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Euskadi, a por los 1.200 nuevos empleos cada mes

Euskadi, a por los 1.200 nuevos empleos cada mes

La economía vasca crece más de lo previsto gracias al repunte del consumo familiar y la inversión de las empresas

JULIO DÍAZ DE ALDA

Domingo, 16 de abril 2017, 08:41

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El consejero Azpiazu, responsable de Hacienda y Economía en el gabinete de Iñigo Urkullu, lo insinuó ya a finales de enero. Su equipo le trasladaba buenas sensaciones, pues los indicadores avanzados (una serie de modelos teóricos incomprensibles para el común de los mortales, pero que hacen las delicias de los analistas) ofrecían un panorama alentador. Completado el análisis, Azpiazu dio por fin el paso, y en los albores de la primavera llegaba la revisión alza del llamado cuadro macroeconómico del Gobierno, la 'biblia' del departamento. El año ha empezado con fuerza y Euskadi aprovecha la competitividad ganada en la crisis, la fortaleza de sus socios comerciales y la inercia de un buen 2016. Y, ante todo, sigue exprimiendo al máximo, como un veterano marinero, unos vientos de cola -los tipos de interés bajos, la depreciación del euro frente al dólar y un petróleo relativamente barato- que aún soplan ligeramente; una ayuda exógena que ha resultado vital en la salida de la crisis y que, atención, está condenada a desaparecer o, al menos, a dejar de ser un catalizador de la economía.

El Producto Interior Bruto (PIB) no crecerá este año un 2,3% como estaba previsto, sino un 2,5%, guarismo que se queda incluso corto respecto al análisis que ofrecen reputados expertos; como Joseba Madariaga, profesor de Deusto Business School y director del departamento de Estudios de Laboral Kutxa, que apuesta por un mayor crecimiento este año. También la patronal, Confebask, parece animada, toda vez que ya previó un 2,5% hace tiempo, cuando las cosas no estaban tan claras. La consejería de Hacienda ha ofrecido también su primera estimación oficial respecto a 2018, ejercicio para el que el equipo de Azpiazu prevé un repunte del PIB del 2,2%.

Hasta ahí la teoría, los grandes números. Los titulares. Pero, ¿qué esconde esa mejora anunciada por el Gobierno? ¿Quién o qué tirará de la economía vasca? ¿Habrá frenos? ¿Qué significan esos porcentajes, siempre de avance interanual pero también decrecientes?

Un análisis riguroso sobre el futuro obliga, antes de nada, a fijar la vista en el pasado más reciente, en 2016; un año que ofreció un comportamiento titubeante, sobre todo en el tercer trimestre, pero que terminó con la mejor cara posible y con un avance del PIB del 3,1% respecto a 2015.

Resultó un ejercicio en el que la economía demostró una inercia más que considerable y en el que la demanda interna (la aportación de las familias mediante el consumo y las empresas, a través de su inversión) fue el verdadero combustible del crecimiento.

El sector exterior, que sigue siendo importantísimo para Euskadi, apenas aportó al crecimiento. Y la combinación de PIB y empleo (que creció en algo más de 16.000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, según el Gobierno) hizo que la productividad aparente creciera un 1,1%.

Esa inercia continúa; y esa es la razón del optimismo. Un horizonte despejado en el que también coinciden instituciones como Elkargi, que recientemente aseguró que la consolidación se había «asentado» y que la buena salud del tejido productivo demostraba «el cambio de tendencia».

Bendita desaceleración

¿Y qué sucederá de aquí en adelante? Pues más de lo mismo, pero con un poquito menos de vigor. Aún así, hay que decirlo, bendita desaceleración, que deja a Euskadi, al menos en el terreno de las previsiones, muy por encima de la Unión Europea y de países como Alemania (con alzas del PIB del 1,6% en 2017 y del 1,8% en 2018 en ambos casos), según los últimos datos de la propia Comisión Europea. Es cierto que el país germano presenta un ritmo cercano a su crecimiento potencial (el que puede afrontar con los recursos de que dispone), pero no sucede lo mismo en el conjunto de la UE

El esquema para 2017, según el Gobierno Vasco y también según los expertos, es el mismo. Tiran del carro los hogares (alentados por la mejora del empleo y la reducción del paro) y las empresas, con, eso sí, una aportación nula del juego entre exportaciones e importaciones (el saldo exterior) al crecimiento, pero con todos los sectores económicos en positivo menos el primario, acostumbrado ya a intensos vaivenes.

