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El Mercedes del conductor 'kamikaze', tras el impacto.
«Recorrió la calle Urbieta en dirección contraria a 150 kilómetros por hora»

«Recorrió la calle Urbieta en dirección contraria a 150 kilómetros por hora»

Uno de los guardias heridos en el accidente causado por el 'kamikaze' en Donostia relata cómo sucedieron los hechos

J. PEÑALBA

SAN SEBASTIÁN.

Martes, 13 de febrero 2018, 06:43

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Jorge es uno de los dos agentes de la Guardia Municipal que la madrugada del sábado resultó herido tras ser embestido por el conductor 'kamikaze' que recorrió un kilómetro y medio en dirección contraria por el centro de Donostia. «Ya estoy bien, prácticamente recuperado. Esta semana tengo fiesta y terminaré de reponerme. La semana próxima volveré al trabajo. Mi compañero está también mejor», señala.

Jorge relata cómo vivió los hechos junto al otro miembro de la patrulla. Ambos realizaban labores de Seguridad Ciudadana en la zona del Boulevard. «Todo comenzó cuando unos compañeros vieron cómo el vehículo realizaba una serie de maniobras irregulares por lo que se situaron detrás de él. En aquel momento, el conductor decidió saltarse un semáforo y emprendió la huida por el paseo de Errondo y luego por la calle Urbieta», explica el agente.

Jorge recuerda que el 'kamikaze' fue perseguido por sus compañeros, pero que era tal la velocidad a la que circulaba que llegaron a perderlo de vista. «Iba superrápido. Los agentes que le seguían calculan que iría a unos 150 kilómetros por hora. Al llegar a la altura de la calle San Martín, no sabían si había tomado la dirección hacia el río o se había ido por otro lugar».

Los guardias desplegados se dispusieron para interceptarle el paso. «Mientras otro coche patrulla se posicionaba en la intersección de la calle Urbieta con la avenida de la Libertad, por si cogía dirección Francia, nosotros nos dirigíamos desde el Boulevard hacia la calle Miramar. La idea era llegar a la altura del Basque para que tampoco pudiera huir hacia Ondarreta», relata.

Sin embargo, no tuvieron tiempo para nada. «Cuando giramos de Andia a Miramar, nos vino el coche encima y colisionamos. Tuvimos suerte porque la curva era cerrada, lo que nos obligó a ambos a reducir la velocidad. Nosotros iríamos a unos 40 ó 50 kilómetros por hora. Ellos vendrían a 70 u 80. Si nos llega a pillar a 110, nos mata», relata Jorge.

El impacto fue «potente», afirma. «Mi compañero, como esta conduciendo, no vio venir el coche porque le cogía en un ángulo muerto. Yo solo le vi durante un segundo e intenté agarrarme a lo que pude. Mi compañero se golpeó la cabeza contra el cristal. En nuestro coche no saltaron los airbags. En el otro se activaron todos».

Tras la colisión, Jorge abandonó la unidad policial por sus propios medios al igual que el otro agente, que presentaba una herida en la cabeza de la que estaba sangrando. «Pedimos una ambulancia para que le atendieran y seguido nos acercamos al Mercedes. No se veía nada del interior, solo las bolsas blancas de los airbags. Sacamos primero al conductor y le esposamos. Luego, al otro».

Los agentes identificaron a los ocupantes y recabaron información tanto respecto a ellos como al coche, en la creencia de que pudiera haber sido sustraído. «Pero todo estaba en regla. No acertábamos a comprender aquel comportamiento. No tenían ningún motivo para haber circulado un kilómetro y medio en dirección contraria a gran velocidad, poniendo en riesgo las vidas de otras personas. A nosotros ya nos advirtieron de que tuviésemos cuidado, que la forma en la que circulaba podía entrañar un riesgo para todos. Al parecer, antes de todo este lío había estado haciendo trompos y chirriando ruedas en otras zonas de la ciudad».

Jorge, con dieciocho años de experiencia en el cuerpo, señala que en la calle Urbieta algunos conductores, entre ellos varios taxistas tuvieron que esquivar al 'kamikaze'. «Cuando nosotros nos dirigíamos al lugar adelantamos a un taxista de fuera de Donostia. Menos mal que lo hicimos. De lo contrario, el Mercedes abría chocado contra él», señala Jorge. «De todas formas, para lo que pudo ser, al final quedó en nada. Podría haberse producido un atropello mortal, una colisión múltiple... », concluye.

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