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IVIA UGALDE
SAN SEBASTIÁN.
Viernes, 19 de enero 2018, 08:30
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Un mes después de su aprobación, la reforma fiscal de Donald Trump ha desatado lo más parecido a un terremoto, un torrente de millones que no solo amenaza con engrosar las arcas del Tesoro sino los bolsillos de un importante número de trabajadores estadounidenses. Era exactamente lo que quería el presidente norteamericano al reducir en 20 puntos porcentuales el impuesto de sociedades, del 35% al 15%. El importante ahorro con el que ha 'premiado' a la empresas se ha traducido ya en el anuncio de ambiciosas inversiones en el país por parte de más de un centenar de corporaciones y el reparto de cientos de millones a sus empleados.
Tras anunciar este miércoles la repatriación de alrededor de 200.000 millones a Estados Unidos por las ventajas que ofrece la nueva ley fiscal, Apple volvió a ser ayer el centro de las miradas al comunicar que entregará a sus más de 120.000 trabajadores una cantidad equivalente a 2.500 dólares en acciones. La firma de la manzana, que es el mayor contribuyente del país y tiene el 94% de su riqueza en el exterior, tiene previsto crear un nuevo campus corporativo, ha asegurado que contratará a 20.000 personas y quiere destinar parte de su capital al sistema educativo para potenciar la programación en centros públicos.
El caso de la compañía presidida por Tim Cook es solo un ejemplo. Otras corporaciones como el grupo de telecomunicaciones AT&T han prometido una paga de 1.000 dólares a sus 200.000 empleados, además de una inversión de 1.000 millones. Paralelamente, Wells Fargo, el mayor banco de crédito hipotecario del país, destinará 400 millones a organizaciones sin ánimo de lucro y elevará el salario a 15 dólares por hora. Esta medida también la adoptará la multinacional Walmart, que subirá el salario mínimo de su plantilla de 10 a 11 dólares la hora. Mientras, el gigante de cable y telefonía Comcast ofrecerá bonos de vacaciones de 1.000 dólares a su equipoy hará inversiones de 50.000 millones en infraestructuras hasta 2023.
El Tesoro norteamericano se frota las manos al comenzar a recoger los primeros frutos de la polémica medida impulsada por Trump, que en su campaña electoral amenazó a la propia Apple con obligarla a trasladar a Estados Unidos las fábricas que tiene en países con mano de obra barata. La multinacional tiene además buena parte de sus ingresos en países con una fiscalidad más favorable. Es el caso de Irlanda, a quien la Comisión Europea obligó en agosto de 2016 a cobrarle a la firma de Tim Cook 13.000 millones más intereses por los impuestos que dejó de abonar al beneficiarse ilegalmente de ventajas fiscales.
Al hilo de los últimos movimientos de Apple, el comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, desligó ayer la repatriación de capitales del caso abierto en Irlanda. Asimismo, confió en que el secretario del Tesoro norteamericano, Steven Muchin, y otros políticos respondan «pronto» a la carta que envió el 12 de diciembre para advertirles de que la reforma fiscal de Trump puede «perjudicar seriamente el comercio y los flujos de inversión» con la UE. Lo propio hicieron días antes los ministros de Finanzas de España, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia.
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