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ELENA VIÑAS
Lunes, 13 de marzo 2017, 08:01
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. Como una auténtica pesadilla. Así vivieron las familias que residen en el barrio de Erreka, en el casco antiguo de Pasai Donibane, el incendio que tenía lugar apenas unos minutos antes de las doce del mediodía, en el número 7 del Paseo de Bonanza. Una columna de humo comenzó a salir del tejado de este inmueble de dos alturas y tras él, las llamas, que en pocos segundos se extendieron por toda la superficie.
El fuego se inició, al parecer, en una de las dos viviendas situadas en la planta superior, mientras en su interior se encontraba su propietaria, una joven que resultó ilesa. La vecina de abajo corrió de inmediato a su auxilio. «Estaba en casa con mi suegro, preparando la comida, mientras mi hijo y mi marido habían ido a Anoeta a ver el partido de la Real. Salí a la escalera y la vi que estaba echando colchas y cojines. Mi empeño era que parase, que dejara el acceso libre para cuando llegaran la Ertzaintza y los bomberos. Subí corriendo con un extintor y vi que estaba ardiendo la chimenea», señaló la mujer, que tuvo que ser atendida por los servicios sanitarios a consecuencia de un ataque de ansiedad.
Su hijo aseguró a este periódico que desde que los vecinos del piso de arriba han adquirido las dos viviendas existentes, han tenido continuos problemas. «Llevan unos meses viviendo aquí. Los anteriores vecinos pusieron una chimenea. Se les encaprichó, a pesar de que les advertimos de que no se podía poner, porque estas casas son antiguas y de madera. No se tenía que haber puesto nunca. A los actuales les habíamos avisado de que no la encendieran, pero no hacían más que llevar leña y encenderla todos los días. Achacamos el incendio a eso», declaró. A su lado, su padre asentía, diciendo, «está claro que ha cogido fuego la chimenea y de ahí, lo demás». «Todo el trabajo de una vida se ha esfumado en pocos segundos», se lamentaba.
La pareja de la joven, que se da la circunstancia de que es bombero de profesión y que hace pocos días había adquirido la casa contigua, prefirió no realizar declaraciones, limitándose a señalar que la vivienda había ardido «por completo».
«No se nos quita el susto»
Los vecinos de los bloques colindantes se apresuraron a ayudar a los afectados, trasladándoles a sus casas y prestándoles mantas y ropa abrigo, al tiempo que buscaban extintores y pedían auxilio. Sin embargo, los bomberos decidieron desalojar de inmediato los tres bloques más cercanos, incluyendo el adosado al que resultó incendiado.
«Han tenido que reventar la puerta de una casa de al lado porque no sabían si estaba dentro la propietaria, una mujer mayor, y si el fuego ya había entrado. Por suerte, estaba en misa y las llamas no habían afectado su casa. Al poco tiempo, el tejado se ha desplomado, cayendo parte sobre la calle. Menos mal que no había ningún bombero cerca», suspiraba aliviado uno de los vecinos.
«No se nos quita el susto», comentó horas más tarde una de las vecinas del mismo barrio, Oihane Oronoz, concejal de EH Bildu en el Ayuntamiento de Pasaia. «Pensaba que iba a arder toda la zona. Ha sido una locura», añadió la edil.
El siniestro provocó el desalojo de quince personas que residían en los números 5, 6 y 7.
300 metros de manguera
El incendio requirió de numerosos efectivos del parque de Bomberos del Bidasoa, así como de Bomberos de Zarautz, cuya labor se complicó especialmente por varios factores. Entre ellos, la dificultad de acceso al casco antiguo sanjuandarra. «Para nuestros vehículos es muy complicado llegar a esta zona. No podemos meter camiones. Hemos accedido desde la zona de arriba, desde donde hemos tenido que hacer un tendido de mangueras de 300 metros», manifestó el jefe de guardia de los Bomberos del Bidasoa, Alberto de la Fuente.
Con el tendido ya hecho, pudieron atacar las llamas desde distintos puntos. «En el transcurso de hora y media o dos horas, lo hemos controlado. Primero hemos querido confinar la vivienda de al lado porque corría riesgo de coger fuego porque la estructura es también de madera. Se ha podido salvar, excepto unas pequeñas vigas», indicó.
La meteorología tampoco se alió con ellos. A pesar de que cuando el fuego se originó estaba lloviendo, lo que habría retardado inicialmente su propagación, las rachas de viento fueron muy fuertes y soplaban en dirección a la casa contigua. «No nos dejaban acabar de terminar de controlar el avance del fuego», admitió de la Fuente, quien calificó de «cuantiosos» los daños registrados en el inmueble donde empezó el incendio. «Parte de la cubierta se ha desplomado sobre la segunda planta. Hemos tenido que utilizar bastante agua y al ser una estructura de madera, la habitabilidad de la casa se va a ver afectada», manifestó.
Aunque una investigación determinará si el incendio se produjo por una chimenea, los Bomberos admitieron que «sí que sabemos que en la zona de la cubierta es donde se sitúa, por lo menos, el origen».
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