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ARANTXA ALDAZ
Martes, 15 de diciembre 2015, 07:43
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La cuarta parte de la población guipuzcoana de más de 16 años, cerca de 150.000 personas, son «pobres en tiempo» al disponer de menos de tres horas libres al día para el ocio y la vida social. ¿Pobres en tiempo? Aunque pueda parecer un lujo de sociedades desarrolladas, hay un tipo de pobreza que no se mide en dinero. El tiempo también es un valor para conocer el grado de bienestar de una población. Dos familias pueden tener niveles de ingresos similares pero una gran diferencia en cuanto al tiempo libre del que disponen, por las diferentes cargas de cuidados (tener hijos, personas dependientes a su cargo...), las horas que pasan en el trabajo, o el tiempo que pierden en el coche, lo que influye en su calidad de vida. Frases como «necesito un día con más de 24 horas» o «no llego a todo» encajarían perfectamente con esa parte de la sociedad que hace malabarismos para llegar al final del día.
El análisis de la pobreza de tiempo tiene mucho que ver con el desarrollo de la investigación sobre el trabajo no remunerado, una visión más amplia del empleo, que contabiliza el trabajo 'invisible' que se realiza en los hogares. En uno de sus últimos informes, el Centro de Investigaciones y Estudios SIIS analiza los usos del tiempo de la población guipuzcoana e indaga sobre los diferentes tipos de pobreza, a partir de la Encuesta de Pobreza y Exclusión Social de 2014.
¿Cómo usamos el tiempo? La población guipuzcoana de más de 16 años dedica una media de 10 horas y 11 minutos a las necesidades fisiológicas (descanso, alimentación, aseo...), 5 horas y 36 minutos a la vida social y el ocio, y 3 horas y 34 minutos al trabajo remunerado -hay que tener en cuenta que para la media se contabiliza también a las personas mayores sin trabajo-. Si se observa el tiempo medio por las personas que participan en cada una de las actividades, el trabajo remunerado representa 7 horas y 20 minutos al día; los trayectos, algo más de una hora (1:06); el trabajo doméstico, dos horas y media; y los cuidados a otras personas, algo más de tres horas.
El estudio confirma las diferencias de género en los usos del tiempo, ya que los hombres dedican más tiempo al trabajo remunerado (4 horas y 14 minutos, frente a 2 horas y 57 minutos en el caso de las mujeres), mientras que las mujeres siguen ocupándose más del trabajo doméstico y del cuidado de otras personas (3 horas y 55 minutos, frente a 2 horas y 15 minutos de los hombres). Las mujeres tienen en general mejor tiempo libre y dedican 20 minutos menos al día que los hombres a las actividades sociales y de ocio (cinco días al año menos de tiempo libre).
El uso del tiempo es diferente en función de la edad. Destacan las personas en edad reproductiva y laboral (entre 30 y 44 años) que tienen menos tiempo libre porque se dedican en mayor medida al trabajo remunerado y al cuidado de los hijos. El informe destaca que la dedicación media a las labores domésticas es muy diferente entre hombres y mujeres en todos los tramos de edad, salvo entre los más jóvenes, donde esa diferencia se acorta y se queda en solo media hora.
La nacionalidad también influye. El tiempo medio dedicado al trabajo remunerado, a las tareas domésticas y al cuidado de otras personas es mayor para las personas extranjeras, especialmente entre las mujeres, que dedican 1 horas y 2 minutos menos a la vida social.
Y si se observa el tamaño del municipio de residencia, también aparecen diferencias. El tiempo medio dedicado a los trayectos es menor en los municipios de más de 50.000 habitantes -Irun y Donostia-, donde también se dedica menos tiempo al trabajo doméstico y a los cuidados a otras personas y, por el contrario, más tiempo a la vida social y al ocio, donde se observan además mayores diferencias entre hombres y mujeres.
Pobres de tiempo. El estudio analiza la denominada pobreza de tiempo, que es lo mismo que no disponer de tiempo libre. El 25,8% de la población guipuzcoana está afectada por la pobreza de tiempo, ya que disponen de menos de tres horas al día de tiempo libre. Si se utiliza un indicador más restrictivo, el porcentaje baja al 16,8% ya que se contempla la población con menos de 12 horas diarias para satisfacer sus necesidades básicas y de ocio.
Las principales diferencias vienen marcadas por la edad. Así, la población de más de 65 años es la más rica en tiempo (apenas el 3% es pobre en tiempo), frente al tramo entre 30 y 44 años donde casi la mitad sufre el problema de la falta de tiempo disponible. La incidencia de este problema es mayor en las mujeres, entre quienes trabajan a jornada completa (45,3%) y entre las personas que conviven con personas dependientes en el hogar (44,5%).
Pobres de tiempo y de dinero. La novedad e importancia del informe realizado por el SIIS radica en que compara la relación entre la pobreza monetaria, la pobreza de tiempo y la exclusión social. El análisis se obtiene de las preguntas introducidas en la última encuesta sobre pobreza realizada en Gipuzkoa, a petición de la Diputación foral.
La primera conclusión es que el 61,4% de la población guipuzcoana no sufre ningún tipo de pobreza. En cambio, cerca del 40% es pobre: o bien es pobre de dinero (12,8%) o pobre de tiempo (23,3%). Hay además un 2,5% de personas que sufren las dos caras de la pobreza. Esta realidad afecta en mayor medida a las mujeres (3,2%) que duplica a la de los hombres (1,7%). Lo normal es que las dos formas de pobreza no se solapen. De alguna forma, la pobreza de tiempo «vacuna» contra la pobreza de dinero, como dice Joseba Zalakain, director del Centro de Investigaciones y Estudios SIIS, y uno de los autores del informe. Los resultados indican que el nivel de ingresos y de tiempo libre tienen una relación inversamente proporcional. Así, a mayor nivel de ingresos, menor disponibilidad de tiempo libre. Y al revés.
Sin embargo, hay ciertos grupos que están protegidos frente a estas realidades. Por ejemplo, el de las personas mayores. Por el contrario, existen colectivos con mayor riesgo: las personas de nacionalidad extranjera, las que conviven con personas dependientes, las personas menores de 44 años y las mujeres en general, concluye el informe.
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