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Juan Mari Aduriz, director general de la consultoría Sayma, en la sede donostiarra.
Juan María Aduriz: «Aquí el empresario se siente peor tratado que en Bizkaia o Álava»

Juan María Aduriz: «Aquí el empresario se siente peor tratado que en Bizkaia o Álava»

La consultora cumple 45 años y su primer ejecutivo apuesta por el optimismo prudente sobre la recuperación y advierte a las empresas de que han de estar «preparadas»

JULIO DÍAZ DE ALDA

Lunes, 27 de abril 2015, 07:11

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Juan María Aduriz (Ergobia-Astigarraga, 1956), director general de Sayma, ha desarrollado toda su vida profesional en la asesoría y consultoría donostiarra Sayma, en la que hoy desempeña la dirección general. Siempre pegada al terreno y de la mano de las empresas, la firma, que cumple 45 años, se apunta, aunque con moderación, al optimismo que irradian las instituciones sobre la recuperación económica. Aduriz rompe una lanza por los empresarios y su aportación a la riqueza y el empleo en Euskadi, y carga contra la fiscalidad que aquellos soportan en Gipuzkoa; un lastre que, señala, les hace perder competitividad.

Ustedes trabajan a pie de obra, junto a las empresas. ¿Cree que ésta que ahora parece que acaba ha sido la peor crisis de la historia?

Seguramente sea la peor por que es la más reciente. No he hecho un análisis de pérdida de empleo, empresas o PIB respecto a otras. Lo que sí es cierto es que ha sido mundial y ha durado muchísimo más que las anteriores. Lo que he aprendido es que hay dos cosas que son comunes en las salidas de la crisis. Que las grandes empresas y la banca generan sus propios mecanismos y se ayudan entre ellos, y que el resto salimos por nuestra capacidad de trabajo, de ilusión y por las ayudas institucionales. Y también que, en contra de lo sucedido antes, en esta crisis se han dejado morir empresas, lo que no pasó antes.

¿Qué lecciones hemos sacado?

Pues algo importante que he escuchado en el entorno en el que nos movemos es la necesidad de volver a los valores tradicionales del empresariado guipuzcoano. Me refiero al sacrificio, al pundonor, a la entrega, la ilusión o al componente social de generación de empleo. La vuelta al origen. Eso, en realidad, es algo positivo.

¿Y qué secuelas han dejado estos ocho años de complicaciones?

Nos hemos concienciado todos de que hemos bajado dos o tres peldaños en el estatus en el que estábamos. Sabemos que será difícil recuperar el nivel anterior a 2007. Lo que a mí preocupa es la incorporación de los jóvenes al mercado laboral y las condiciones de quienes lo consiguen. La parte más social de la crisis. Eso sí me preocupa de verdad. Pero a nivel de país tambien se ha vuelto a dar importancia al mundo industrial, a los sectores de aquí como generadores de riqueza y de empleo de calidad.

¿La apelación a la industria como salvavidas de Euskadi no refleja de alguna manera que se nos había olvidado quiénes somos y de dónde venimos?

Está en esa estela de recuperación de los valores de siempre. Ha sido la industria la que con una mayor preparación y presencia exterior ha minimizado el impacto de la crisis. Piense que aquí ha habido problemas, pero no tiene nada que ver con lo que ha habido fuera.

¿Se puede decir que ya ha pasado lo peor?

Yo me veo mal de oráculo. Los datos macroeconómicos son alentadores, pero hay que ser prudentes. La situación financiera ya está encarrilada. ¿Qué eso se traslade a nuestro cliente tipo? Todavía no está llegando, pero el entusiamo empresarial está mejor. Se hacen menos ERES, pero los ingresos por afiliación no crecen. Hay elementos positivos pero aún hay que consolidar.

¿Le parecen realistas los mensajes del lehendakari, que ha elevado la previsión de crecimiento de Euskadi al 2,3% en 2015?

Supongo que serán datos basados en análisis rigurosos y creemos que son objetivos que se pueden alcanzar. Pero no será fácil.

La banca se ha lanzado a captar empresas como clientes. ¿Realmente el tejido productivo guipuzcoano o el vasco están ya en disposición de invertir?

Yo no veo tantas empresas con proyectos definidos. El empresario está en una fase mejor, pero aún en clave de repetir ejercicio o de no ir a peor; de asumir que hemos tocado fondo. La tendencia aún no es positiva. Las cuatro perlas industriales de Euskadi, por necesidad de supervivencia, necesitan programas de inversión, pero en lo que es el siguiente nivel, de servicio o de apoyo a esa primera industria, está costando mucho. Lo que sí es cierto es que se están despejando las incertidumbres en las cuentas de resultados, que en cuanto la recuperación se consolide van a mejorar. Ha habido ajustes importantes en sueldos y plantillas, con lo que tiene de drama social, pero las compañías están preparadas para afrontar el futuro. El legado de la crisis ha sido que las organizaciones han quedado ajustadas. La reforma laboral ha ayudado a aquilatar estructuras; sin ella muchas empresas no la hubieran podido afrontar. Había muy poca cintura.

¿Se han acabado los problemas de financiación empresarial?

Si tienes proyecto y gestión, tienes financiación.

