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Los asistentes a la primera visita guiada nocturna celebrada el sábado.

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Los asistentes a la primera visita guiada nocturna celebrada el sábado. ARIZMENDI

Jantziaren Zentroa: Los secretos de la moda, a la luz de luna

El museo dedicado a la historia del traje de Errenteria inaugura sus visitas guiadas nocturnas, con la sombra del Covid-19 planeando sobre su exposición

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Lunes, 13 de julio 2020, 06:41

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La noche cae sobre Errenteria, sumiendo en la oscuridad el casco antiguo. Las luces se encienden en Kapitain Etxea, sede de Jantziaren Zentroa, invitando a traspasar el umbral y descubrir los secretos que la moda promete desvelar en una velada inédita. Este museo dedicado a la historia del traje abre por primera vez sus puertas de noche para recibir a una treintena de visitantes. Divididos en grupos, recorrerán durante los siguientes 90 minutos sus dependencias.

Al abrigo de los muros de piedra erigidos en el siglo XVII, las exposiciones que se reparten por las tres plantas del edificio sorprenden al público. La dedicada a la gripe española de 1918 se torna inquietantemente familiar. Los maniquíes que conforman una escena ambientada en el Boulevard de San Sebastián en 1920 lucen mascarillas. Algunas son muy similares a las que hoy se confeccionan en muchas casas. Otras recuerdan más bien a un colador de infusiones. «Es una rejilla metálica solo cubría la nariz y que hoy sabemos que no servía para nada, lo mismo que las que utilizaban entonces como un velo», explica Ainhoa Mendiburu, miembro de Iraultza Dantza Taldea, la entidad que gestiona el museo y que ha recreado estas piezas basándose en fotografías antiguas.

Pero si la moda logró, con mayor o menor fortuna, salvar de un fatídico desenlace a la población, en otras ocasiones se convirtió en una trampa mortal. Así lo prueba el relato que acompaña el resto de salas de Jantziaren Zentroa. La que desvela la evolución de los atuendos a través de piezas originales que se remontan a 1770 esconde historias aterradoras. «Los tintes eran naturales. El rosa se obtenía de las cochinillas. El verde, del arsénico. Las mujeres que llevaban vestidos de este color se intoxicaban, pero quienes lo cosían, además de enfermar, morían», asegura Mendiburu.

Los armazones de crinolina que se portaban bajo la falda en la época victoriana alcanzaban los dos metros de diámetro. «Entonces, podían mantener fácilmente la actual distancia social», indica la guía, quien no oculta la otra cara de la moneda: la facilidad con la que la crinolina ardía. «Es el elemento, a nivel de vestuario, que mayor número de muertes ha provocado. Muchas mujeres se convertían en antorchas humanas», declara.

La noche avanza. Los visitantes se dejan seducir por atuendos, como el que llegó a vestir Lili Marleen, y leyendas narradas con ecos de un vals. Para conocerlas solo es necesario tomar parte en las citas que se anuncian de cara a los próximos sábados de verano, a partir de las 22.00 horas.

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