La consejería de Hacienda afirma que «la variación del sector industrial se situará en el 2,5% y 2,7% en 2017 y 2018, respectivamente» y que «la construcción ha concluido su largo periodo de ajuste y mantendrá un moderado crecimiento durante todo el horizonte temporal, pero sin volver a los ritmos conocidos en los años previos a la crisis».

La rama terciaria, por su parte, «también mostrará una consolidación en su avance, y sus tasas de crecimiento se situarán en el 2,7% en 2017 y en el 2,4% un año después», insiste el Gobierno Vasco. Los servicios y la industria, apuntan desde el Gobierno, «serán las ramas productivas más dinámicas en el conjunto del valor añadido bruto vasco».

Ese avance económico tendrá efectos positivos en el mercado laboral. Las nuevas perspectivas incluyen un incremento del empleo en 2017 del 1,7% y del 1,4% para 2018. «Estos datos supondrán una creación de 15.000 empleos aproximadamente o, lo que es lo mismo, unos 1.250 al mes, a lo largo de este ejercicio, y de 13.000 en 2018», destaca Hacienda. Esa 'biblia' económica del cuadro macro sitúa la tasa de paro de las dos anualidades en el 12,1% y el 11,7%, respectivamente. Cabe recordar que el objetivo del gabinete Urkullu es llevar ese porcentaje por debajo del 10% al final de la legislatura.

¿Un 2,7% para este año?

No es habitual que los economistas -que, como señala el dicho popular con no poca mala uva se dedican a interpretar el pasado en función de los datos presentes- reconozcan un error. Por eso hay que poner en valor que Joseba Madariaga no tenga problema en explicar que el año pasado, con el 'Brexit' aún caliente, el referéndum constitucional italiano aún por celebrar y las elecciones holandesas en el calendario, sus predicciones fueron, quizás, demasiado sombrías.

«Sobrereaccionamos», confiesa. «Hasta ahora, incertidumbre era sinónimo de desaceleración, pero ésta no se ha producido; no en la medida que esperábamos», añade. «Si el pasado diciembre daba por bueno un 2,3% para este 2017, hoy, sólo cuatro meses después, tengo que reconocer que las cosas son muy distintas», apunta.

Es más, advierte, «si extrapolamos los datos que manejamos de este primer trimestre del año, y contamos con que nada extraño sucede y no estalla nada, podemos hablar de un repunte de la economía del orden del 2,7%». Según Madariaga, la confianza de los consumidores y las empresas vascos ha comenzado el año «realmente bien», un aspecto que no ha pasado desapercibido al Gobierno, que así lo ha resaltado en su último informe mensual sobre coyuntura económica.

Así que, añade, «aunque las incertidumbres siguen ahí, como pueda ser el propio 'Brexit' o las elecciones alemanas y francesas, el ritmo de crecimiento va a seguir fuerte». «El empleo va a crecer y el paro a bajar, y si a eso sumamos que la inversión tira con fuerza, las perspectivas no pueden ser si no buenas; todo esto, insisto, siempre que no explote nada», sentencia el economista, que tiene en la eventual debilidad del proyecto europeo su mayor motivo de preocupación.

«No hay razones para que este comportamiento se quiebre», asegura Madariaga, que coincide con el Ejecutivo en que el sector exterior no dará grandes alegrías. «A nuestros vecinos les va bien, con lo que crecen las exportaciones; pero es que a nosotros también nos va bien, con lo que aumentan las importaciones, incluso por encima de aquellas. Es lo contrario de lo que sucedía hace tres o cuatro años», explica.

