otro tanto respecto de la brecha salarial, que es de 7.000 euros en nuestro país. ¿Piensan acabar con la discriminación de género con incrementos de 2%? También por esto exigimos el marco vasco de relaciones laborales para poder negociar y dignificar las condiciones de trabajo aquí.

Tampoco hay marcha atrás respecto a la ultraactividad. El texto, como dice Confebask «es muy sutil». A la vez que se dice que «se comparte la necesidad de que durante los periodos de negociación de los convenios colectivos, éstos conserven su vigencia» recoge que «cada una de las partes puede decidir que la negociación está agotada y, por tanto, instar la mediación obligatoria o el arbitraje voluntario». ¡Vaya avance! Un texto incompatible con la eficacia indefinida del convenio en tanto se alcanza un nuevo acuerdo. Y resulta curioso que entre las alternativas al bloqueo de la negociación que se recogen aparezcan la mediación y el arbitraje y no la huelga. No es un lapsus.

Hay que evitar la propaganda. «Los trabajadores verán aumentados sus sueldos en un 2%, pudiendo llegar al 3%». Lo decía un medio público de comunicación. No es verdad. Agradeceríamos información veraz. Dicho eso, al sindicalismo le conviene, por su propia supervivencia, no caer en los estereotipos en que han caído muchos partidos políticos: los que defienden que las cosas son como ellos las cuentan y que la realidad no importa. La izquierda sindical, social y política no puede limitarse a aparentar influencia, sino que debe transformar una realidad injusta, y no convivir pacíficamente con ella. El acuerdo firmado es reflejo de la debilidad sindical y de la falta de voluntad para remover inercias en el sindicalismo. CC OO y UGT han optado por ser organizaciones de orden en un contexto de desorden impuesto por la patronal con la ayuda de los gobiernos. Es normal que la patronal firme este tipo de acuerdos para garantizarse la paz social. Es normal que los aplauda el Gobierno porque le quitan presión.

Sin embargo, acuerdos como estos han contribuido, antes de la crisis y durante ella, a extender la precariedad. Por eso, esas «recomendaciones» no son para ELA ningún referente.

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