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J.P.
Domingo, 6 de agosto 2017, 08:22
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Amaia Lasheras conoce como pocas la problemática de las mujeres que en Gipuzkoa y Euskadi ejercen la prostitución. Es la presidenta de Gu Gaitun y directora del programa Aukera, que les presta apoyo y asesoramiento. Afirma que a su organización no le consta que en Gipuzkoa exista un «amplio colectivo» de mujeres que vivan subyugadas por las mafias. «No creo que exista tanta trata como a veces se traslada a la sociedad. Sabemos, eso sí, que hay gente que se encuentra en una situación peor que otra en las viviendas o en aquellos lugares en los que ejerce. No obstante, en general, son pisos bastante normalizados», afirma Lasheras, que si bien reconoce que en algunos establecimientos puede existir cierto hacinamiento, es más raro, ya que por lo general estos locales se ubican dentro de las propias comunidades de vecinos. «Veinte personas en una vivienda sería mucho ‘cante’», indica de manera coloquial.
Lasheras afirma que no todas las personas que se dedican a la prostitución provienen de sectores sociales desfavorecidos en sus países de origen. «Tenemos un poco de todo. Muchas ya ejercían allí y otras han venido directamente a hacerlo aquí. Es cierto que un número elevado posee poca formación, pero durante su estancia entre nosotros intenta aprovechar para realizar cursos para, en un futuro, cuando lo deje, emprender algo en su país o progresar aquí».
Reconoce que la Policía «poco puede hacer» ante posibles casos de trata si las víctimas no interponen denuncias. «Si lo hicieran, contarían con una tutela tanto judicial como social. Habrían estado amparadas, se les habría recibido en algún centro para víctimas de trata y estarían protegidas por la ley. Pero claro, al no querer denunciar y no considerarse víctimas de trata... La Policía no puede proteger a personas que afirman que no son víctimas. Y por ello, vuelven al mismo sitio en el que ejercen».
Lasheras señala que es poco menos que imposible cuantificar las personas que son obligadas a ejercer la prostitución. «Es un mundo al que cuesta acceder y además es peligroso. Aunque algunos círculos indican que el 90% son víctimas de tratas, nosotros diríamos que es al revés, pero no me atrevo a dar porcentajes».
La experta sostiene que las condiciones de vida entre las que son víctimas de trata y el resto de prostitutas es abismal. A las primeras «les están obligando a hacer algo que no desean. No pueden rechazar clientes, no pueden descansar... viven situaciones sangrantes; mientras que en la prostitución pueden, relativamente, salir o entrar libremente de los clubs o de los pisos. Ellas eligen dónde trabajar y las condiciones. Hay algunas que trabajan por su cuenta».
Se estima que en Euskadi el número de mujeres que ejerce la prostitución supera el millar. «En Gipuzkoa hay más latinoamericanas, aunque últimamente hemos visto también procedentes de África, y de Europa del este. En Álava hay más prostitución en carretera y con una mayor población de africanas. En Bizkaia, la variedad es mayor».
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