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PatriarcaJulián Reyzábal conCharlton Heston, arriba, y su nieta Bárbara con su pareja, Rubén Villanueva.
Barei, la nieta de don Julián

Barei, la nieta de don Julián

La representante de España en Eurovisión pertenece a una familia que se enriqueció gracias al olfato para los negocios de su abuelo, un campesino burgalés que llegó a construir la Torre Windsor

B. OLAIZOLA

Jueves, 4 de febrero 2016, 00:24

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Barei, que resulta de contraer el nombre y el apellido de Bárbara Reyzábal, es la cantante de 33 años que representará a España en Eurovisión el 14 de mayo en Estocolmo. Entregada a la música desde muy joven, su currículo menciona sus éxitos en certámenes como el Festival de Benidorm (lo ganó hace 15 años), los dos discos que ha sacado al mercado, su faceta como compositora para Malú y Edurne, y su experiencia en toda clase de conciertos (llegó a ser telonera de Lenny Kravitz). Lo que no figura en su expediente es que su abuelo es Julián Reyzábal, un hombre que amasó una enorme fortuna partiendo de la nada y que a su muerte, en 1978, dejó a su familia un generoso patrimonio que incluía, entre otras joyas, la desaparecida Torre Windsor o la productora Izaro Films.

Solo el futuro dirá si Barei ha heredado la capacidad que tuvo su abuelo para alcanzar sus sueños. De momento parece que su carrera artística marcha viento en popa. Si se aplica a la tarea con solo una mínima parte del esfuerzo que invirtió el patriarca de los Reyzábal en labrarse un futuro mejor, tiene el éxito garantizado.

Julián Reyzábal había nacido en una familia campesina del pueblo burgalés de Caleruega, pero desde pequeño decidió que lo suyo no era el campo. Trabajó en Bilbao como reventa de entradas de cine y allí conoció a la que sería su mujer, Milagros Larrouy. El matrimonio se trasladó a Madrid y construyó un imperio económico partiendo de la nada. Reyzábal, fundador de la productora Izaro Films, invirtió en cines y discotecas, pero sobre todo en terrenos que terminarían revalorizándose de forma espectacular. En uno de ellos levantó la Torre Windsor, el emblemático edificio de 106 metros que ardió en 2005 y que sus herederos terminaron vendiendo a El Corte Inglés por 480 millones de euros. La torre, símbolo de su progresión, abrió sus puertas a los pocos meses de su muerte, a los 74 años.

El imperio económico fue heredado por sus siete hijos: Fortunato, el padre de Bárbara, se hizo cargo de las finanzas, aunque su prematuro fallecimiento (murió de un infarto a los 42 años) le impidió disfrutar de su posición. Al igual que sus hermanos, Bárbara participa en el conglomerado de empresas que gestiona el clan Reyzábal.

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