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Oihane Pardo posa en el puerto donostiarra con uno de sus kaikus
Kaiku, el abrigo del mar vuelve a la tierra

Kaiku, el abrigo del mar vuelve a la tierra

Una joven donostiarra recupera los kaikus, las prendas utilizadas antiguamente por los arrantzales vascos

Lara Ochoa

Jueves, 15 de septiembre 2016, 06:43

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Heredó su primer kaiku de su amona. Se lo regaló su ama porque ella no lo usaba. A Oihane Pardo (San Sebastián, 1986) esta prenda le entusiasmó desde el primer momento. Otoño tras otoño, invierno tras invierno, aquel abrigo que antiguamente vestían los arrantzales vascos ocupó un lugar privilegiado en su armario. Sin embargo, el paso de los años dejó su huella y la tela comenzó a estropearse. Intentó hacerse con uno nuevo, pero no lo encontró. No al menos como el de su amona. Es más, se sorprendió al comprobar que muchos donostiarras desconocían qué era un kaiku. Así las cosas, esta joven arquitecta, aficionada desde pequeña a la costura, decidió hacerse un nuevo abrigo, pero adaptándolo a su gustos y a los actuales estándares de la moda. Cambió los colores y algunos pequeños detalles y el resultado fue todo un éxito. «La gente me paraba por la calle y me preguntaban por el abrigo. Amigos y conocidos me empezaron a decir que querían que les hiciera uno», explica. Así surgió una idea que hoy, tras casi un año de duro trabajo, es ya una realidad y se llama 'Amarenak'.

Un empujón a través de crowdfunding

  • campaña

  • Amarenak es uno de los veinte proyectos seleccionados por la Diputación de Gipuzkoa para el programa Meta!. Se trata de una nueva herramienta puesta en marcha por el departamento de Cultura con el objetivo de financiar actividades culturales mediante el micromecenazgo. Con un presupuesto total de 70.000 euros, Cultura reforzará estos proyectos con un euro por cada uno de los que consiga en la plataforma Goteo, una red social dedicada a la financiación colectiva. La campaña arranca este jueves 15 de septiembre y tanto Amarenak como los otros proyectos seleccionados contarán con 40 días para lograr su objetivo. En el caso de Oihane, ha presentado una

  • colección exclusiva de kaikus

  • a la que solo podrá acceder aquel que aporte su granito de arena a su iniciativa.

El camino de esta joven emprendedora no ha sido fácil. Elegir es renunciar y Oihane decidió apostar de lleno por su proyecto. Dejó su trabajo como arquitecta en Shangai, hizo las maletas y regresó a su Donostia natal de la mano de un programa para jóvenes emprendedores promovido por Fomento. Paralelamente se apuntó a clases de patronaje. «Desde el primer momento me di cuenta que si quería ofrecer un producto de calidad yo no podía confeccionar los kaikus porque no estoy profesionalmente formada para ello, pero sí que quería encargarme del diseño», cuenta. La tela se la distribuye una pequeña empresa familiar de Castilla y León que hace paño de lana de forma artesanal, con lana de oveja merina de primera esquilación. En un primer momento pensó en utilizar lana de oveja latxa por ser la raza autóctona, pero tras contactar con varios profesionales tuvo que descartar la idea porque no es lo más adecuado para textil. «Me comentaron que el cliente no suele valorar si el material con el que está hecha la prenda es artesano o no, pero me apetecía intentarlo», subraya.

«Quiero desencasillar el kaiku del disfraz»

De la confección se encarga un pequeño taller en Gipuzkoa que, al igual que ella, está «muy ilusionado» con el proyecto. El kaiku, también conocido como lekeitiarra, era la prenda de abrigo utilizada por los marineros vascos. Comparte nombre con la chaqueta que vestían también los pastores euskaldunes. Su uso, explica Oihane, poco a poco se fue popularizando fuera de la mar. De hecho, tanto sus padres como sus tíos lo usaban cuando eran niños para ir al colegio. Sin embargo, las modas vienen y van y el kaiku pasó del fondo de armario al olvido. «La gente sigue utilizando kaikus, pero la mayoría los ve como un disfraz. Yo por ejemplo el día que más kaikus veo es en Santo Tomás. A mí me daba un poco de pena ver cómo muchos nos vestimos un día cualquiera con una camisa china, un kimono, una falda escocesa... Es decir, hay prendas que son tradicionales de otros sitios que nos la ponemos en cualquier ocasión, y entonces me pregunté. ¿Por qué no hacerlo con nuestra ropa? Lo que quiero es desencasillar el Kaiku del disfraz y convertirlo en una prenda de uso diario». Es lo que lleva intrínseco su marca Amarenak, recuperar prendas tradicionales de nuestras madres o nuestras abuelas y reiventarlas para que vuelvan a salir al mercado.

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