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Olatz y Aintza, en la piscina de Usabal en Tolosa .
Oasis de interior para afrontar el calor

Oasis de interior para afrontar el calor

Los guipuzcoanos que residen lejos de la costa buscaron su propia forma para combatir el calor: a falta de playa, los ríos y las piscinas fueron su destino

SARA SAN SEBASTIAN

Sábado, 4 de julio 2015, 08:36

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Son las doce del mediodía. El asfalto arde en Tolosa. Las temperaturas han dejado desérticas las calles. El calor que en la costa hace temblar el mercurio, en el interior de Gipuzkoa funde los termómetros. Y aquí no hay playa que valga ni brisa marina que alivie. Cuando no hay mar a la vista, cada cual busca su propio oasis interior para refrescarse. En la jornada de ayer muchos guipuzcoanos combatieron las altas temperaturas en la piscina o en el río. El agua, de nuevo, fue el tesoro más requerido durante la jornada de ayer.

El polideportivo de Usabal, en Tolosa, fue ese «oasis» de muchos habitantes de la comarca. Algunos optaron por la piscina, pero hubo quien prefirió seguir con las actividades de verano a pesar del calor que se dejó notar en el territorio entero. Muchos niños eligieron esta segunda opción y en sus cursillos matinales de deporte disfrutaron como se debe, riendo y corriendo. El monitor de estos chavales se llama Enrique, veterano en Usabal y en este tipo de actividades. Entrena a niños de fútbol stage, de lunes a viernes durante las mañanas. El calor extremo fue un problema «porque los niños no controlan cuando deben hidratarse y refrescarse, solo piensan en jugar y jugar». Así los monitores de estos niños, que tienen de cinco a once años, obligan a los pequeños futbolistas a prevenir el calor cada 20 minutos tomando las medidas adecuadas. Cuando acabó el entrenamiento vino el momento más deseado: el encendido de los aspersores. Poca agua llegó al césped del campo de fútbol. Los niños jugaron, se hidrataron y se refrescaron en el terreno de juego.

A pocos metros de estos niños, muchos otros ensayaron mil y una posturas para zambullirse en la piscina. Por ejemplo, la pequeña Ain-tza, de 4 años, que probó cada chorro de agua del polideportivo (las piscinas externas, las internas, el parque de agua...). «Y porque no le dejan entrar al jacuzzi, que sino también iba», comenta Olatz, su madre. Ambas fueron temprano a la piscina, pues, «en estos días de calor es necesario madrugar para poder coger alguna sombra en la piscina». Madre e hija se quedaron a comer, «el mediodía es el momento más tranquilo, después, llega el mogollón», cuenta Olatz, que lleva a su hija cada día a la piscina. Evidencia de ese «boom» de gente que se acerca por la tarde es la norma que ha puesto el polideportivo: «A partir de las tres solo pueden entrar los tolosarras que están abonados, el resto se queda fuera, lo hacen para no sobrepasar el aforo».

El hecho de que haya tanta gente inquieta a Jorge, uno de los socorrista: «Yo solo tengo dos ojos y los días de calor tengo que vigilar a casi 200 personas», cuenta. El mayor problema suele ser la cantidad de niños que se acercan en las jornadas soleadas, como en la de ayer. «Muchas veces los padres se descuidan y ya hemos tenido que sacar a varios niños del agua, afortunadamente ninguno ha pasado de ser un susto», explica. El socorrista baraja las ventajas y desventajas que traen días de mucho calor: «Al menos, con tanta gente, es imposible aburrirse, los días que hace mal tiempo estoy solo aquí». Los turnos de los socorristas cambian dependiendo del tiempo que haga, así ayer por la tarde estuvieron tres, en la piscina exterior, para vigilar a los bañistas.

El agua es una buena forma de resguardarse del sol, pero, la sombra, también. Así piensa Martxel, que se acercó a la piscina con el centro de día al que asiste. Al preguntarle si es más de playa o de piscina no duda en contar que él es «de monte», por eso, prefiere mantenerse a la sombra sin probar el agua. Arantxa es su monitora y lleva 18 años trabajando en la Cruz Roja. Ella trata de hacer que «ellos hagan lo que todo el mundo hace».

El río, otra opción

Salir de la normalidad es posible para los habitantes de la zona. Pues, además de la playa o la piscina, se puede optar por el río. En Txarama, a tres kilómetros de Tolosa y además, conectado con un bidegorri, hay un merendero donde el río Araxes tiene una profundidad suficiente como para bañarse con tranquilidad. Por esa opción se decantaron ayer un grupo de adolescentes de 16 años que se acercaron en sus bicis hasta el lugar para hacer una barbacoa y bañarse.

El frescor del río y el aroma a carne en la parrilla fueron ejes de la diversión de los adolescentes que se acercaron a la orilla del Araxes. Los jóvenes comentan que «es como la playa de Tolosa y además, es gratis». También el río brinda oportunidades que el mar no ofrece, por ejemplo: la pesca de truchas. Juan, un joven de la República Dominicana, se adentró en el Araxes con un hilo y un anzuelo dispuesto a aportar un plus al festín cárnico que se estaba asando en la parrilla: «En mi país se pesca así, no utilizamos cañas». Ellos no son los únicos. Hasta el lugar, cada tarde se acercan «muchas cuadrillas».

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