Entonces, ¿cuál es el verdadero problema hoy?

Ahora la competitividad es mucho más global, y lo que hacíamos en nuestros mercados locales tiene poco recorrido. Hay que estar preparado, y se han hecho aventuras en las que algunos se han pillado los dedos y están replegando para cerrar cuarteles en China o en Brasil. Los problemas clasicos continúan. El tamaño sigue siendo uno de ellos.

Una novedad es la aparición de otros financiadores al margen de la banca, que están llegando a Euskadi. ¿Qué sensibilidad hay en el empresariado vasco sobre ellos?

A nivel general siguen siendo muy desconocidos, y nosotros procuramos hacer de bisagra. Nos preocupa la continuidad del negocio, y pueden ser una alternativa. Sí utilizamos este tipo de cosas pero más enfocado a los emprendedores. Lo que hay que distinguir es si los fondos son la mejor o la primera opción que ha aparecido. Ha de ser la mejor. Pero no hay que pensar siempre en que vengan a comprar. La prueba es la alavesa Tremefil, a la que hemos ayudado en la compra de un competidor: S.Izaguirre, de Usurbil, filial de la alemana J. P. Hüsecken.

Ustedes forman parte de la red internacional HBL, conformada por 17.000 auditores y consultores de 130 países. ¿Es eso una ventaja competitiva?

Sin duda. Nos sirve para estar allí donde nuestros clientes quieren estar, lo que en la práctica nos ofrece una ventaja notable para, por ejemplo, conocer legislaciones o crear sociedades.

La salida al exterior es difícil. ¿Tienen claro las empresas vascas dónde acudir para su salto al exterior?

No. Hay una suerte de sobredimensión de organismos público-privados dedicados a este aspecto, y eso despista. Nosotros no organizamos una feria para que te saques una foto con un responsable político, somos más prácticos. A mi cliente le resuelve que cuando tiene que participar en una licitación en otro país yo le pueda ayudar gracias a esa red global. Ese es nuestro valor.

¿Qué papel están jugando las empresas tractoras en Euskadi? ¿Transmiten la recuperación a las más pequeñas?

Hay algunos clústeres en los que los intereses de grandes, medianos y pequeños están más alineados, como los de automoción o aeroespacial. Hay otros que están pero que creo que no son...

Otro asunto recurrente es el problema de la sucesión en la empresa familiar. ¿Cómo manejan estos asuntos como consultora?

Nuestro cliente es la empresa y el empresario, y eso es también su familia. Desde un análisis siempre de continuidad de negocio, con la misma familia o fuera de la misma, lo que hacemos es multidisciplinar y también con un enfoque nuevo, el de trabajar el asunto desde el punto de vista emocional. Tenemos un psicólogo en plantilla, pues hay cosas que los técnicos no saben solucionar. Hay que entrar en esa cosa del estómago. Y le garantizo que da resultado.

¿Están preparadas las empresas vascas para aprovechar este cambio de ciclo que ahora llega?

Algunas se lo están tomando muy en serio y se están preparando; es esencial. Para eso Sayma ofrece servicios de análisis de oportunidades, especialización, reestructuraciones empresariales u otros ligados a la entrada de capital ajeno o fusiones que permitan ganar tamaño.

Junto a San Sebastián, tienen sede en Bilbao y Vitoria. ¿Los problemas de las empresas son los mismos en todos los lugares?

Tenemos clientes en los tres territorios, y lo que le puedo decir es que la percepción de los empresarios sobre las diputaciones es distinta en cada lugar. Entendiendo la fiscalidad como factor de competitividad, el empresario de Gipuzkoa se siente peor tratado que en Álava o Bizkaia. La tenencia y la transmisión de la empresa familiar están peor tratadas aquí. Piense que no tenemos ni Amancios Ortegas ni Entrecanales, y que la fiscalidad recae sobre el pequeño empresario.

No es la primera vez que alguien lo dice, con lo que la Diputación es consciente y no mueve ficha...

Hubo un pacto fiscal en los tres territorios para armonizar la fiscalidad y lo único que quedó fuera fue el Impuesto de Patrimonio en Gipuzkoa. Aquello fue una decisión política. Eso es una desventaja a la hora de competir. Lo lógico es armonizar, y luego que la fiscalidad sea del tipo que sea en función de quien gobierne o de las necesidades, pero todos igual.

¿Supone realmente tanto castigo a la empresa el llamado Impuesto a la Riqueza de Bildu?

Yo no sé si es tanto castigo. Lo que sé es que el empresario se siente peor tratado. Asumir eso es complicado.

¿Les consta que las empresas se van de Gipuzkoa por este impuesto o sólo se sienten heridos pero se quedan?

Hay de todo. Muchos están esperando a ver qué pasa en las elecciones de mayo. De todos modos, aquí existe mucho apego a la tierra.

¿Y la sociedad guipuzcoana en general valora al empresario?

Está bastante alejada. Y aquí sí tengo que reconocer el trabajo de algunas instituciones como Adegi por poner en valor esta figura. Tiene una cruzada importante en la que nos sentimos identificados. No se está promoviendo, porque es imposible, una figura como la de los años 50, sino un empresario más de equipo. Ya no hay prohombres visionarios.

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