«Mejor de lo esperado»

Desde la patronal vasca, el responsable del departamento Económico-Fiscal, Pablo Martín, insiste en esa visión optimista sobre la economía vasca. Siempre desde la «cautela», terreno en el que acostumbra a moverse Confebask, el experto destaca que «las sensaciones de las empresas en este comienzo de año están siendo un poco mejor de lo esperado».

«No hay desaceleración de momento en el empleo y el recorte del paro sigue, eso puede explicar mejor que nada el crecimiento del consumo», añade. Martín compone un panorama «positivo, dentro de un año en el que el crecimiento no será explosivo». El técnico pone el foco en que «incluso la construcción ha empezado a recuperar terreno», y destaca que el Indice de Producción Industrial creció en enero un 1,1% interanual «que puede parecer poco pero refleja un alza sobre el mismo mes de 2016, que fue muy, muy bueno».

Es en el capítulo de la inversión donde Pablo Martín se muestra más precavido. ¿Por qué? Por que, dice, «la empresa necesita certidumbre para invertir, y siguen existiendo incertidumbres como, por ejemplo, las consecuencias del 'Brexit'». «Esto puede afectar a las empresas vascas que vendan allí o que tengan actividad en Reino Unido», destaca.

En este sentido adelanta que «el de bienes de equipo será una vez más el sector en el que más crecerá una inversión que, sin embargo, va hoy con el freno de mano puesto». «Es lo que tiene de diferente esta salida de la crisis frente a la remontada de las anteriores, en las que la inversión fue abundante», subraya.

Viento

Superado ya el primer trimestre de este 2017, queda claro que esos vientos de cola llegados de fuera (que se unen a la mejora competitiva generada en Euskadi gracias a la contención salarial de los últimos años) aún se mantienen activos. Las opiniones sobre su impacto no difieren demasiado, y los expertos coinciden que siguen tirando de la economía. Algo por lo que nadie apostaba hace un tiempo.

Eso sí, como señalan fuentes de Hacienda, «ya no van a ser determinantes, no van a cambiar ninguna tendencia de manera brusca, aunque van a mantener esa inercia positiva para Euskadi por algún tiempo más». El departamento de Hacienda entiende que aunque el Banco Central Europeo (BCE) ha agotado su artillería pesada, los tipos bajos «podrían animar o incluso adelantar la inversión». Tampoco hay que descartar, añaden, que ante la expectativa de que suban, las empresas quieran desapalancarse aún más. En cualquier caso, el gabinete de Pedro Azpiazu reconoce que «habíamos infravalorado los efectos positivos de ese viento, que se sostiene en el tiempo más de lo esperado».

Joseba Madariaga coincide tanto en que esa gasolina añadida al motor vasco «no ha desaparecido», como en que «los efectos, por ejemplo, de los tipos de interés en términos de PIB se han agotado, pues ya el trabajo del BCE hay que explicarlo en términos de control de la inflación».

El economista explica que, «en teoría», el petróleo debería subir en un mundo en el que todas las grandes potencias y las economías emergentes presentan claras perspectivas de crecimiento. Claro que también es verdad que frente a esa tesis están los datos de reservas disponibles en todo el mundo, que no dejan de subir, lo que frena la escalada del crudo. La depreciación del euro, que facilita la exportación, también parece haberse parado. «Sólo si Trump se dedica a hacer política fiscal podría tener algo más de recorrido ese componente», añade.

Pablo Martín insiste en que «los tipos de interés han tocado suelo» y que el BCE ha exprimido al máximo su política expansiva. «Ya no hay ahí un factor diferencial», asegura. Como compensación a esos vientos que amainan poco a poco, el técnico apunta «marginalmente» a la mejora de la economía europa.

Pero tiene claro que «la competitividad es lo que nos ha permitido crecer y ganar cuotas de mercado en el mundo», con lo que «frente a esos factores exógenos que desaparecerán, el crecimiento vendrá ahora de nuestro buen desempeño, de que seamos un país atractivo para la inversión empresarial y el turismo», concluye.

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