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Cuando hay olas orilleras los socorristas cuelgan la bandera amarilla y no está permitido bañarse con hinchables ni que el agua cubra más de la cintura.
Corrientes y orilleras, en el punto de mira

Corrientes y orilleras, en el punto de mira

Las de Zarautz, Zurriola y Zumaia son las playas más peligrosas del territorio, donde «si te coge la corriente hay que nadar en paralelo»

CLAUDIA URBIZU

Sábado, 17 de junio 2017, 08:24

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Aunque aún falten cuatro días para la entrada del verano, el número de personas que se acerca a los arenales guipuzcoanos para adquirir ese primer tono bronceado de la temporada o para darse un baño es cada vez mayor.

La temporada de playas arrancó a principios de mes en Donostia y Orio, y en las playas de Hondarribia, Zarautz, Getaria, Zumaia, Deba y Mutriku se puso en marcha el pasado día 15. Todas ellas contarán con el servicio de salvamento y socorrismo de Cruz Roja, que ya tiene todo listo para garantizar la seguridad este verano en la costa de Gipuzkoa: seis embarcaciones, nueve motos acuáticas, media docena de piraguas, doce tablas de rescate y, además, 170 vigilantes.

«Nuestro objetivo es reducir el número de rescates, pero para eso hace falta que la gente respete las normas de seguridad y actúe de forma responsable», advierte Mikel Yanci, socorrista de la Cruz Roja y responsable de la seguridad en la playa de la Zurriola de Donostia.

No respetar las banderas es el principal motivo por el que los socorristas tienen que proceder a un rescate. Las zonas para bañistas están marcadas con distintas banderas según el estado de la mar. Mientras el color verde permite el baño libre y el rojo lo prohibe, la bandera amarilla autoriza entrar al agua siempre que no cubra más de la cintura y no se acceda con hinchables. «Luego hay zonas marcadas con banderas azules y rojas, que son para las escuelas de surf, en el caso de la Zurriola», añade. Las banderas que regulan el baño «no están puestas al azar», sino que dependen del estado de la mar. Cuando está tranquila suelen abrir más las zonas para bañistas, «pero siempre deben respetarse».

Otro factor con el que tienen que lidiar los socorristas es con las corrientes. «En Gipuzkoa tenemos las tres zetas: Zurriola, Zarautz y Zumaia. Son las playas más peligrosas, porque el riesgo de que te arrastre la corriente es alto, y no respetar las medidas de seguridad es realmente peligroso», apostilla.

Las corrientes son muy fuertes, explica, y cambian constantemente, por lo que siempre hay que extremar la precaución. En la playa de la Zurriola «hay corrientes muy fuertes que te arrastran hacia dentro en la zona de Sagüés y en la del espigón, donde hay sobre todo gente mayor».

Pero, ¿cómo debe actuarse en caso de verse dentro de una corriente? «La gente, por instinto, tiende a nadar hacia la orilla, pero es lo que no tenemos que hacer porque nos cansamos, nuestro corazón empieza a bombear más rápido, estamos más nerviosos y empieza a faltarnos el aire», explica. En ese caso hay dos opciones. Una, dejarse llevar hasta salir de la corriente. La otra, nadar en paralelo. Y, por supuesto, levantar la mano por si los socorristas no se han percatado del peligro.

Yanci insiste en la peligrosidad de las corrientes, aunque advierte que las olas orilleras suponen también un riesgo importante. El pasado año, por ejemplo, una de las víctimas fue el corredor de encierros Julen Madina que sufrió un fuerte golpe en aguas de la Zurriola que le fracturó la columna. Un incidente que se atribuyó a una ola orillera.

Curas, golpes y luxaciones

Es por ello que la playa de la Zurriola, por ejemplo, está custodiada por entre seis y nueve socorristas, dependiendo de las fechas. Julio y agosto es cuando más supervisión se necesita. El equipo se distribuye de la siguiente manera. Normalmente dos personas se encargan del botiquín al mismo tiempo que vigilan la orilla. Otros dos se encargan de las torretas, donde se valen de unos prismáticos para rastrear la playa concienzudamente. El resto de compañeros se reparten para abarcar todo el ancho. Al mínimo indicio de riesgo transmiten el mensaje por talkie, para que quien vigile esa zona esté ojo avizor.

En caso de avistar peligro «cogemos la lata de rescate o floppy y las aletas y salimos corriendo». Explica que las aletas «son velocidad y potencia, y nos da la vida». Cuando se acercan al afectado inmediatamente le ofrecen el floppy «porque tiene flotabilidad y así no se hunden, eso facilita mucho el rescate. Además les vamos hablando, les tranquilizamos, nos presentamos». Mientras un compañero está en una intervención, el resto cubre su zona para que todo continúe con tranquilidad.

Yanci tiene 26 años y lleva siete como socorrista, dos de ellos como jefe de playa. «La mayoría de las intervenciones que hacemos son curas, golpes, luxaciones, tobillos rotos, hombros salidos o cuellos doloridos por haber cogido mal una ola», apostilla. En 2016, Cruz Roja realizó un total de 10.331 atenciones en las playas de Gipuzkoa. La mayor parte fueron asistencias sanitarias, un total de 8.515. Asimismo, efectuaron 183 rescates, 75 menos que en la temporada anterior.

«Las olas orilleras son muy peligrosas. A la gente le gusta mucho cogerlas, pero el riesgo de que te eleven y luego impactes contra el suelo es muy elevado. Normalmente no pasa nada grave, pero hay que tener cuidado», detalla. Los días que hay este tipo de olas ponen bandera amarilla y reducen la zona para bañistas.

«Hay quien niega la ayuda»

Los días de bandera roja el baño está prohibido, aunque desde la Cruz Roja no tienen autoridad para impedírselo a nadie. «En Francia, por ejemplo, es diferente, porque es la Gendarmería Nacional quien se encarga de la vigilancia. Aquí no, pero podemos llamar a la policía si lo creemos oportuno», dice Yanci.

La experiencia le ha enseñado a distinguir «quién nada mejor, quién peor y de quién hay que estar más pendiente». Siempre que sospechan que alguien puede estar pasándolo mal, entran en acción. «Hay gente que nos dice que no necesita ayuda, pero solemos quedarnos cerca hasta que, en la mayoría de los casos, reconocen que la corriente es más fuerte que ellos», señala.

Como último consejo, Yanci apunta que si algún bañista ve a otro que pueda estar ahogándose, se acerque siempre con mucha precaución. «Hay que preguntar si está bien, y en caso de que haga falta ayuda, levantar la mano para que vayamos, teniendo siempre cuidado de que el afectado no se agarre a ti», recomienda, «porque suele hacerse por instinto, y si te hunde el problema se duplica».

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